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Juan Carlos Alocén, Txarli, en la tienda de General Álava. RAFA GUTIÉRREZ.

Alocén ya no vestirá más cabezas

Cierra la histórica sombrerería de la calle General Álava después de 107 años, Txarli aprendió el oficio de su abuelo y ahora se jubila sin relevo

Miércoles, 19 de mayo 2021, 07:14

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La calle General Álava perderá este mes su comercio con más solera. La sombrerería Alocén bajará su persiana para siempre después de 107 años haciendo historia en la ciudad. De sus estanterías y paredes ya han ido desapareciendo joyas como ese sombrero veneciano del año 1.600, el de copa con pelo de conejo o una llamativa pieza traída directamente desde México. Juan Carlos Alocén, o Txarli como todo el mundo le conoce, lleva semanas haciendo limpieza y los ha ido regalando a familiares y a conocidos. En unos días se jubila y nadie continuará con el oficio en Vitoria, que despide a uno de sus comercios centenarios mientras la lista se reduce cada vez más.

«Me da mucha pena cerrar, pero yo no tengo descendencia y nadie se ha interesado en seguir con el negocio. Esto o lo mamas desde pequeñito como es mi caso o es muy complicado que te dediques a ello», reflexiona este hijo y nieto de sombrereros. Fue su abuelo Victoriano quien en 1914 fundó la empresa, entonces ubicada en un piso de la calle Cuchillería. Su padre José Victoriano siguió con el negocio y Alocén se trasladó primero al número 11 de la calle Dato y después al número 14. Ahora, a sus 68 años, Txarli cierra una etapa de tres generaciones.

Este final, sin embargo, es agridulce. Decir adiós a una fábrica que ha sido única en Euskadi y de las pocas que sobrevivían en España es la parte amarga. Pero esta historia también tiene un lado dulce, y es que Txarli cuenta con relevo. No es en Vitoria pero sí en San Sebastián. «Hace unos años me llamaron de la Escuela de Diseño de Donosti. Uno de sus alumnos quería ser sombrerero y como allí no quedan sombrererías quería que yo le enseñara el oficio», cuenta orgulloso Txarli. Su discípulo se llama Gorka González y confecciona piezas exclusivas que ya han lucido Sara Carbonero, Isabel Jiménez, Marta Hazas, Miguel Ángel Silvestre o Mikel Erentxun. «Estoy encantado de haberle enseñado y de que ahora seamos buenos amigos», confiesa Alocén. El joven ha heredado todas las máquinas de su taller, planchas, hormas y aros para planchar las alas de los sombreros. «Me hace feliz saber que están en sus manos y que voy a poder verlas cuando quiera».

Sombrero de graduado en Estadística fabricado por el abuelo de Txarli en 1943 RAFA gUTIÉRREZ.

En todos estos años, el sombrero ha pasado de complemento estrella a casi olvidado y actualmente en resurgimiento. «Los años 30 fueron los mejores, todo el mundo se tapaba la cabeza. Mi padre llegó a tener en la tienda una pila de 'canotiers' del suelo al techo. En los años 40 el sombrero se empezó a relacionar con los ricos y se usaba mucho menos». Ahí empezó el declive. En los 80 ya no se vendía a los miembros del Ejército y tampoco se hacían piezas a medida para los curas y obispos. Pero Txarli siguió creando piezas únicas a medida y arreglando sombreros que los clientes le llevaban.

Obispos y concejales

Todavía guarda en la tienda una caja con las medidas de más de 1.000 cabezas a las que su abuelo, su padre o él les han fabricado sombreros a lo largo del último siglo. Entre ellas las del obispo de Filipinas o varios concejales que han formado parte de la corporación municipal de Vitoria. En los últimos años, las boinas y los sombreros de caballero han supuesto la mayoría de las ventas. «La gente venía porque sabía que era producto de calidad. He traído sombreros para la lluvia de fieltro impermeabilizados de Inglaterra y Alemania. La especialización es la clave para sobrevivir», concluye Juan Carlos Alocén. El local que todavía ocupa es de alquiler, por lo que desconoce si se volverá a llenar o tristemente se sumará a la lista de lonjas vacías en la capital.

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