De ídolos en River a rivales en Vitoria
Amantes del fútbol vertiginoso, Coudet y Almeyda han trazado carreras paralelas que volverán a tocarse este sábado
El Alavés-Sevilla de esta jornada enfrenta a dos equipos separados por tres puntos pero con un elemento común: sus entrenadores son unos de los ... pocos extranjeros de una Liga que ha apostado por el talento local. Trece de los veinte técnicos del campeonato son españoles, siete extranjeros y tres de ellos proceden de una factoría sin igual como Argentina. Simeone, Coudet y Matías Almeyda representan también a una generación de técnicos curtida en las complicadas plazas de su país y antes de saltar a Europa. El albiazul y el preparador hispalense se miden este sábado (Mendizorroza, 18.30 horas) en un duelo casi inédito para ambos. Porque, aunque la carrera de ambos se ha desarrollado con sorprendentes paralelismos, su saldo de enfrentamientos está aún casi por desprecintar.
Nacidos con sólo nueve meses de diferencia en el área de Buenos Aires –Coudet en la capital y Almeyda en Azul, en las cercanías– ambos arrancaron su carrera en la urbe porteña. Una ciudad asfaltada por clubes, vetustos estadios que se tambalean con los goles y un sentimiento que eleva cada partido, cada derbi, a asunto de estado. El primero que enfrentó a Almeyda, una consolidada promesa en el gigante River, con un Coudet que se asomaba en el más modesto Platense, cayó del lado del albiazul. Ese día, el primero de Coudet en la élite, destinó a Almeyda un rol de suplente sin minutos.
Los números de Coudet
106 partidos
dirigidos en Primera: 27 en el Alavés y 79 en el Celta.
179 encuentros
que disputó en dos etapas en River Plate, en los que marcó 27 goles.
Como si la rivalidad estuviera maldita, el destino se las ingeniaba para esquivar los enfrentamientos entre ambos a pesar de que eran importantes para sus equipos. Cuando uno era titular, el otro se quedaba en la banca. Sólo resta en la estadística un empate a cero en mayo de 1995 que acabaría resultando el último en década y media. Almeyda puso rumbo a Europa –Sevilla, Lazio, Parma, Inter...– y Coudet se haría un nombre, precisamente, en River Plate. Curioso para alguien que, años antes, se había confesado hincha de Boca Juniors desde la infancia. Ahora, en cambio, es en La Bombonera donde despierta más recelos.
Los números de Almeyda
4 presencias
en Primera, las de esta temporada con el Sevilla.
160 encuentros
con el cuadro del Monumental, con cinco goles anotados.
Fue el conjunto rojiblanco el que más unió a ambos. En 2011 el Millonario –como se conoce a la entidad– estaba en ruinas. Acababa de descender a Segunda, Primera B, por primera vez en su historia. Un cataclismo: un joven hincha se suicidó, otro estuvo a punto de hacerlo y también hubo serios disturbios. Almeyda, que estaba en esa plantilla, colgó las botas para coger de inmediato el banquillo de River. Seguía siendo un héroe, a pesar del shock. El mismo que había vuelto a casa como jugador tras seis años de semirretiro en los que apenas había jugado. Coudet, que entonces apuraba los últimos partidos de su carrera en el Fort Lauderdale Strikers de Estados Unidos con 36 años, se ofreció para jugar en Segunda. «Si me quieren, voy para allá volando. Si Matías me quiere, ¿cómo no voy a querer yo? En este momento hay que estar», aseguró el hoy técnico albiazul.
Bromas y asados
Al final no hubo reencuentro y Coudet colgó las botas. Él esperó cinco años para coger un banquillo, el de Rosario Central. En el club Canalla –qué mundo el argentino para bautizar a los clubes– también era un ídolo. Porque ese Coudet ahora tranquilo, bromista pero poco dado a la polémica, era un jugador de lengua afilada y cómodo en el barro de los piques. El banquillo templó al técnico albiazul y no fue hasta octubre de 2017 cuando se enfrentó por primera y única vez a Almeyda. El sevillista en Chivas y el babazorro en Tijuana, con triunfo para el primero por 3-1. A su llegada al club también le había dedicado buenas palabras. «Es muy bueno que un técnico argentino haya hecho las cosas como la hizo Matías», explicó, para agradecer que Almeyda hubiera abierto camino a los entrenadores jóvenes en el país.
El hoy albiazul se ofreció a ser entrenado por el sevillista tras el descenso del cuadro bonaerense
Sus carreras trazan también líneas paralelas en lo que respecta a su filosofía. Ambos insisten en que sus equipos sean enérgicos, intensos, con una asfixiante presión alta. También dueños de una mentalidad de hierro que acompañe ese desgaste. Coudet lleva casi un año poniéndola en marcha en Vitoria; Almeyda, desde este verano, en un Sevilla necesitado de alegrías para abandonar su dinámica crepuscular. Para animar a su equipo celebró el lunes un asado. Otro punto en común con Coudet. Ahora, por primera vez, unas trayectorias que nacieron del potrero y se curtieron en la franja de River convergerán en Mendizorroza. Su primera vez en la Liga, aunque parezca que llevan toda la vida siguiéndose los pasos.
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