Garcés aspira a capitán general de la defensa del Alavés

Tras las salidas de Mouriño, Abqar y Sedlar, el argentino debe dar un paso al frente para liderar la zaga albiazul

Lunes, 4 de agosto 2025, 00:24

En un año, Facundo Garcés (Santa Fe, Argentina, 1999) ha pasado de ser un desconocido a alistarse como soldado raso y, ahora, a postularse a ... capitán general de la defensa albiazul. Una vertiginosa promoción provocada por las bajas sufridas el la retaguardia y por su buen papel en la decena de partidos que ha disputado. Después de la salida de Mouriño, que se suma a las ya conocidas de Abqar, Sedlar y Pica, el futbolista está obligado a superar un curso de veteranía exprés, dar un paso al frente y liderar una parcela desde la que se empiezan a construir gran parte de los éxitos deportivos. Aunque ya ha dejado claro que el puesto no le viene grande y que es un reto que afronta hambriento. Se ha preparado a conciencia: ha recurrido a un entrenador personal para mejorar su rendimiento físico, a un psicólogo para ganar en confianza y a un analista deportivo para mejorar aspectos tácticos, según apunta su círculo más cercano a EL CORREO. Cincela una nueva versión que, sumada a su carácter, hacen confiar en él para una demarcación tan delicada.

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El camino hasta aquí no ha sido sencillo. El pasado 3 de agosto, ayer hizo justo un año, el club anunció el fichaje de un jugador que destacaba por su «contundencia defensiva». Y lo cierto es que el tesón es una cualidad que nadie se la puede discutir. Lo lleva en los genes. El jugador apostó fuerte por el Alavés -firmó además hasta 2028- y no se arrugó ante las adversidades. Colón, su anterior club, enrevesó aún más las negociaciones y obligó al jugador a cumplir el contrato. No podría vestirse de albiazul ni entrenar en Ibaia hasta el 1 de enero. «Jugaron con mis sentimientos, pero voy a ser futbolista del Alavés», confesó Garcés. «Se metió en una especie de búnker para entrenar y aislarse de todo el ruido. Se centró en su nuevo reto», recuerda su entorno.

Esperó. Trabajó en solitario. Y al final le llegó el momento de vestirse de albiazul. Un comienzo agridulce. El central aquejó esa falta de ritmo competitivo en un grupo que navegaba a velocidad de crucero. «Le costó uno o dos meses adaptarse a la dinámica. Fue duro», explica su círculo de confianza. Una nueva piedra en el camino que tampoco le tumbó. Aguardó paciente su oportunidad. Se machacó en el gimnasio para acoplarse a la maquinaria física del equipo. «Después de los entrenamientos en Ibaia cogía la mochila y se iba por su cuenta al Bakh». Quería estar preparado para cuando se abriese una ventana. Y le llegó. La agarró con todas sus fuerzas, como esa presa tras un largo periodo de hibernación. No la volvió a soltar.

En el tramo final de la temporada se reivindicó como un central de garantías. Un fijo para Coudet desde aquel tardío debut contra el Mallorca en el que colaboró para amarrar el valioso punto en mitad de la tormenta clasificatoria. En la primera acción que tuvo fue fuerte abajo para cortar un balón. Un aviso a navegantes. Y un impulso de confianza. Terminó jugando los diez partidos finales, los últimos siete como titular. 675 minutos en los que se puso el buzo para levantar una muralla en la defensa albiazul. El equipo sólo concedió un gol en los últimos cinco duelos. Fue su intachable carta de presentación.

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«Va a reivindicarse»

Se quitó una pesada mochila de encima. Pudo por fin soltarse y demostrar que vino a Vitoria con el objetivo de ser protagonista. «Terminó el año sintiéndose una pieza importante, lo cual celebró como un triunfo personal tras un año difícil en el que personalmente lo pasó mal». Y ahora que ha roto el cascarón no quiere más ataduras. «Cuando tiene confianza es una bestia. Y los días que ha estado en verano en Santa Fe le hemos notado que está pleno de confianza. El próximo año van a ver una versión mucho mejor de él. Va a reivindicarse», insisten.

Quiere dar un salto de calidad. Y los hechos lo demuestran. Al igual que otros compañeros, como Blanco, Aleñá y Tenaglia, él también ha recurrido a profesionales para mejorar su rendimiento. Los jugadores son cada vez más conscientes de que en el fútbol actual, donde las fuerzas son muy parejas, cualquier detalle puede hacerles marcar la diferencia. «Ha reforzado su equipo mejorar aún más su rendimiento físico, mantener la confianza y analizar sus actuaciones para evolucionar».

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A la espera de ver quién será su nuevo socio en la zaga, Garcés se apena por la marcha de Mouriño. «Te voy a extrañar, hermano, gracias», comentó en la carta de despedida del uruguayo. Un compañero dentro del campo con el que «conectó muy bien, se entendían a las mil maravillas. Los resultados lo corroboran». Y un «hermano», como dice el propio futbolista argentino, fuera del campo. Una muestra de esa fraternidad es que en el 'stage' de Girona compartieron habitación. Hasta que tuvieron que separar sus caminos.

El club ya explora el mercado en busca de un sustituto del charrúa. «Garcés es inteligente, sabe adaptarse a las cualidades de sus compañeros. Quizá esa virtud facilite que se acoplen rápido». A lo que ya está aclimatado es a la ciudad. «Está encantado en Vitoria, es parecida en tamaño a Santa Fe, por lo que se siente muy cómodo». Aunque reconocen que no ha tenido mucho tiempo para empaparse de su cultura y rincones. «Vive las 24 horas para el fútbol...».

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Una pasión que le contagia Mendizorroza. «Pisar 'Mendi' ha sido impresionante, vibra mucho y transmite mucha energía», reconoció el 5 enero en un entrenamiento a puerta abierta. Aún no lo había sentido desde dentro. «Cuando se estrenó alucinó con el empuje. Le gustó muchísimo. Es una afición que alienta los 90 minutos. Un ambiente muy parecido al de aquí (Argentina), algo no muy habitual en la Liga».

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