Pasito a pasito

Pasito a pasito se hace camino. Pasos cortos, pero hacia adelante, al fin y al cabo. El Alavés de Mendilibar sumó otro empate en su segunda comparecencia. Más riguroso en defensa, aunque las mejores ocasiones fueron de un Athletic que hizo más cosas que los albiazules, que volvieron a evidenciar esas limitaciones ofensivas que lastran su ataque. Un derbi pasado por agua con más intensidad que fútbol. Un reflejo de lo que es este conjunto vitoriano, un equipo esforzado que no se deja nada dentro y al que no se le puede reprochar nada en el capítulo de la entrega, innegociable con el técnico de Zaldibar. Pero, a la espera del encaje de los fichajes –debutaron los dos realizados hasta la fecha–, corto de argumentos a la hora de buscar la portería rival. Los centros laterales y el balón parado volvieron a ser los principales recursos del cuadro vitoriano, pero tampoco metió en demasiados apuros a Unai Simón. Este Alavés compite, pero aún le faltan cosas.

Así caminó por un derbi de ida y vuelta, pero con más color rojiblanco en el área contraria. Serio, vigoroso. Con el entusiasmo como principal bandera a la hora de generar ilusiones. Con un fútbol de arreones que, de momento, le está dando para empatar. No es poco, sobre todo después de una semana cargada de incertidumbre por la entrada del maldito virus en el vestuario de Mendizorroza. Y porque, a los puntos, si alguien mereció más ese fue el Athletic, más lúcido con el balón, aunque falto de filo en los metros finales.

La primera parte transcurrió con más emoción que oportunidades claras. En la más nítida Muniain le pegó mal delante de Pacheco (m. 27). Buena llegada desde atrás del centrocampista navarro, pero mala definición. En un césped rápido por la lluvia que cayó de manera constante en Mendizorroza el balón corría mucho y el partido también. Un toma y daca, aunque tuvo más la pelota el Athletic, con las ideas más claras en posesión del esférico. Pero el Alavés apretaba en la presión –no tan adelantada como ante la Real– y buscaba los centros al área en cuanto podía, con un remate forzado de Miguel como acercamiento más peligroso (m. 32).

Con tres novedades en el once –Miazga, el recién llegado Jason y Manu García–, además del esperado retorno de Pacheco, era una incógnita el centro del campo sin el poderoso Loum, sobre todo porque su relevo, el menudo jugador asturiano, ofrece un perfil muy diferente al del senegalés. Respondió bien el gijonés, que no eludió el contacto y aportaba elocuencia a los ataques albiazules, encomendados de nuevo al juego aéreo de Joselu y las apariciones de Luis Rioja.

El balón parado era la principal amenaza de ambos equipos –un despeje defectuoso de Duarte generó inquietud en el marco vitoriano– hasta que, con los minutos, el Athletic fue ganando presencia en las inmediaciones del área vitoriana. Iñaki Williams se estrelló contra el lateral de la red, pero sus movimientos y la movilidad de jugadores como Muniain desajustaban la defensa alavesa. Sin oportunidades demasiado claras, el conjunto de Marcelino ya daba sensación de peligro.

Y no lo vería demasiado bien Mendilibar cuando dio entrada a Escalante sin terminar la primera mitad. Por Jason, sin problemas físicos. No estaba cuajando un mal partido, pero el técnico detectaba problemas en esa banda. Cambio táctico, ya que no fue hombre por hombre. Con otros tres extremos derechos en el banquillo –Edgar, Pellistri e Iván Martín–, el entrenador optó por reforzar el centro del campo con la energía del argentino y el consecuente desplazamiento a la banda de Manu, aunque seguía buscando la pelota por posiciones interiores. Funcionó de salida, al menos para templar esa progresión rojiblanca.

El duelo recuperó el equilibrio en el inicio del segundo tiempo. El manejo de la posesión seguía siendo del Athletic, pero sin acercamientos claros. El primero, de hecho, llegó en el otro área, en una vaselina de Rubén Duarte tras cortar una contra rojiblanca que terminaron rechazando entre Unai Simón y el larguero (m. 55). Aunque Miazga tuvo que salvar una peligrosa llegada de Berenguer con un corte providencial, el Alavés achuchaba a balón parado y Marcelino quiso cambiar la cara de su equipo reformando su ataque. Salieron Sancet e Iñaki Williams y entraron Raúl García y Nico Williams, que exhibió chispa para sacar la tarjeta amarilla a Duarte nada más salir.

Y el conjunto bilbaíno recuperó el mando. Y entonces sí creó dos ocasiones claras. Sobre todo la primera, cuando ni Berenguer ni Nico acertaron a rematar un centro de Raúl García que se paseó por la línea de gol tras una gran jugada de Iker Muniain (m. 69). Dos minutos después Pacheco tuvo que sacar una buena mano a tiro del extremo rojiblanco. Apretaba el Athletic. Menguaba el Alavés, que ya no ofrecía apenas noticias en el área de Unai Simón.

Atacaban los rojiblancos. Aguantaban los albiazules Que, a falta de fuerzas, sacaron carácter para alejar al rival de su portería y orgullo para volver a merodear la contraria, aunque ya no había chispa ni para hacer daño real.

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