«En otros países aprendes más de la vida que aquí»
82 jóvenes forman la primera promoción postpandemia de cooperantes vascos. Ayudarán a 15 oenegés en 31 proyectos humanitarios
La diáspora vasca crecerá este verano con 82 nuevos cooperantes. 65 mujeres y 17 hombres (49 vizcaínos, 17 guipuzcoanos y 16 alaveses) viajarán de la ... mano de 15 oenegés que desarrollan 31 proyectos en 12 países, ocho de Latinoamérica y otro cuatro africanos. Ayer el Gobierno vasco les hizo entrega de sus billetes de avión, el seguro y la documentación que necesitarán durante su estancia. En su visita a Lakua, la consejera de Igualdad, Justicia y Políticas Sociales, Beatriz Artolazabal, valoró su altruismo y les animó a «llevar muy lejos el buen nombre de Euskadi». «Aprenderéis mucho de esas buenas gentes que a buen seguro, nos superan en muchas facetas humanas», apreció.
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Itziar Irazabal, coordinadora del programa Juventud Vasca Cooperante, se mostró por su parte contenta de retomar la actividad tras dos años parados, hizo las veces de amatxo y lanzó los últimos consejos antes de que mañana mismo salgan parte de sus txikis de Loiu rumbo a sus exóticos destinos. Desde como evitar que te metan algo en la maleta, la dichosa burocracia covid, qué no comer o cómo evitar sobrecostes al embarcar. «Habrá tiempo para todo, pero por favor recordad que sois los primeros que debéis cuidar de vosotros mismos», lanzó tratando de ser tajante y al mismo tiempo no atemorizar al personal.
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Olatz
Iurreta (Bizkaia)«Los proyectos hidrológicos son los que mejor me engloban»
Tras estudiar un Máster en Gestión Integral del Agua, Olatz Agirre quería aplicar ese conocimiento a un proyecto concreto. Tras barajar varias opciones, la ONG Ayudas en Acción le ofrecerá esa oportunidad. «Voy a trabajar en dos comunidades cerca de Puebla (México) para testar la calidad del agua y verificar si es apta para el consumo humano o para regar. Creo es el proyecto que mejor me engloba». Hasta allí, hasta las faldas del volcán Popocatépetl, reconoce que «va un poco a la aventura». «Hasta ahora estaba súper tranquila, pero ahora con el billete en la mano sí que me he puesto algo más nerviosa», confesaba. En casa su familia de momento «lleva la preocupación por dentro». «No quieren meterme miedo, pero me han dicho que en el momento que no esté bien me vuelva».
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Manex
Vitoria (Álava)«El turismo se queda corto al lado de esta experiencia»
La cooperación ofrece una magnífica oportunidad de vivir multitud de experiencia, incluidas las gastronómicas. Aunque, después de su paso por Cajamarca (Perú), Manex Garaio quizá deje descansar sus papilas gustativas de tanto aguacate –o palta, como se le conoce allí–. «Es una pequeña cooperativa. En mi caso me dedicaré a desarrollar para ellos una app», explica este informático que, aun así, se muestra dispuesto a hacer hasta las tareas de labranza más básicas. «Me he apuntado porque quiero contribuir y ayudarles con mis conocimientos y, al mismo tiempo, aprender de ellos». Y también, por qué no, «cambiar el chip». «Estoy acostumbrado a viajar, pero el turismo se me queda corto, solo haces fotos y ves museos. Eres un mero espectador. Esta experiencia te da una visión más completa».
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Ander
Bermeo (Bizkaia)«Perú va a ser mis primeras prácticas como profesor»
A Perú también se marcha Ander Muruaga, en su caso, a Socota. Allí desempeñará labores de administración por las mañanas en el ayuntamiento y por la tarde dará clases de formación profesional. «Les enseñaré proyectos de emprendimiento y a cómo manejarse con un negocio en el siglo XXI», comenta este bermeotarra recién salido de Sarriko. «Van a ser mis primeras prácticas como profesor, así que en mi caso va a ser una experiencia todavía más especial y un poco peculiar para empezar». En ese sentido, está convencido de que le servirá más para «evolucionar y crecer». «Allí puedes aprender más de la vida que aquí».
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Ane A
Vitoria (Álava)«Me voy a reencontrar con mi pasión con la música»
Sin todavía muchos detalles, lo que de momento Ane Aguirre sabe es que su próxima casa será San Ignacio de Moxos (Bolivia). «Vamos cuatro chicas a una escuela de música . Dos violines, un oboe y un clarinete», cuenta esta periodista de profesión, pero gran aficionada a la música. Una decisión, reconocía, inesperada. «Lo puse en el currículum y, cómo miran los intereses, me ubicaron ahí», relata. «Me han cambiado de profesión, pero me he vuelto a reencontrar con esa faceta mía que tenía abandonada», asume encantada. Por lo pronto, ya tiene pensado algún plan. «Me hace ilusión ir a la zona con más indígenas de Latinoamérica y aprender de su música y su apego a la tierra».
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