El bálsamo de Mendizorroza

«El estadio es una fiesta, un apoyo constante. Tenemos que mantener esa magia», destacó el entrenador. Y ese hechizo se traslada a un césped en el que el Alavés exprime el factor cancha como ninguno. Los babazorros son un acorazado con el apellido local. Suman siete puntos de nueve esta temporada. Las Palmas (2-0) y Sevilla (2-1) fueron tumbados en el Paseo de Cervantes. Y el Betis fue anulado (0-0). En casa han marcado cuatro goles y recibido uno, dejando dos veces su portería a cero.

Pero cuando cogen la maleta, la historia cambia. «Para mejorar habría que quitar a la afición visitante y meter a la nuestra», bromeó García. «Todos los equipos, absolutamente todos, hacen mejores resultados en casa que fuera. Y más nosotros con nuestra gente», reflexionó. «Vas al Bernabéu, haces un córner y no pasa nada. Aquí tenemos un saque de esquina, la gente ruge y el jugador va para arriba. Salvo alguna excepción, todos los equipos son mejores como locales por las sensaciones y por sentirte arropado. Tendría que ser igual, pero no lo es», declaró el entrenador madrileño.

Un contexto de alta tensión en el que los jugadores albiazules vuelan con la gasolina de Mendizorroza aumentando sus caballos. «Sabes que van a estar animando, cantando, apoyando y que el futbolista va a sacar ese esfuerzo que no tiene», detalló García en ELCORREO: «Joder, si estos tíos aquí con el frío que hace, lloviendo, lo dan todo... Si tú no lo das todo, eres un gilipollas; bueno (ríe), eres un melón. Hay ese grado de compromiso para dar el máximo. Te hacen ir feliz al campo. Y ellos también van felices».

El triunfo (1-2) en Anoeta aceleró la primera victoria a domicilio de esta campaña. La consiguieron en su segundo duelo como foráneos. El curso pasado no llegó hasta la undécima salida. «Dame tres puntos cada cuatro partidos fuera. Dámelos», afirmó García antes de viajar a Getafe. Sin embargo, la asimetría del calendario –el Alavés ha disputado cinco partidos fuera y tres en casa en ocho jornadas– ha hecho que sus números se resientan. Cuatro derrotas de cinco –Celta (2-1), Espanyol (3-2), Real Madrid (3-2) y Getafe (2-0)– es el balance lejos de Mendizorroza, donde han encajado 11 de sus 12 goles en contra. Ocho en los últimos tres choques.

Sin embargo, el estadio albiazul reabre sus puertas. Las próximas dos jornadas, el Alavés las jugará en casa ante el Barcelona y el Valladolid, con el parón de selecciones separando ambas citas. Vuelta a la guarida del zorro. Todo un efecto balsámico. «El rival sabe que tiene que hacerlo muy bien para rascar algo aquí», apunta Antonio Blanco. «En nuestra casa, con nuestra afición, que nos da un plus, somos capaces de ganar a cualquier equipo», sentencia. Y es que el Alavés encadena siete partidos sin perder en Mendizorroza. Cuatro del final de la 2023-24 y los tres primeros de este curso. No pierden como locales desde el 31 de marzo de 2024 (0-1 ante la Real Sociedad).

En Primera, únicamente ha habido tres rachas mejores. Los 10 que enlazaron con Abelardo en la 2018-19, los nueve con Mané en la 2002-03 y los ocho en 1955 con Echezarreta. Además, en estos siete duelos invictos, sólo han recibido tres goles –dos del Girona y uno del Sevilla– y marcado 12. Una fortaleza que cimentó el décimo puesto del curso pasado, ganando en su estadio 31 de los 46 puntos que lograron en la 2023-24. El 67,4% del total. Esta campaña, la proporción sube al 70%, con siete de 10 unidades.

El domingo, el líder asedia el castillo vitoriano. «Cuando recibes al Barcelona es complicado, pero en casa somos diferentes. Podemos tener opciones», confesó Luis García. Mendizorroza siempre juega.