Las patatas solares alavesas que guiarán la energía agrícola en España
Un ambicioso proyecto liderado por Neiker en Arkaute servirá para regular la actividad agrivoltaica a nivel nacional
Los campos de Arkaute junto a la sede del centro de investigación Neiker acogen desde hace medio año la infraestructura agrivoltaica más grande de España. ... Se trata de casi una hectárea de superficie en la que se han instalado 212 módulos fotovoltaicos y que será «clave» para redactar una normativa nacional que en el futuro regule el uso de los terrenos agrícolas para producir energía limpia. El incremento de instalaciones de paneles solares en los últimos años genera una competencia por el suelo con el sector primario que es necesario abordar cuanto antes.
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En este sentido, los resultados que se obtengan en este proyecto se antojan fundamentales. Desde el pasado mes de abril, en Arkaute las placas solares comparten espacio con cultivos de alubia pinta alavesa, lechuga, espinacas, patatas de siembra y de consumo, zanahoria, remolacha de mesa, cebolla y rábano. Plantaciones a las que en otoño se sumarán otras como guisantes. Han pasado pocos meses desde que la infraestructura –integrada en el proyecto europeo AgriPower liderado por Neiker– se pusiera en marcha, pero ya se han obtenido los primeros resultados.
212 Módulos fotovoltaicos
Los que se han colocado en una parcela de Arkaute de casi una hectárea. La energía generada se emplea íntegramente para el autoconsumo del campus..
«Hay un efecto significativo», resume la investigadora Amaia Ortiz, responsable del Departamento de Producción y Protección Vegetal de Neiker y coordinadora del proyecto, sobre el hecho de colocar paneles sobre diferentes cultivos. «La microbiota del suelo cambia y también el microclima que se genera en ese lugar. Hay modificaciones en la humedad del suelo y en la temperatura del aire», sostiene esta ingeniera agrónoma. Influye sobre todo la sombra que se proyecta sobre las plantaciones, una situación a la que habitualmente no tienen que hacer frente.
Para controlar todas las variaciones se han instalado nueve estaciones micrometeorológicas tanto aéreas como subterráneas (llegan hasta 90 centímetros bajo tierra) que monitorizan parámetros como la humedad del suelo o la temperatura del aire. Las lechugas son las primeras que han arrojado resultados. «La calidad no se ve afectada pero sí se ha modificado el peso. Se reduce ligeramente pero siguen siendo comerciales», detalla Ortiz. El equipo de investigadores también ha observado cómo varían los ciclos de los cultivos dependiendo de la sombra que reciben. En los próximos meses obtendrán más conclusiones valiosas sobre otras plantaciones como la patata, la cebolla o la alubia pinta.
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En su contexto
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Cultivos Bajo las placas solares se han plantado patatas, alubias, lechugas, espinacas, zanahorias, remolachas, cebollas y rábanos. En un futuro se añadirán guisantes.
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Estudios Se analizan parámetros como la humedad del suelo o la temperatura del aire y cómo la presencia de los paneles afecta a las plantaciones.
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Agripower Forma parte de un proyecto más extenso en el que también participan Francia y Andorra.
La altura de las placas solares y su anchura está adaptada para que la maquinaria agrícola pueda trabajar sin problema sobre el terreno. Y más allá de ser imprescindibles para esta investigación, los módulos que reciben la irradiación solar servirán para producir parte de la energía que se empleará en el centro de investigación de Arkaute. En concreto cubrirá el 10% de necesidades de las instalaciones.
«La prioridad siempre son los cultivos. Lo más importante para nosotros es que la tierra bajo las placas siga siendo superficie agraria útil. Lo que se saque con la fotovoltaica sería algo adicional», apostilla Amaia Ortiz, que en este proyecto trabaja de la mano del ingeniero en Energías Renovables Aritz Merchan y la veterinaria Nerea Mandaluniz. «En estos momentos no nos podemos permitir perder tierra agrícola para poner placas solares. Combinar ambas es la solución y lo que estamos investigando.
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Porque el sector necesita evidencias reales, obtenidas en condiciones de campo, para poder tomar decisiones bien fundamentadas», añade. Lo cierto es que ahora mismo en España no existe una legislación en este sentido, por lo que los proyectos de agrivoltaica se encuentran con un «vacío legal». «Lo que sí existe es un acuerdo relativo a la PAC para que esas tierras en las que se instalan paneles sigan siendo susceptibles de ayudas», aclara Ortiz.
«Lo más importante es que la tierra siga siendo superficie agraria útil, la fotovoltaica es adicional»
Amaia Ortiz
Investigadora
El proyecto europeo AgriPower en el que se enmarca la iniciativa alavesa cuenta con una inversión de 1,8 millones de euros y socios en Francia y Andorra. La segunda pata, aunque menos desarrollada que la dedicada a la agricultura, está vinculada a la ganadería. También en una parcela de Arkaute se está analizando cómo la generación de energía renovable mediante placas afecta al pastoreo ovino, en concreto de ovejas latxas. «En este caso la unidad experimental es mucho más pequeña y por el momento se está realizando con un toldo», aclara la investigadora. El objetivo a largo plazo es analizar el comportamiento del ganado, la calidad del pasto y el impacto sobre la biodiversidad.
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El ejemplo de Alemania, Francia e Italia
Las instalaciones para la generación de energía solar ocupan una superficie que, en muchas ocasiones, coincide con tierras agrícolas y cultivadas. Una situación que en los próximos años irá a más según las previsiones que maneja la Unión Europea. En este contexto, cada país avanza a un ritmo diferente a la hora de regular la convivencia entre ambas actividades. Mientras España se encuentra en una situación de vacío legal –con la excepción de Cataluña, que sí dispone de una Instrucción Técnica–, Alemania, Francia e Italia son pioneros y referentes en este campo. Allí se dispone que en el caso de tierras fértiles, las placas solares solo se pueden instalar si se combinan con la agricultura.
En Alemania a la hora de colocar estas estructuras se debe asegurar un rendimiento agrícola mínimo del 66% respecto a un rendimiento de referencia. En el caso de Francia, llevan tiempo trabajando para regular este modelo. En concreto desde el año 2009. La norma actual del país galo sostiene que las infraestructuras que se instalen debe en todos los casos aumentar o mantener el rendimiento agrícola y contribuir positivamente en los ingresos económicos del horticultor, o, como mínimo, en mantenerlos. También hace referencia a la adaptación al cambio climático y a la protección frente a eventos climáticos adversos.
En el caso de Italia en el año 2024 se prohibieron nuevas instalaciones fotovoltaicas en suelo agrícola, como en los otros casos solo se permiten si son combinadas. Cataluña es la excepción en España y prohíbe que estas estructuras dañen la composición natural del suelo.
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