«Siento orgullo de que Vitoria tenga un centro de refugiados»
Acaba de ser nombrado Caballero de las Artes y las Letras de Francia por su comprometida mirada a la realidad. «Empiezo a ser viejo y la lengua se me suelta más y más rápido»
Un Caballero de las Artes y las Letras camina entre nosotros. La Academia francesa sólo entrega una de sus distinciones más antiguas – «data del siglo ... XVI o XVII»– a personalidades muy notables, por lo que Antonio Altarriba (Zaragoza, 1952) siente un legítimo «orgullo». Pero su caso es realmente singular. Cómo siendo un 'humilde' guionista de novelas gráficas ha logrado entrar en la médula de un jurado que no se conforma con poco. El propio galardonado tiene su teoría: «El tipo de cómic que hago yo, que no es tanto de evasión o aventura, sino de compromiso social, denuncia... 'toca' la conciencia. La inmigración, la memoria histórica, la explotación laboral, todo eso está en la calle, yo lo reflejo en un medio muy ágil».
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– Ha sacado el tema de la inmigración, vigente en todos los telediarios. Usted ya narró la odisea de un niño africano hacia Europa en 'El cielo en la cabeza'.
– En 'El cielo en la cabeza' expongo hasta qué punto la gente que llega hasta aquí merece tener una acogida digna, teniendo en cuenta lo que ha sido su pasado y las motivaciones que les traen hasta aquí. Muy a menudo es gente que ha debido huir porque su vida estaba en peligro, como los malienses que hemos tenido en Vitoria. Hay ciertos países africanos que viven una situación de confrontación. Millones de personas huyen de la guerra o por su condición de género. Hay también circunstancias económicas y muchos refugiados climáticos. En el 'cuerno' de África una gran cantidad de terreno se ha desertizado. La gente ya no puede dar de pastar al ganado, no tienen qué comer y emigran. El viaje que emprenden es una aventura llena de peligros. Para mí los inmigrantes son los protagonistas de la gran odisea de nuestro tiempo. Los Ulises de nuestra época son ellos.
«Los inmigrantes son los protagonistas de la gran odisea. Los Ulises de nuestro tiempo»
– En Vitoria se va a abrir un gran centro de refugiados en Arana. ¿Está de acuerdo?
– Estoy de acuerdo, sí. Por parte de los más reacios parece que vamos a recibir emigrantes como si vinieran por un capricho, a darse la gran vida, con una 'paguita' solo por llegar. Hay una voluntad de cortar la relación que estas personas tienen con su pasado, se les despoja de humanidad. Y nosotros, digamos los países occidentales, que nos hemos beneficiado de las riquezas y de las materias primas de estas zonas, tenemos cierta responsabilidad en la situación de estas personas, ¿no? Creo que lo menos que puede hacer un país como el nuestro, donde nos lo podemos permitir, es crear los recursos suficientes para acogerlos. Esta gente nos va a aportar muchas cosas. Riqueza cultural, económica... En un país en donde la población está muy envejecida, donde la natalidad ha descendido muchísimo, los necesitamos. Si en España hemos crecido un par de millones de habitantes, y en Álava también, es en buena medida gracias a la migración. No solo no veo ninguna objeción en que existan este tipo de centros sino que yo me siento orgulloso de vivir en una ciudad y en un país en donde se produzcan estas acogidas. Y que el dinero de mis impuestos se dedique a labores como estas.
– Pero existe una resistencia en la gente, quizá sugestionada por bulos imparables que descalifican a los migrantes. Y en Francia tienen un problema de integración.
– Sí, soy bastante pesimista en lo primero y me preocupa que pase aquí lo segundo. Porque no es solamente en el ámbito de la inmigración donde los falsos discursos, los malintencionados y las realidades paralelas se van imponiendo. El sistema de información del que hoy en día nos nutrimos nos sitúa en burbujas aisladas. A la persona que tiene una querencia o una preferencia por la ideología ultra la están continuamente machacando con esos contenidos. Y los algoritmos de las redes sociales refuerzan ese sesgo ideológico. ¿Cómo podemos convencer de que realmente existe una fraternidad universal y que todos, de una manera o en último término, somos africanos? Es muy difícil.
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– La inmigración ocupa la política local, nacional e internacional. Es más un reto que un problema. ¿Cómo cree que se está gestionando?
