Villarreal 3-0 Alavés
El Alavés se resigna a la evidenciaDos goles en el tramo final castigan en exceso a un equipo albiazul intenso, pero de escasa presencia ofensiva frente a un rival de categoría
Era una tarde para buscar la sorpresa, pero en los posos del café solo se pudo leer lo ya conocido. Vamos, que un Villarreal de ... categoría se quitó de encima al Alavés a base de calidad y pegada. Merodeó por momentos el cuadro albiazul el cambio de guion –con el balón al larguero de Kike García con el 0-0–, pero ni siquiera su recuperada seriedad le permitió meter en grandes problemas a los amarillos.
Así que primero en una acción aislada y ya al final con dos tantos casi consecutivos llegó un castigo excesivo para un conjunto vitoriano escaso de presencia ofensiva. Cuando hubo alguna opción, en el cuarto de hora final tras los cambios y el runrún en las gradas por el paso adelante de los alavesistas, otro penalti ridículo acabó con cualquier discusión.
Luis García había mantenido el once que se impuso al Mallorca, con la obligada ausencia del lesionado Benavídez Protesoni para dar entrada a Guevara, que ante los baleares ya había disputado la mayor parte del encuentro. En definitiva, continuidad que incluía por cuarta vez consecutiva al joven Pica en el centro de la zaga pese a la recuperación de Sedlar.
También la consolidación en el equipo de Abde, sin brillo esta vez, y de un siempre trabajador Kike García por delante de Carlos Martín y Toni Martínez, que aparecerían en el tramo final. No fue precisamente el partido de las individualidades albiazules. Quizás Abqar y Blanco, dos bazas eminentemente defensivas, emergieron para sostener al grupo y permitirle creer en un escenario futbolístico pagano.
El sufrimiento ante un notable Villarreal estaba asegurado y poco hubo que esperar. Una de esas salidas amarillas plenas de intensidad y velocidad de balón que sacudieron a los alavesistas. Acumulación de acercamientos y lanzamientos de esquina locales hasta que el equipo albiazul logró sacarse de encima esa asfixia. A base de apretar arriba al rival para forzar los errores y, en la construcción, evitar riesgos y buscar los envíos largos sobre Kike García.
Para que el ariete tratase de dar continuidad al juego o favorecer la disputa de sus compañeros en las segundas jugadas. Así se define más o menos el Alavés de las últimas campañas. No estuvo tan lejos de ello el que compareció en el estadio de La Cerámica. Al menos hasta el descanso. Antes, Akhomach anotó uno de esos tantos de equipo grande. En menos de un metro llegó el giro y el golpeo letal al palo largo. Alguna concesión, sí. Mucha clase, también.
Lesiones y Kike al larguero
El Alavés trataba de aprovechar un duelo de circunstancias para un Villarreal que primero perdió por lesión al exalbiazul Femenía y después al propio Akhomach. Marcelino decidió no utilizar la segunda ventana de cambios antes del descanso –le hubiera quedado solo una para después– y permitió un duelo de once albiazul contra diez amarillos en los seis minutos de prolongación. No era la tarde de los albiazules. Escasez de recuperaciones, salvo alguna peligrosa de Guridi, y de situaciones de ventaja. Es decir, muy poquita profundidad por unas bandas donde Abde y Carlos Vicente quedaban casi siempre diluidos y forzados a jugar con sus marcadores encima.
Era un partido, explicaba Luis García Plaza, para tratar de continuar con las buenas sensaciones de la pasada semana y todo quedó a medias. Tal vez ese sea el problema. Le está costando demasiado al cuadro vitoriano competir al límite durante todo un partido. Y es que tras el descanso y después de un gran desgaste físico del eje del equipo albiazul, llegaron momentos de zozobra. De nuevo esa alegría mal entendida a la hora de buscar el empate. Si al cuadro vitoriano le cuesta sostenerse en duelos de ida y vuelta ante rivales del mismo pelaje, dejar espacios abiertos para el Villarreal resulta una garantía de bofetón. Dos recibió consecutivos en forma de goles la portería de Sivera, pero afortunadamente resultaron anulados por ajustados fueras de juego.
Penalti de risa y 2-0
Carlos Martín había entrado con anterioridad y Stoichkov y Jordán lo hicieron después para tratar de frenar la hemorragia que amenazaba con desangrar a los albiazules antes de tiempo. Ahí hubo partido durante algunos minutos. El 1-0 invitaba a explorar los miedos del Villarreal y el Alavés, aunque de nuevo sin remates claros, encontraba más posesión de balón en campo contrario. No es que el cuadro albiazul mereciera demasiado por juego, pero se abría la puerta a las situaciones de inquietud que suelen generar desenlaces inesperados.
Hasta que el colegiado Quintero González la cerró de un portazo. Una vez más un penalti de risa. De carcajada realmente si se tiene en cuenta que Pizarro Gómez dio validez desde el VAR a una acción donde Yéremy Pino carga en falta sobre Manu Sánchez, al que desequilibra. Sí consideró punible, no obstante, la mano que el albiazul extiende debido al empujón del adversario. En fin. Ya es una costumbre.
Ahí, con el 2-0 de Parejo desde el punto de penalti, acabó el duelo real. Nada que hacer ya ante un Villarreal confiado en su capacidad para manejarse en muchos escenarios, pero aún más en el de aprovechar los espacios a la contra. Un oponente que desde el banquillo colocó en el césped a Pino y Bernat, dos internacionales. El segundo de ellos asistió a Comesaña para cerrar el marcador. Y para abrir ahora quince días de paréntesis liguero. El Alavés necesita seguir trabajando en esa solidez que ahora parece al menos rozar.
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