Salaberria presenta en el Artium 'Una exposición sin arquitectura', donde se cuestiona «el espacio expositivo, el sistema del arte y la figura del autor». rafa gutiérrez

Xabier Salaberria explora los «límites» del arte en el Artium

El museo vitoriano acoge 'Una exposición sin arquitectura', donde se reúnen trabajos fotográficos, bocetos e instalaciones acerca del urbanismo y la creación

Sábado, 22 de mayo 2021, 02:31

Al entrar en la sala nos encontramos un gran espacio libre, con unas planchas de aluminio a un lado ('Bézier') y una fotografía al fondo, ' ... Pasaia (mountain)', en la que se ve una montaña de residuos. La sensación al poner el pie allí es que la exposición está en proceso de montaje o inacabada. En realidad, la intención del artista es que el espectador se plantee la forma que tenemos de visitar los museos e incluso le propone que imagine cómo podría acabar decorando esos huecos.

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«El espacio en blanco sirve y me interesa para que cualquiera pueda especular sobre lo que vemos», reconoce Xabier Salaberria sin ahondar en explicaciones acerca de 'Una exposición sin arquitectura', una muestra que reúne hasta el 3 de octubre en el museo Artium diferentes trabajos suyos, entre los que se encuentran fotografías, dibujos, objetos artísticos e instalaciones realizados a lo largo de veinte años.

En total son once grupos de obras del creador donostiarra, conocido por desarrollar un trabajo que se mueve en «los límites» de la escultura, la arquitectura, el diseño y el dibujo. Así lo precisa Beatriz Herráez, directora del museo Artium, que subraya que este proyecto para el que han estado en contacto durante varios meses «cuestiona el espacio expositivo, el sistema del arte y la figura del autor».

Por ello, a la importancia del diseño urbanístico y del paisaje se le suma una reflexión sobre asuntos propios de la museografía en una exposición que no pretende ser un mero entretenimiento o distracción para el público, sino que aspira a que el visitante relacione e interprete a su manera lo que nos quiere contar.

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El título de la muestra, comisariada por Herráez y Enrique Martínez Goikoetxea, parte de la idea de un grupo de arquitectos de finales de los setenta, Archizoom, que se planteaban llevar hasta el absurdo el legado racionalista de la arquitectura moderna, es decir, una arquitectura tan racionalista que no hiciera falta la propia arquitectura. En el texto que acompaña a esta exhibición, el historiador del arte Lars Bang Larsen afirma que «la propia exposición (del Artium) es una declaración estética que elimina la 'arquitectura'».

Ese propósito se encuentra en un trabajo de Salaberria, donde late el interés por adentrarse en las relaciones entre el desarrollo social y el urbanismo. «Estudiando las fábricas de un sitio sabremos cómo son y se organizan esas sociedades», cuenta acerca de esa inquietud.

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Entre las obras escogidas destacan juegos de perspectivas a través de instantáneas de edificios ('Inkontziente / Kontziente 4', 2011), una serie de paneles estampados con un diseño que recuerda al de una retícula y numerosos bocetos de diseños de exposiciones que ha realizado en para otros artistas a lo largo de su carrer en espacios como el CentroCentro, San Telmo, el Azkuna Zentroa o la feria de Arco. La inclusión de esos bocetos y planos –que no suelen ser hacerse públicos y forman parte de la preparación de una exposición– reflexiona sobre esa linde marcada por tener que acoplar una obra entre cuatro paredes.

De hecho, Salaberria también se rebela contra la concepción de la exposición con un único recorrido marcado. No hay un orden preestablecido ni entradas ni salidas marcas. «Las obras se exhiben con un sentido estético, no en orden cronológico», apunta. Aunque sean obras de distintos años y proyectos «se comunican conceptualmente».

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'Bézier' (2020), obra al inicio de la exposición. Debajo, el artista junto a algunos diseños de exposiciones en esos paneles que simbolizan retículas del trabajo arquitectónico y detalle de 'Serie Friso Oteiza' (2021). RAFA GUTIÉRREZ

Salaberria regresa así al museo vitoriano una década después. En 2010 expuso 'Debacle' como ganador del premio Gure Artea. Con especial interés en la geometría, aquella vez también se centraba en la necesidad de adaptar la creación al espacio donde se exhibe. «La cuestión escultórica y arquitectónica pulula por la exposición. Y hay algunas obras a las que se les pueden atribuir cargas históricas ineludibles. En estos casos intento tratarlo con una mirada diferente, no quiero contar lo que ya sabemos sobre esos objetos, sino que hay un intento de desplazar la mirada sobre esos objetos». Un ejemplo de ello son las cinco fotografías, 'Serie friso Oteiza' (2021), en la que se ven desde diferentes perspectivas la obra del gran artista de Orio instalada en el monte de Agiña en homenaje al Padre Donostia. En esa carga que arrastra, la mayoría de espectadores recuerdan que fue una obra atacada por un discípulo de Oteiza.

Entre las esculturas y paneles de Salaberria aparecen cristales rotos, también como símbolo de esa misma fragilidad de la creación artística. Para Enrique Martínez Goikoetxea, conservador del museo que ha trabajado mano a mano con Salaberria, ya desde el propio título escogido hay «un acto de metalenguaje que explora la exposición como un sistema de comunicación, de encuentro y experiencia».

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El artista coge el relevo de 'Helmets', de June Crespo, en la sala A1 del centro de la calle Francia, con un especial interés por la escultura en los últimos programas. En el caso de la artista navarra sus formas remitían a los cuerpos, mientras que en esta ocasión la presencia humana apenas se manifiesta plásticamente. «A pesar de que no hay cuerpos, la arquitectura condiciona un movimiento en el espacio y en el entendimiento de lo que recibe», esboza Salaberria, artista reconocido con obra en instituciones de la talla del Macba o el Bellas Artes de Bilbao.

«Ecos» de la muestra de Katinka Bock

A falta de la muestra de Antonio Ballester que se inaugurará en julio, con esta exposición se cierra el «bloque de exposiciones temporales que se verán en verano» en el museo Artium. Para Herráez, directora del museo y comisaria de esta exposición, el trabajo de Salaberria guarda algunas similitudes en el discurso con la exposición de Katinka Bock, 'Logbook' (Sala A2), inaugurada el pasado marzo. «Tiene ecos y resonancias», señala en referencia al empleo de la escultura, así como a la incorporación de «otras voces, la idea de la artesanía y los materiales». En salas contiguas se conectan «visualmente y dialogan». En dos meses se abrirá otra exposición 'Piezas sueltas. Juego y experiencia' (Sala A3) con la que se pretende a su vez dar más vida a la plaza del Artium exhibiendo algunas obras de Ballester en el exterior.

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