Amaia, madre de acogida de Dannyl y Nazar, durante la despedida Blanca Castillo

Un verano en Álava lejos de las bombas y la radiación

Tras dos meses en el territorio, siete niños y niñas de Ucrania se despiden de sus familias de acogida

Jon Casanova

Vitoria

Jueves, 28 de agosto 2025, 14:18

Abrazos largos, lágrimas contenidas y la promesa de volver a encontrarse marcaron la despedida de siete niños y niñas ucranianos de sus familias de acogida ... en Álava. Tras casi dos meses viviendo un verano seguro y tranquilo lejos de la guerra, 95 jóvenes ucranianos de entre 8 y 18 años repartidos por Euskadi y Navarra regresan a un escenario de guerra que en la noche del miércoles al jueves dejó en Kiev al menos 15 muertos en un ataque masivo ruso.

Publicidad

«Para nosotros es un drama», reconoce Amaia Díaz de Corcuera, que junto a su pareja Iñigo Corres acogen a dos hermanos, Danyyl y Nazar, de 11 y 10 años, respectivamente. «Son meses súper intensos de hacer actividades todo el día», destaca. Aunque su historia viene de tiempo atrás. Tras la invasión rusa en febrero de 2022, tres meses después, en mayo, Amaia e Iñigo abrieron las puertas de su casa a los hermanos hasta noviembre del año siguiente. «Hicieron vida como chavales de aquí. Fueron a la ikastola, hicieron deberes en casa. Ya hablan castellano y euskera, pero euskera bastante mejor. Son unos fenómenos», afirma. Aunque echen de menos su tierra natal, siempre «quieren quedarse un poco más».

La distancia no rompe su estrecha relación y mantienen el contacto por videollamadas. Viven en una pequeña aldea gélida que a veces impide que el autobús escolar les pueda llevar a clase. «Me da pena porque pierden muchos días de clase. Son los únicos niños de la aldea, junto a su hermana pequeña, y poder divertirse con otros chavales en la escuela lo es todo para ellos». El frío, desafortunadamente, no es el único impedimento. «Hay días que te dicen 'pues hoy no podemos ir porque estaba la alarma antiaérea'», confesó Amaia con aún «los nervios a flor de piel».

«No nos ha querido contar mucho sobre su situación en Ucrania. No sé si termina de ser consciente»

También hay madres de acogida primerizas como Idoia Arrate que tutela a Soffia. «Intenso, pero bien», comenta sobre la experiencia de dos meses que ha compartido con su marido e hija biológica con la que se ha llevado «muy bien». Idoia está dispuesta a repetir una gratificante vivencia, un pensamiento que Soffia comparte. El agua, la naturaleza y los animales han marcado su verano lejos de las bombas y la radiación. «Hemos ido a la playa, a la piscina, es una niña muy activa», comentó. Sin embargo, ahora vuelve y desconocen su situación en Ucrania ya que «no nos ha contado mucho y tampoco hemos querido insistir. No sé si termina de ser consciente», reveló Idoia.

Publicidad

Igualmente, Luis María Santamaría se estrenó como familia acogedora junto a su mujer y dos hijo con Diego, un niño de ocho años. En los casi dos meses admitió que los primeros días «nos costaron un poco». En cambio, el idioma fue una barrera más sencilla de superar. «Como hoy en día con el móvil se traduce todo, pues no hemos tenido problema». Viven en Bergara y son del Athletic, un sentimiento que no dudaron en compartir con Diego. «Le gustaba mucho el fútbol y la piscina. Le llevamos a San Mamés y le gustó mucho», contó Luis María.

Los niños forman parte del Programa Extraordinario de Respiro, impulsado por la asociación Chernobil Elkartea, que desde 1995 trae a Euskadi a menores de zonas afectadas por la radiación del accidente nuclear de 1986. Una labor que cobra mayor urgencia, al agravarse la situación de estas familias tras la invasión rusa. Ayer, padres y madres de acogida acompañaron a los pequeños en una partida que esperan que no sea un adiós, sino un hasta pronto.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad