Alavés

El núcleo de la estabilidad albiazul

«Ellos lo están haciendo de gran manera», reconocía recientemente el uruguayo al referirse a su número de minutos. Su rol es otro: «La marca, contención, estabilizar al equipo». Es lo que le pide el entrenador cuando le toca entrar al campo. Mantener la intensidad en los tramos finales, evitar que la competitividad del equipo quiebre en esos momentos en los que los partidos se rompen. «Muy contento de poder sumar desde donde me toque». Incluidos dos goles, el que sirvió para eliminar al Betis en Copa y el que permitió sumar un punto el sábado ante el Mallorca. El mejor ejemplo de lo que debe ser el Alavés solidario que quiere Luis García Plaza.

Un equipo que se mueve bajo la batuta de Ander Guevara (26 años, contrato hasta 2027), un futbolista que juega con frac y a la vez es capar de liderar la estadística de balones recuperados en Primera División. Que pide todos las pelotas y no regala ninguna. Orden y mando en su primera temporada en el equipo. Del vitoriano se pueden decir muchas cosas –es el jugador de campo más utilizado de la escuadra albiazul–, pero nadie mejor que su propio entrenador para definirle.

«Corre para tener el balón, nos da muchas soluciones, está haciendo una temporada brutal. En control de juego, en poso, tranquilidad, criterio con balón... Es un jugador clave para nosotros, imprescindible. Es un referente y se está haciendo líder de este equipo», explicó Luis García allá por el mes de octubre.

Claro que no se puede entender la jerarquía de Guevara sin el contrapeso de Antonio Blanco (23 años, contrato hasta 2027). El equilibrio silencioso. El prototipo de futbolista que gusta más a los entrenadores que a los aficionados. Siempre en su sitio, atento a las coberturas, inteligente en lo táctico, fino en el robo de balón y pulcro en su distribución. Una declaración de intenciones de Luis García colocar en el centro a dos jugadores que no destacan por su poderío físico, aunque tampoco les hace falta para barrer su zona con gran efectividad.

Su pretemporada estuvo condicionada por su participación en el Europeo sub'21 y una incorporación tardía, por lo que le costó adaptarse a la categoría –cuatro partidos titular en las primeras nueve jornadas–, pero ya es otro intocable –una vez suplente en las 17 siguientes–.

Y si algún día hay alguna fuga ahí está Guridi (cumple 29 años esta semana, contrato hasta 2026), el chico para todo. El 'todocampista' que, aupado por su asombrosa capacidad física, suma en todas las partes del campo. Presión, contención, apoyos... Pases de calidad: es el centrocampista albiazul con mejor porcentaje de acierto en la entrega (79,6%), por delante de Blanco (78,5%), Guevara (76,4%), Ianis Hagi (74,3%) y Benavídez (67,2%). Y también llegada.

Sí, llegada. Se le achaca, no sin cierta razón, su carencia de gol –solo ha marcado uno en setenta partidos con el Alavés–, pero se asoma con frecuencia al área rival y esta temporada suma ya cuatro asistencias que le consolidan como uno de los grandes dinamizadores del conjunto babazorro. Y que echan más leña al fuego del debate sobre si el azpeitiarra es más un 'ocho' o un 'diez'.

La idea de Luis García en el arranque de esta temporada era retrasar su ubicación –ya ha jugado algún partido ahí–, pero su buen rendimiento, la nula competencia que presenta Hagi y el funcionamiento de la dupla Guevara-Blanco en el doble pivote le han mantenido en esa posición de mediopunta que tanta importancia tiene en los esquemas del madrileño, que prefiere no apostar por dos delanteros porque tal situación obliga a jugar muy directo.

El perfil diferente lo pone Carlos Benavídez (25 años, contrato hasta 2026). El más alto de los cuatro (1,85 metros), un corte más físico que cumple con creces en ese rol de recurso para partidos ásperos. Como el del Mallorca, que a punto estuvo de resolver con su gol.