El momento de creérselo

El Alavés encadena cinco derrotas en el feudo hispalense, lo que impone cierto respeto cuando además se trata de un perseguidor incansable para los albiazules. Es más, en lo que va de curso solo tres equipos (Getafe, Barcelona y Valencia) han salido victoriosos del Pizjuán. La actual marcha del Sevilla, sin embargo, dista mucho del despegue estratosférico que protagonizó durante el primer tercio de la temporada. El equipo andaluz, diseñado para asaltar la cuarta plaza y buscar un nuevo entorchado en la Europa League, llegó a verse casi sin objetivos por los que luchar, con el entrenador destituido y un aroma de proyecto fallido y regreso al pasado. Así lo refleja el regreso de Monchi, quien casi tuvo que huir de Roma, y de Joaquín Caparrós, uno de los rostros inconfundibles del club del Pizjuán la pasada década.

El Alavés, sin embargo, acierta al mantenerse tan cauto con el Sevilla, que más allá de los traspiés inesperados y una ingente acumulación de minutos desde julio, conserva una plantilla larga y, sobre todo afilada. Tres delanteros de primer nivel como André Silva, el temible Ben Yedder y Munir, de dulce recuerdo albiazul, derrochan la pólvora de un cuadro de puro vértigo y de acciones rápidas. Los andaluces arrastran, además, una notable necesidad de reivindicación, que les ha supuesto un enorme peso del que deben liberarse.

Alavés y Sevilla llegan a un duelo trascendental tras recibir una dolorosa derrota, con goleada incluida en el caso de los vitorianos a manos del Atlético. No cabe duda, sin embargo, de que el conjunto de Caparrós necesita pasar página con mayor rapidez por lo que supuso caer ante su público frente a un Valencia al alza, y con un entorno que se resiste a dejar de hablar de la Liga de Campeones. El Sevilla esperará a los albiazules con hambre y rabia, pero puede que esa ambición se torne en ansiedad si no decanta el encuentro a su favor.

La atmósfera en el vestuario del Alavés, mientras tanto, apenas se ha alterado pese a la goleada que sufrió ante el Atlético el pasado sábado en Mendizorroza. Los futbolistas admitieron una extraña desconexión en el tramo inicial, que les obligó a ir a contracorriente frente al adversario que más disfruta al interpretar ese guion. Es más, de manera paradójica, los albiazules ganaron entereza a medida que avanzó el partido, por mucho que el marcador mostrara una diferencia más abultada hasta el 0-4 final. El conjunto vitoriano sabe que la presente semana, con tres partidos en solo ocho días, será una de las más complejas del tramo decisivo del campeonato, y que si continúa en zona europea tras la visita del Leganés a Vitoria el domingo, contará con grandes opciones de arrancar la próxima campaña en tres competiciones.

El Alavés, que solo arrastra las bajas del lesionado Maripán y el sancionado Manu García, busca la confirmación definitiva del privilegio que se ha ganado a pulso desde el inicio del curso, cuando acababa de eludir la sentencia de muerte con una remontada histórica hacia la permanencia. Ahora quiere difundir su milagro por Europa. Pero antes debe salir con vida del Pizjuán.