La Copa de San Prudencio

La ocasión para este torneo la ofreció la peculiar organización de la temporada 1947-48 en Tercera División, en la que intervenían ambos conjuntos pero en grupos distintos. Ese año había ocho grupos en esa categoría, no demasiado numerosos, por lo que la liga regular terminó el 11 de abril. Como la competición se iba a reorganizar de cara a la siguiente campaña, los últimos bajarían directamente a Regional y los anteriores, tras unas semanas de parón, disputarían un torneo de recalificación, del que el último se sumaría al descenso.

Fue una temporada nefasta para el Alavés, que quedó en su grupo el décimo de catorce, lo que implicaba jugar la promoción de descenso. Para rellenar las semanas libres entre abril y mayo, surgió la idea de organizar el Trofeo San Prudencio, en el que se entregaría una «hermosa copa» donada por la Diputación Foral, con ocasión de las fiestas patronales de Álava. Se esperaba así mantener en forma a ambas plantillas y lograr algún ingreso extra, puesto que al estar tan cerca las dos ciudades apenas habría gastos.

El primer partido se disputó en Miranda el 19 de abril. Según el corresponsal del 'Diario de Burgos', el choque había «despertado gran expectación, como siempre que se enfrentan estos dos equipos, de siempre rivales. En esta temporada, por figurar en distintos grupos, no se han encontrado y ello da un mayor interés al encuentro que vamos a presenciar». Por su parte, 'Pensamiento Alavés' también señaló que «en Miranda se ofrece al espectador el choque 'salsero' entre los eternos rivales», por lo que se esperaba que mucha gente de Vitoria se desplazara a ver el partido.

En la ida, el Mirandés venció por 2-1 y jugó mucho mejor. Según las crónicas, solo «la buena labor de Mesanza y una gran suerte evitaron la goleada». El Alavés alineó a Mesanza, Berecíbar, Porta, Anda, Barinaga, Villaverde, Tono, Justi, Balzategui, Gorosábel y Alcelay. En el Mirandés jugaban algunos antiguos albiazules como Mundo o Mardones, aunque el mejor fue Alciturri. La prensa destacó también a Arín, en este caso porque fue abucheado por la afición local: «No es justo el público con este jugador, cien por cien aficionado y mirandés, que todo lo da por su club, sin otra compensación que su amor a Miranda».

Antes del choque de vuelta, el Alavés disputó el 6 de mayo en Mendizorroza el Torneo Virgen de Estíbaliz con un trofeo esta vez donado por el alcalde de Vitoria, Luis Saracho. Fue a un solo partido y el once babazorro también fue derrotado por el equipo de la Universidad de Deusto. La prensa vitoriana apenas dedicó espacio al encuentro, alegando que «escribir de nuevo sobre la baja forma del conjunto vitoriano sería repetir conceptos ya vertidos».

Pese a este ambiente sombrío, al choque de vuelta contra el Mirandés el 9 de mayo en Vitoria vino bastante gente, incluidos muchos mirandeses, con objeto de ver un nuevo enfrentamiento contra «el eterno rival del conjunto vitoriano» Esta vez venció el Alavés por 5-1, «en un partido vulgarote de dominio absoluto del equipo vitoriano». De esta forma se llevó el trofeo San Prudencio. Sin embargo, en el torneo de reclasificación, la actuación albiazul fue muy mala. Quedó el último, con cinco partidos perdidos de seis, diecisiete goles en contra y solo cinco a favor. En teoría debía haber bajado a Regional, pero al final, gracias a una carambola extradeportiva, permaneció in extremis un año más en Tercera.