RIGOR Y TALENTO, TÉRMINOS INCOMPATIBLES
El contraanálisis ·
El Alavés tiene talento de medio campo hacia arriba, pero no lo muestra en el terreno de juego por su estado anímico, la angustia y porque las piezas no ajustan bienHoy nos enfrentamos dos equipos con muchas cosas en común. La primera, que los dos nos jugamos 7,5 puntos: 3 que sumas, 3 que ... no suma el rival, 1 del ‘gol averaje’ y 0,5 de moral. Además, nos encontramos en las mismas circunstancias de angustia, ambos venimos de una victoria que nos ha dado vida, los dos equipos llevamos tres o cuatro entrenadores esta temporada si contamos a los interinos... No obstante, no todo son coincidencias. Y es que, independientemente de los cambios de técnico, Las Palmas, por esa costumbre ya histórica en los equipos canarios, mantiene una filosofía de juego y de jugadores muy reconocible por su creatividad y el talento futbolístico. Precisamente, algo de lo que nosotros no andamos muy fuertes, ni en talento ni en filosofía de juego, aunque creo que les ganamos en rigor y esfuerzo. En este deporte, rigor y talento deben ir de la mano, pese a que son unos términos incompatibles en este mundo en el que vivimos.
Talento en cuanto a creatividad, desparpajo, atrevimiento, precisión, etc., y rigor en cuanto a disciplina, tanto táctica y de actitud en el campo como profesional fuera de él. Dos conceptos o virtudes que se deben compensar entre ellas cuando en alguna no se llega a ser lo suficientemente fuerte. Y en eso, nuestro Glorioso debe ser muy superior en cuanto a rigor y disciplina se refiere para compensar el talento y la creatividad de los canarios. Cuestión que a Las Palmas le ocurre al revés. Esto lo podemos confirmar si comprobamos cómo en la temporada pasada, Quique Setién no quiso continuar porque tuvo muchos problemas de indisciplina en el vestuario. Existen otras actividades artísticas que funcionan con talento y sin mucho rigor y disciplina personal y profesional, pero en este deporte, eso no vale. Y Las Palmas es un ejemplo por una razón y nosotros por la contraria.
Es evidente que nuestro Alavés no anda precisamente muy sobrado de talento, y, por lo tanto, deberemos tirar de rigor, de esfuerzo, de disciplina, de orden, etc. Aunque también creo que este equipo tiene talento de medio campo hacia arriba, pero no lo muestra en el terreno de juego por el estado anímico, la angustia y, sobre todo, porque las piezas no engranan o ajustan bien. Siempre diré que este juego no es la suma de las partes sino su interacción basada en la empatía táctica, la compenetración colectiva o, lo que es lo mismo, la sincronización que genera dinamismo y fluidez al juego. Es una ecuación que se parece más a una multiplicación que a una suma. Multiplicación porque cuando lo colectivo fluye hace mejor a las piezas y, además, aparecen conceptos y partes nuevas que en el inicio de su proceso no existían.
El técnico Abelardo tendrá que dar con la tecla para que estas piezas ajusten y a partir de ahí surja ese talento colectivo oculto que se le supone al equipo. Y una pieza clave para que engranen y ajusten las piezas es Medrán. Un jugador con ese talento, que es capaz de dar un pase donde otros solo ven un despeje, con capacidad para hacer que cohesionen el resto de las piezas. Un futbolista que sufre como nadie el juego del equipo porque intenta ser el punto de referencia y el distribuidor que dé fluidez a la circulación y a las combinaciones. Pero se atasca porque ser un buen distribuidor no solo depende del que distribuye, sino principalmente de los receptores. Se ve cómo en muchas ocasiones se vuelve loco buscando compañeros que le vengan a apoyar, y termina por dar un pase forzado o uno largo sin precisión, ya que no le quedan más opciones. Algo que los rivales lo contrarrestan fácilmente porque ya intuyen lo que va a hacer. Saben muy bien que el resto del equipo no está predispuesto a los apoyos rápidos. Resulta, por tanto, muy difícil ejecutar esos tres o cuatro pases en corto que hay que realizar sin un sentido vertical para que en el cuarto o quinto aparezca o sorprenda con un desmarque de ruptura que desborde líneas y genere verticalidad. En definitiva, que los receptores están pensando más en las obligaciones defensivas que en las posibilidades ofensivas y, evidentemente, así no hay en el mundo distribuidor que distribuya.
De momento, el equipo ha jugado a no jugar, y esto solo tiene sentido si lo hacemos para que el rival no juegue. Este es el peligro que se corre cuando se empieza a organizar el equipo por detrás, apelando a lo sencillo y elemental. Entonces, hay riesgo de dejar el talento en el banquillo. Ya lo dijo Albert Einstein, ‘todo debe ser tan simple como sea posible, pero no más simple que eso’.
Y como no hay bien que por mal no venga, con todos los lesionados que hay en nuestra defensa, no queda otro remedio que reubicar jugadores o tirar del equipo filial. Igual hasta resulta positivo.
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