Asun y Elisa, las amamas de la Copa: «Ir al fútbol me quita los dolores»
Incombustibles. Son las socias más longevas del Alavés y el Portugalete, ocho décadas de una fidelidad inquebrantable
«Somos iguales, como dos gotas de agua». Razón no les falta. Almas gemelas separadas por los 75 kilómetros que hay entre Vitoria y Portugalete, ... pero a las que les une la devoción con la que viven el fútbol, «nuestra pila Duracell». No hace falta presentarlas, ellas mismas toman la iniciativa tras fundirse en un abrazo. «Yo soy Elisa Lavilla, la socia número 1 del Portugalete. Me di de alta cuando tenía 14 años, hace ya... porque tengo 95 cumplidos ya», lanza la anfitriona. «Pues yo soy Asun Gorospe y tengo 88 años. Soy socia del Alavés desde que tenía siete, así que imagínate», responde la visitante. Ambas acumulan 81 temporadas de pasión por unos colores que hoy (19.00 horas) se enfrentarán en la Copa del Rey. El campo de La Florida es escenario del duelo futbolístico, pero también ha sido el marco de un mágico encuentro promovido por EL CORREO para reunir a las amamas de estos históricos equipos.
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Basta con colocar dos sillas en el centro del campo para embarcarse en esta pasión llamada fútbol. Una simple pregunta da pie a una conversación con correa para largas horas. «¿Sabes por qué quiero tanto a este equipo? Nací en Portugalete, me casé aquí, vivo en esta localidad... Cada vez que abro el periódico lo primero que hago es mirar cómo va el 'Portu'. Veo que va primero, la semana siguiente también... Y que así siga», sueña Lavilla. A veces, los ejemplos son la mejor forma de explicar un sentimiento que arregla todos los males, como el mágico espray que se aplican los futbolistas lesionados. «Mi hijo me dice: 'Ama, para ir al fútbol no te duele nada, pero cuando llegas a casa ya sí'. Pues claro, porque disfruto con el Alavés», le contesta Gorospe, con las uñas pintadas de albiazul.
La conversación es la llave que abre un baúl de imborrables recuerdos. «Sólo me he perdido cinco partidos del Alavés en Mendizorroza en ocho décadas. Uno de ellos fue porque nació mi hijo. Estaba en la clínica y subían para cantarme los goles. Aquel día recuerdo que ganamos 6-0». Pero esta eliminatoria copera también desbloquea el archivo histórico del conjunto albiazul. El Portugalete fue el rival (1924) en el primer partido oficial del Deportivo Alavés en la liguilla de ascenso a la Serie B de Bizkaia. Con el de hoy, serán ocho los emparejamientos. «Recuerdo haber venido a este campo, cuando estábamos en Tercera», añade Asun.
«Sólo me he perdido cinco partidos en Mendizorroza. Uno porque nació mi hijo, pero me cantaron los goles»
Asun Gorospe, 88 años
Socia del Alavés desde los 7
La charla entre amamas es un instante más en un álbum futbolístico interminable. Elisa no puede ocultar la emoción al pisar su segunda casa. De pronto, se detiene y contempla el escenario, como queriendo capturar el momento y rebobinar en el tiempo. Del bolso saca una fotografía en blanco y negro tomada «creo que en 1944 o 1945». «Ahí me 'sentaba' –porque el fútbol se seguía de pie– los días de partido. Pero ya ves lo que había, nada más que bancos de piedra corridos». El paso del tiempo ha transformado el campo. La Florida ahora tiene graderíos en ambos laterales y se han instalado gradas supletorias para el choque copero hasta las 3.000 localidades. «Antes estaba todo descampado, cuando venías en invierno te pelaba el bolo. Pero bueno, sarna con gusto no pica», ríe la 'capitana' del conjunto jarrillero, incombustible a sus 95 años.
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«Antes en La Florida no había más que bancos de piedra, en invierno te pelabas de frío»
Elisa Lavilla, 95 años
Socia del Portugalete desde los 14
«Mira qué cerquita estamos de la portería... Si tú me centras, yo con buena puntería ¡pumba! meto gol», dibuja Lavilla. El culpable de ese indescriptible instante. «Cuando marcamos un gol siento... Uff, esto no lo pongas ehh (ríe), un orgasmo futbolístico», confiesa Gorospe. «Y si te empata el rival, te quedas plooofff... barrida», replica Elisa. Una tormenta de emociones concentradas en los 90 minutos del partido.
Intercambio de regalos
Está claro que el espíritu del fútbol corre por sus venas. La 'abuela del Alavés' le regaló a Elisa unas pulseras con los colores del Portugalete y el Glorioso. «Te las he hecho para que guardes de recuerdo». Como ese intercambio de banderines que se estilaba antiguamente en el fútbol, sobre todo en competiciones internacionales. Asun también recibió su obsequio gualdinegro. Y el club vizcaíno les entregó dos invitaciones para vivir y vibrar hoy en la Florida.
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Los regalos que se cruzaron las protagonistas es una muestra de sororidad. Dos mujeres que comenzaron a animar desde las gradas entre una multitud de gabardinas masculinas. Y que nunca abandonaron a sus equipos. «Aunque ya no pueda venir tanto al campo, mantengo el carné porque hay que apoyar al club. El que es de aquí y es hincha del Real Madrid o el Barcelona... !Qué leches!», reprocha Elisa. Una 'batalla' que libraron también en sus casas. «Resulta que el novio que me eché (luego fue su marido) era del Santurtzi. Nos casamos, tuvimos hijos y un día propuso que nos diésemos de baja. Yo le dije:'Date tú primero'. Él se quitó el carné, pero yo no. Aquí sigo. Soy del 'Portu' toda la vida», ríe. «Mi marido era vizcaíno, pero lo convertí al 'catolicismo', al Alavés», ríe Asun.
Un sentimiento que se encargan de inculcar también en el vestuario donde los jugadores les consideran sus abuelas. «Y si no se acercan ellos, me acerco yo (ríe). A Sivera (se emociona) le quiero muchísimo. Cuando se van a otros equipos lo paso fatal», confiesa la vitoriana. Las férreas guardianas de unos colores. «Vamos a ganar nosotros. No, nosotros. A ver si vamos a acabar a tortas», bromean, risueñas. «El mal cuerpo que deje el partido en alguna de las dos por el buen rato que estamos pasando». La victoria más importante.
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