Conclusiones del recibimiento

Lo que nos enseña la fiesta apoteósica de ayer por el ascenso del Alavés

La afición se siente parte de este ascenso. Por un lado, por un grupo de jugadores con el que se ha sentido indetificado. Un entrenador cercano y una gestión del club más próxima al aficionado han provocado una conexión entre el equipio y la grada que en muy pocas ciudades pueden presumir. Así lo demostraron ayer unos en la balconada de San Miguel y otros debajo de la plaza, en una recepción de la que se pueden sacar cuatro conclusiones notables.

El Alavés no sólo no perdió abonados tras el descenso. Ha ido sumando adeptos en una masa social en la que empieza a reinar la juventud. Y eso se traduce en un mayor volumen de decibelios en Mendizorroza, dónde el equipo solo ha perdido dos de los 25 partidos que disputó como local, más afán de desplazarse junto al equipo por toda la península y un futuro esperanzador. En engancharles a ellos, fidelizarles, puede estar la clave para que Mendizorroza se quede pequeño y después... la proyectada ampliación o el nuevo campo.

Los vitorianos más avezados recuerdan como el Alavés firmó una campaña histórica en la UEFA de 2001, alcanzando la final, pero sin lograr congregar en Mendizorroza a más de 15.000 espectadores. ¿Alguien se imagina ahora noches europeas en Vitoria con millares de asientos vacíos? La imagen ayer tarde de la Virgen Blanca repleta de jóvenes aficionados nacidos en el año de la final de Dortmund desmiente a cualquier negacionista albiazul. Y no solo en la Plaza. Miles de alavesistas optaron por aplaudir a la plantilla y directivos en diferentes puntos de la la rúa. Menos atractivo pero igual de gratificante.

También está el caso de Jonathan Torralbo, el aficionado desplazado a Valencia que las cámaras mostraron en el minuto 128 hablándole al escudo. Pura pasión. El alavesista de 25 años que trabaja en el Mercadona ha hecho más de media docena de desplazamientos esta temporada. Jose Manuel Salán ya no viaja solo. Y cuantos más seguidores le acompañen al Bernabéu, al Camp Nou, al Wanda... más fácil será vivir más momentos memorables.

Cada gesto, movimiento, o acción de Villalibre es aclamada. Ha estado, o lleva, según se mire, seis meses como albiazul y es algo más que historia del club. Un ídolo de masas al que no le ha hecho falta ni residir en Vitoria. Cada día llega desde Bizkaia con la implicación y el carisma en el maletero de su Citroen.

El delantero, gol del ascenso mediante, ha generado una unanimidad y despierta una pasión que puede ser clave en Primera, cuando lleguen los malos momentos lógicos de la máxima exigencia. La ciudad respira una ferviente 'Villalibremanía' que el Búfalo de Gernika agradeció con el micrófono y la trompeta. A buen seguro que si sigue sin tener oportunidades en el Athletic, su objetivo será seguir, continuar en el Alavés. Porque aunque vuelva a vestir de rojiblanco, su cesión en el mercado de invierno jamás se irá del ideario albiazul. Es como el mesías.

Josean Querejeta se ha mostrado especialmente ilusionado con este ascenso. Desde su involucración, desplazándose a partidos como en Eibar y el definitivo ante el Levante, a los saltos y las bromas por el ascenso. Ha mostrado una imagen más cercana y siempre de la mano de Sergio Fernández. El director deportivo termina contrato el próximo viernes 30 de junio pero, pese a que su renovación no es oficial, nadie se atreve siquiera a elucubrar sobre la posibilidad de contratar a un nuevo arquitecto de plantillas.

Junto al presidente Alfonso Fernández de Trocóniz, se han mostrado inseparables en los últimos días. Una confianza que se encuentra imprescindible a la hora de dirigir un club que va a ingresar alrededor de 50 millones de euros por este ascenso. En el caso de Luis García Plaza, queda alguna duda más. «He hablado con Sergio ya de situaciones para Primera», reveló ayer. El técnico, que el sábado amplió el contrato hasta 2024 como estipulaba una cláusula de su acuerdo, tiene la sensación de que va a continuar pero está a falta de confirmación. «No hay ningún 'input' para pensar que no sigo», concluyó ayer.

Sivera estaba ayer muy emocionado. «El club me ha dado la confianza. Ni en mis mejores sueños imaginaba que podía devolver al equipo a Primera conmigo en la portería», contó. Ahora le tocará cumplir su promesa con Javi López, teñirse el pelo de platino. Ha cumplido su sexta temporada en Vitoria, su primera como titular. Discutido en las primeras jornadas e indispensable desde el final de la primera vuelta, al igual que Rioja.

El Alavés le renovó el verano pasado hasta 2024 ante el recelo de muchos aficionados y, tras el ascenso, activará su renovación por dos años más. Las porterías de Mendizorroza tienen guardián para rato. Lejos queda ya aquella infructuosa cesión al Almería en el mercado de invierno de 2019. Su fichaje, tras salir de la sombra de Pacheco, ya puede considerarse otro acierto en la cuenta de Sergio Fernández.