Un Alavés enredado en su falta de alternativas
El bloque albiazul insiste en un juego asociativo que no fluye y no encuentra desde la pizarra fórmulas para cambiar la dinámica
El plan A del Deportivo Alavés está más que claro. Coudet quiere un equipo que proponga con el balón y todo en su planteamiento ... va orientado a ello. Desde una alineación plagada de ese tipo de perfiles en el centro del campo al comportamiento de esos futbolistas en el verde. El problema llega cuando ese objetivo, por muy loable y con precedentes que lo respaldan, choca con la realidad de lo que se ve en el terreno de juego. El Sevilla supo atascar la generación de juego albiazul y ahí se acabó el partido para un bloque muy escaso de mordiente ofensiva en su campo.
El desempeño babazorro se redujo a una fase mayoritaria, tres cuartas partes del partido, marcadas por la frustración, los pases errados y la sensación de impotencia por no lograr hacer daño a un rival que sí era capaz de aplicar su libreto para impedir esa generación y, a la vez, para castigar le debilidad del Alavés. La segunda fase, los veinte minutos finales, fue más un intento a la desesperada de que el orgullo corrigiera esas carencias crónicas. Con otros nombres y diferencias en el planteamiento -un fútbol más directo, de ida y vuelta, y con los centros al área como gran baza-, pero la misma falta de filo para amarrar en Mendizorroza al menos un punto de esos que no se pueden escapar.
De una u otra forma el vitoriano volvió a ser un bloque romo en ataque. Sus cinco disparos a puerta no fueron más que un par de intentos desde la distancia, el penalti anotado por Carlos Vicente, un cabezazo sin demasiado filo de Garcés y un buen remate de Lucas Boyé que sí sacó bien un portero visitante al que el Alavés exigió poco. Insuficiente para un equipo del que siempre se espera más cuando actúa como anfitrión. Esta vez no hubo carambola que cambiase una dinámica construida minuto tras minuto.
La elección de Denis como acompañante de Blanco redoblaba la fe de Coudet de que el Alavés debe ser el que mande. El gallego fue elegido como relevo de Pablo Ibáñez, aunque ahí el equipo perdió el despliegue físico y el recorrido de un navarro que, visto lo visto, demostró con su ausencia y también sus minutos en el tramo final que es una pieza capital para dar un mayor empaque a la sala de máquinas. Un Alavés que quiere ser la mezcla perfecta entre físico y calidad prescindió durante demasiado tiempo del futbolista que, tal vez, mejor define ese propósito.
Muchos pases errados
La primera parte dejó un reguero constante de pérdidas y una imprecisión en el pase -74% de acierto para el Alavés y un 83% del Sevilla- que obligaba a los albiazules a reiniciar una y otra vez la jugada desde cero. Sin apenas combinaciones que de verdad permitieran al equipo progresar hacia delante con cierto ritmo, el Alavés empezaba a descoserse desde un centro del campo que no lograba dominar. El Sevilla, con un doble pivote mucho más físico, frenaba las intentonas albiazules y lograba aplicar con mucha mayor finura sus planteamiento. Ahí el Alavés se topó con los pases entre líneas que dieron con la movilidad de Vargas e Isaac. Ambos contribuyeron a descoser a un bloque también especialmente blando en defensa.
El físico doble pivote sevillista, sumado a la pareja Isaac-Vargas, fue más efectiva que las flojas circulaciones locales
Ese Alavés volvía a ser asimétrico en exceso. De una banda derecha profunda a una izquierda de nuevo dedicada en exclusiva a un Diarra cuyo perfil está en las antípodas de ese lateral con recorrido que quiere el técnico para la banda. La falta de filo de ese carril, dado que Aleñá apenas pisa la banda para cargar el centro del campo, hace que el equipo solo pueda encomendarse a la capacidad de desborde de Carlos Vicente en la diestra.
El tramo final sí que situó en ese perfil a la sociedad Yusi-Abde, más que secundarios en el inicio liguero, y demostraron ser capaces de hacer que el Alavés jugase de otra forma. Ese equipo, más directo y vertical tampoco encontró el camino. Tal vez era tarde para que el plan B diera resultados tras demasiados minutos en la que la opción principal se quedó huérfana de alternativas que rompieran el candado.
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