El primer derbi local en Mendizorroza

A partir de aquí, el equipo rojillo se fue consolidando en el escenario futbolístico aficionado local y durante la Guerra Civil dio un paso de gigante. No solo se organizó como club, sino que en mayo de 1938 debutó en un torneo oficial con conjuntos de la zona de Eibar- Mondragón proclamándose campeón. Enseguida empezó a hablarse de la posibilidad de que actuara «a modo de un equipo reserva» alavesista.. «El C. D. Aurrera puede seguir conservando su autonomía y funcionar separadamente como hasta aquí, pero su equipo debe ir aprovechándose para que el Alavés cuente en todo instante con gente joven capaz de alcanzar los entorchados en un ascenso bien regulado».

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En este contexto iba a comenzar el mencionado campeonato guipuzcoano de 1938-39, en el que el Aurrera pidió participar teniendo en cuenta sus buenos resultados recientes. Al principio, la federación no lo admitió, pero el Alavés actuó como «su padrino» y eso le permitió intervenir. Los dos equipos jugaban como locales en Mendizorroza y los socios de ambos podían entrar a todos los partidos. El primer derbi se celebró el 29 de enero de 1939. Por el Aurrera jugaron Mesanza, Basaguren, Ubis, Giménez, Orlando, Concha, Mardones II, Sanz, García, Alonso y Sierra. El Alavés presentó un bloque formado mayormente por profesionales e incluso con varios internacionales: Scola, Ciriaco, Quincoces, Urquiri, Langarica, Fede, Mardones, Iriondo, Elícegui, Gárate y Elices.

La diferencia de calidad era notable y nada pudieron hacer «los peques», que perdieron por 7-0. La formación rojilla estaba «acobardada por el peso del nombre glorioso de muchos de los albiazules» y les pesó la responsabilidad. Por su parte, el Alavés no dejó espacio para la camaradería entre dos conjuntos vitorianos en un choque que la prensa local había presentado como algo histórico, excitando los ánimos de los aficionados. Según 'Norte', el Alavés «fue muy superior en todo. Hasta, si me apuran ustedes, incluso en codicia también, porque ayer hubo jugadores que pusieron alma e interés desmedidos para dilucidar una rivalidad excesivamente aireada por nosotros, evidentemente, pero con el noble propósito de caldear el ambiente, atraer al público y dar unas inyecciones de entusiasmo a todos. Lo que pasa es que el Alavés, en el primer tiempo, lo tomó más en serio que si tuviese delante a la Real Sociedad, en partido de revancha, y allá se fueron todos como jabatos para triturar al Aurrera».

El derbi de la segunda vuelta terminó con 1-4 a favor del Alavés, pero los 'azulgranas', tal y como entonces se llamaba a los rojillos, se enorgullecieron de haber marcado un gol al once albiazul, tanto que en ese momento apeó al Alavés del liderato. Se ha escrito que la Real Sociedad se proclamó campeona «con un mejor 'golaverage' gracias a un solo gol. Un gol que los chavales del Aurrera marcaron al Alavés en el último partido (4-1) y que, sin el cual, los babazorros hubieran sido quienes disfrutaran la gloria». Sin embargo no fue así pues sin ese gol el Alavés hubiera logrado un coeficiente de 9, por debajo del 11,7 donostiarra. En cualquier caso, el Aurrera hizo un magnífico papel -acabó tercero- y buena parte de sus futbolistas se integraron a partir de la siguiente temporada en el once albiazul.