– Mal, muy mal, ¿no? Ten en cuenta que para que exista una solución debe existir una coordinación entre los distintos partidos en torno a una voluntad. Y estoy viendo que hay muchos partidos que se mueven con el sentir popular de la gente. No les importa tanto lo virtuoso de su propuesta, uno de los valores y fundamentos democráticos, sino las encuestas. Y si hay una población que es receptiva a los discursos de odio dice 'oye, si es un caladero donde hay peces, yo me voy a pescar allí'. Esos valores éticos y morales en los que en un principio se supone que se tendría que basar la gestión política se han perdido. La política no pretende el bien. Ha pasado del bien de los ciudadanos a la búsqueda de la victoria de un partido.
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– Entonces, ¿cómo frenar esa bola de nieve?
– Buff. Es muy difícil porque esto es un negocio. Estamos en un punto histórico, aunque en cada momento de la historia se piensa que es el no va más (ríe). Hay una convergencia e interactúan distintos factores nocivos. La entrada de la Inteligencia Artificial proporciona unos recursos enormes a aquellas herramientas ya diseñadas anteriormente para polarizarnos. El capitalismo desbocado se ha hecho con el mando junto a responsables políticos y empresarios sin un mínimo de conciencia, ni remordimientos u honradez. Todo eso se retroalimenta. Y es evidente que preferimos creernos lo que nos gusta que a descubrir lo que nos disgusta.
«La política no pretende el bien. Los valores éticos que debía perseguir los ha perdido»
– «Los imbéciles han ganado la batalla», dice el escritor Juan José Millás. ¿Está de acuerdo?
– Totalmente, totalmente. Y tienen un buen caldo de cultivo que es la frustración. El capitalismo en los últimos años se ha desbocado, se han acelerado los mecanismos de ganancias y las desigualdades entre los más ricos y los más pobres han aumentado de manera muy, muy importante, obscena, sólo en los últimos años. Cuando tú me preguntas qué hacemos, digo pues procurar resistir, procurar combatirlo desde tu pequeño podio o púlpito, como es mi caso, ¿no? Una gota en el océano. Pero ahora además se ha extendido el rollo de que todas las opiniones valen lo mismo. Y no. Eso de que todas las opiniones son respetables no es verdad. Hay opiniones que no son respetables porque son mentira, porque son un factor de confrontación social, porque pueden beneficiar a algunos pero perjudican a muchos. Por ejemplo, ahora hay un calentamiento global, que vivimos y padecemos. Pues el propio Trump en el discurso en Naciones Unidas lo niega, por un interés económico, y le siguen millones. Caminamos hacia el abismo y no queremos verlo.
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– Otro debate, queremos buenos servicios, pero hay que pagar impuestos.
– Claro, nadie quiere pagar impuestos, pero el sector público no se sujeta en el aire. Las partes interesadas dicen que te están quitando el dinero y además que te lo quitan a ti para dárselo a los más indeseables o a los moros. O por ejemplo, esta idea también muy interesada de que, como todos los políticos son iguales y son corruptos entonces se lo gastan para sus vicios o se lo quedan ellos. Y resulta que algo de eso también hay. Nos encontramos con un sector amplísimo de la población que es muy escéptica con respecto a la política. Tiene motivos porque hay casos palmarios. Mira la dana de Valencia.
«Caminamos hacia el abismo y no queremos verlo. Soy pesimista»
– Hace cuatro años afirmó que con los años ya no se censuraba. «Me voy radicalizando». Pues con todo lo que ha contado...
–Pues más, claro (ríe). En estos cuatro últimos años ha pasado de todo. Te diría que simplemente estoy atento a los síntomas y los escucho. Y eso me preocupa porque veo una deriva que no va en la buena dirección. Y además, yo creo que ya he llegado a la edad, cuando empiezas a ser viejo, que te desinhibes. Como tienes una mayor independencia social dependes menos de que te acepten los demás. Ahora, como esas esclavitudes no las tengo la lengua se me suelta más, y más rápido. Encima, el entorno a tu alrededor lo ves como más desinteresado, más pasota, indiferente. A veces tengo que contenerme porque van a decir que soy un pesado, que estoy todo el tiempo hablando de un tema y de cosas serias. Preferimos creer lo que nos gusta, aunque sea mentira, a admitir lo que nos disgusta y vivir en la ensoñación y en la mentira. O en la ocultación y estar narcotizados.
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– La última, un poco de relax. A Bob Dylan le concedieron el Nobel de Literatura tras recibir el título de Caballero de las Artes en Francia. ¿Quién tiene más posibilidades de recibir el Nobel, usted o Donald Trump el de la Paz?
– (Ríe a carcajadas) Trump, Trump. Clarísimamente. No deja de ser curioso que el hombre que ha creado más confusión, más beligerancia y más odio sea precisamente el que se postula para este premio. Cuando es un broncas de cuidado, un macarra.
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