
Athletic 2-3 Osasuna
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Athletic 2-3 Osasuna
El Athletic se inmola en las dos porteríasEs bien sabido que los partidos se ganan y se pierden en las dos áreas. Muy desacertado en ambas, el Athletic se dejó la corona ... de la Copa en una tarde triste para el equipo de Valverde, al que la entrada en 2025 no le ha podido sentar peor. Que los rojiblancos hicieran más méritos que Osasuna para entrar en cuartos y que tuvieran la remontada en la mano tras el gol del empate de De Marcos en el minuto 55, no puede discutirse, pero lo cierto es que eso no tiene mayor importancia teniendo en cuenta el grosor de los errores que les condenaron; errores impropios de un campeón que quería seguir siéndolo y que, tras caer en una eliminatoria a partido único después de 21 años, ahora deberá poner el foco en la Europa League y en un puesto para la Champions en la Liga.
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En su área, el Athletic regaló dos goles, el 0-2 en un grave error de Paredes que terminó en un penalti mal hecho por Agirrezabala y el 2-3, una verdadera puñalada trapera, en un remate de Ruben García que se le escapó al portero donostiarra y Budimir aprovechó para marcar como la frialdad a la que acostumbra. En fin, que Agirrezabala pasó en un par de horas de héroe de la Copa en 2024 a villano en la de 2025. Cosas del fútbol. Lo del área rival, por su parte, fue para comer cerillas. Y de las grandes: de las de encender puros. Más de media docena de ocasiones muy claras se fueron al limbo, la gran mayoría durante la segunda parte, sobre todo en una media hora huracanada. Y todas fallaron. Algunas manera aparatosa como una de Guruzeta en el minuto 78. Hasta Jauregizar, que fue el mejor y firmó un partido sobresaliente, desperdició dos remates de cabeza muy francos.
Athletic
Agirrezabala, De Marcos (Gorosabel m.68), Vivián, Paredes (Yeray, m.45), Yuri, Galarreta (Prados, m.68),Jauregizar, Iñaki, Berenguer, (Serrano, m.83) Nico y Guruzeta (Djaló m.84).
2
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3
Osasuna
Herrera (Aitor, m.83), Boyomo, Juan Cruz, (Herrando, m.76), Areso, Catena, Oroz, Torró, Moncayola (Vidal, m.75), Rubén (Muñoz, m.75), Ibáñez (Bretones m.55) y Budimir.
Goles: 0-1, m.40: Aimar Oroz; 0-2; m.44: Budimir (penalti); 1-2, m.45+3: Nico; 2-2, m.55: De Marcos; 2-3, m.70: Budimir.
Árbitro: Busquets Ferrer. Amarilla a Jauregizar, Moncayola, Catena y Areso.
Incidencias: 48.230 espectadores.
Lo peor, en cualquier caso, fue lo de los hermanos Williams. Iñaki, incansable, igual entró con peligro veinte veces en el área de Herrera y, salvo en el gol que marcó su hermano justo antes del descanso, no acertó en ninguna. El problema es que Nico sólo acertó en ese gol, que es verdad que dio mucha vida al equipo y le permitió llegar al descanso con ganas de afilar los cuchillos para la reanudación, como finalmente hizo, pero no fue en absoluto una aportación suficiente. Todo lo contrario. Ante un rival tan competitivo, pedregoso y motivado como Osasuna, el Athletic necesitaba ayer a su estrella. (Como también necesitaba a Sancet, evidentemente). Y esa estrella sólo está apareciendo esta temporada con cuentagotas.
Estaba claro que era un partido peligroso y había que afrontarlo como tal. El Athletic no podía sustraerse de un hecho objetivo que en las horas previas hacía sonar algunas alarmas: la paradoja tan curiosa –y por lo visto persistente como un dolor de muelas– de que tiene muchos menos problemas para desembarazarse de Osasuna en El Sadar –siete victorias en su diez últimas visitas– que para hacerlo en San Mamés, donde sólo le ha ganado uno de los últimos siete partidos. Ocho contando con este último. Los rojiblancos, de este modo, arrancaron con un acelerón buscando con velocidad a Iñaki Williams. Fue el suyo un comienzo prometedor. De hecho, hay mucho equipos que en San Mamés se asustan y menguan ante ese Athletic furioso.
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Javier Ortiz de Lazcano
Osasuna, sin embargo, no es uno de ellos. Los navarros no tardaron nada en igualar el pulso. Su actitud era impecable, producto de una motivación que, en algunos casos, llegaba a un cierto paroxismo espectacular. Hablamos de Areso, implacable en toda su banda, de arriba a abajo. De largo, fue mejor futbolista en toda la primera parte. La igualdad que estableció sobre el césped la tropa de Vicente Moreno sentó mal a los pupilos de Valverde, con dificultades para mover el balón y con algunos lastres muy pesados. Ruiz de Galarreta, por ejemplo, no encontraba en su sitio y dejaba toda la faena a Jauregizar. Algo parecido le ocurría a Berenguer, incómodo en la media punta, muy bien tapado por Torró. Lo peor, pese a todo, era la nulidad de Nico Williams, muy fallón en todas sus acciones.
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El caso es que al Athletic no le funcionaba el engranaje y el choque se convirtió en un toma y daca de alta intensidad en el que Osasuna parecía sentirse más a gusto. Era lógico. Mientras los rojiblancos estaban a disgusto con su fútbol, los rojillos no podían estar más satisfechos. Aquel era su plan. Y encima en un par de minutos se sintieron en la gloria. En el 39, en un bonito contragolpe, Aimar Oroz abrió el marcador con un soberbio derechazo a pase de Areso. Y en el 41, el Athletic les regaló el penalti que Budimir convirtió en el 0-2. Fueron dos jarros de agua helada para los rojiblancos, que hicieron lo único que podían en esas circunstancias: lanzarse a degüello para acortar distancias. Y lo cierto es que lo lograron.
Todo estaba preparado para el abordaje y la remontada tras el descanso y el equipo de Valverde, como decíamos, se afanó en ello. El campeón de Copa rugió y a Herrera le cayó una avalancha que en el minuto 57, tras un pase en profundidad excelso de Jauregizar y una definición perfecta de De Marcos, significó el empate.
Lo más difícil estaba hecho. Es lo que suele decirse en esos casos, pero no es del todo cierto. Al final, lo más difícil siempre es dar la puntilla al rival. Y el Athletic no sólo no supo hacerlo pese a dominar por completo y encerrar en su campo a un Osasuna muy serio y batallador que, durante la segunda parte, sólo salió un par de veces en busca de aventuras, en una de ellas con mucho peligro por parte de Budimir, al que Vivián le negó el gol. El gran problema es que el equipo de Valverde se dio la puntilla a sí mismo regalando el 2-3 y ya no tuvo ni suerte ni lucidez para volver a igualar el marcador. Una triste despedida de la Copa, en fin.
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