Un sector dividido en un momento crítico

Entre quienes sí responden con nombre y apellido predomina el rechazo a una iniciativa «totalmente política», que ha generado «demasiadas discrepancias» en Rioja Alavesa, aunque en la comarca recuerdan que «hay que incidir en conseguir una mayor diferenciación para nuestros vinos».

Esa aspiración, eso sí, «debe trabajarse dentro del sector», ahora también «muy preocupado» por el aumento de costes para conseguir botellas o barricas o la subida de precios del transporte «cuando las ventas empiezan a recuperarse, pero todavía muy despacio». «Y llevamos un año y medio muy malo».

Hay mucho histerismo. Me ha llamado mucho la atención el nivel de drama que se ha alcanzado estos días. Creo que hay un contexto muy claro: hay una necesidad de añadir contenido a una denominación de origen que ha quedado superada. Creo que ya no vale una denominación genérica, que nos ha abandonado a muchos, que sentimos que ya no pintamos nada allí. A mí, como a otros bodegueros, ya no me representa.

Entre nosotros, entre los agricultores, nos llevamos bien y hay un intento de separarnos. Vengo de Burdeos y creo que allí conviven realidades muy distintas. Hay vinos de cinco euros, negocios que venden un gran volumen y otros que se encargan de generar imagen, con los 'grand cru'. ¿Por qué allí funciona ese modelo de éxito y aquí tenemos que estar como corderos?

Creo que con la propuesta que se hace no se rompe nada, de hecho me gustaría que en Rioja Alavesa hubiera siete denominaciones de origen diferentes: Oion no tiene nada que ver, por ejemplo, con Labastida. Tenemos que subir el listón, ser más aspiracionales.

No se ha contado con la gente, con los viticultores y bodegueros, y no se puede intentar cambiar algo sin consultar. Ha sido un movimiento inesperado. Han estado unos cuantos políticos, de un lado y otro, jugando con mi futuro desde un despacho. Yo creo que aquí se han sacado una guerra de la manga hasta que han llegado unas cuantas bodegas grandes, han pegado un golpe en la mesa y todo se ha paralizado.

Yo también apuesto por cambiar algunas cosas y por incidir en la diferenciación, de hecho etiqueto mis botellas como vinos de Labastida. Pero ahora no es el momento de complicar la vida a las bodegas con más burocracia administrativa porque ya tenemos suficientes problemas.

También digo que esta fórmula de una denominación alavesa dentro de Rioja me parece infinítamente mejor que 'Viñedos de Álava' porque eso sí supone romper con algo que somos todos nosotros. Y es que claro que somos vascos, pero también riojanos. Mis viñas y mis uvas son como las de Briñas o San Vicente de la Sonsierra. Somos hermanos.

Aquí lo importante es generar valor en toda la cadena productiva, que el agricultor cobre un precio digno por sus uvas y no los 60 o 65 céntimos que se les paga a veces, que haya una competencia leal y no veamos crianzas a 2,10 euros... Eso es lo que hace daño a la comarca y es lo que debemos cambiar. Pero yo apuesto por la unión en Rioja porque la unión hace la fuerza. De hecho, ya estamos consiguiendo avances con los vinos de zona, municipio y viñedo singular. Existe una trazabilidad que demuestra de dónde proceden para luego mostrarlo a los clientes.

En esto tenemos que centrar los esfuerzos, porque somos viticultores y no políticos, porque no se puede jugar con el negocio y la ilusión de la gente. Ya cansa volver a escuchar los mismos discursos en determinados momentos, porque eso genera incertidumbre. ¿Cómo le explicas a un distribuidor de Europa o Estados Unidos qué esta pasando?

Yo respeto todas las iniciativas pero también digo que el Consejo Regulador es un ente privado y quien no esté cómodo puede salir.

Ni me gusta cómo ha actuado el PNV con su propuesta, que es totalmente política, ni tampoco el Gobierno de La Rioja con su respuesta de hacer una cumbre para no se sabe muy bien qué. Ha quedado claro que somos unos cromos para ellos y hemos asistido a un esperpento esta semana.

Yo sé que mi mercado exige diferenciación en los vinos, claro. Pero eso debe llegar del sector, de la tierra, de quienes conocemos el negocio, y luego los clientes comprarán los que más le gusten, sin que nadie les diga nada. Ahí radica la clave de todo y en eso hay que trabajar, no en otras propuestas que buscan otros intereses distintos.

La gente en Rioja Alavesa y en toda la Denominación Rioja tiene una sensibilidad y ya se empieza a cansar de que cada cierto tiempo se juegue con ella desde algunos despachos. Y, sobre todo, que se creen enemistades, porque yo estoy convencido de que no les importa la diferenciación de los vinos o del 'terroir', sino que únicamente miran nuestro negocio porque hay dinero y también votos cada cuatro años en las elecciones.

Me alegro de que se haya retirado la iniciativa. Era una propuesta completamente política, no iba de cómo diferenciar el 'terroir' o los vinos, en absoluto. Y no digo yo que sea necesario incidir en esa singularidad, pero poco a poco y desde dentro, no impulsando un nuevo consejo regulador para que se maneje desde el Gobierno vasco. No es la solución crear otra infraestructura más.

Somos los viticultores y bodegueros, en nuestro ámbito, en este caso el Consejo Regulador de Rioja, los que tenemos que proponer cambios. Se han conseguido algunos con las nuevas menciones de vinos, se están haciendo campañas de promoción, pero todavía tenemos retos pendientes. Aunque la fórmula del PNV no es el camino en mi opinión porque en cierto modo es rupturista.

Se habla de una denominación alavesa pero no se tiene en cuenta que en Labastida o Samaniego nos identificamos más con los pueblos riojanos de Ábalos, San Vicente de la Sonsierra o Briñas que con Oion, que es Álava. ¿Y qué hacemos los que tenemos viñas en dos comunidades?