«Aquí hay un pueblo que pide justicia»

«Aquí tenía que estar toda Vitoria concentrada: para recordar a los que se fueron y por defender nuestros derechos», clamaba, a los pies del monolito que recuerda a las víctimas cargado de flores, una vecina de Zaramaga. Ella vivió de cerca la tragedia. «Estábamos en Reyes Católicos y se escuchaban los tiros». Porque el 3 de marzo no se resume en los trágicos sucesos de la iglesia de San Francisco de Asís y su entorno. Fue la consecuencia de una etapa de reivindicaciones sociales y huelgas que culminó con la desgracia de ese día en el que ya desde primera hora de la mañana se oyeron disparos por la calle que hoy conocemos como Avenida Gasteiz cuando la Policía Armada trató de disolver una asamblea obrera en la iglesia de los Ángeles. «Nos enteramos por el boca a boca y vinimos corriendo a ver qué pasaba», recuerda Patxi, quien regentaba un comercio en el extrarradio. «Fue un día muy duro», subrayaba otro de los congregados. «Yo era muy joven, pero mi padre me contó aquella noche que la policía había matado a algunos trabajadores».

En recuerdo de aquel día, y tras el tradicional homenaje frente a San Francisco de Asís en Zaramaga, la multitudinaria manifestación recorrió en casi toda su extensión una Avenida que se quedó pequeña ante la avalancha de vitorianos que se echaron a las calles. Y en la que se vivió el momento de mayor tensión, con los disturbios provocados por un pequeño grupo de violentos al volcar contenedores y lanzar botellas y bengalas contra el dispositivo de la Ertzaintza desplegado ante el Palacio Europa.

La tensión durante unos minutos fue máxima, entre gritos de «policía asesina» y el estruendo de cristales rompiéndose contra el asfalto. Todo ello provocó alguna carga de los agentes, mientras muchos manifestantes corrían buscando refugio. Una crispación que no abandonó una marcha cuya cabecera ya había alcanzado la Catedral Nueva. Y es que, el punto final del recorrido, que se quedó pequeño ante la marabunta congregada, fue también de un simbolismo elegido para la ocasión. Por primera vez la marcha acabó allí tras los funerales por los fallecidos celebrados el 5 de marzo de 1976 y que todavía hoy es una de las imágenes más icónicas de Vitoria.

Por la mañana, el monolito que simboliza la memoria del 3 de marzo fue el escenario de las tradicionales ofrendas florales de partidos políticos y sindicatos. La consejera de Justicia y Derechos Humanos, María Jesús San José (PSE), y el consejero de Turismo además de nuevo secretario general del PSE-EE alavés, Javier Hurtado, acudieron juntos: «Es un día para recordar a las personas que murieron construyendo la sociedad democrática que tenemos. Fue un día fatídico, muy dramático, en el que fueron asesinados cinco trabajadores defendiendo sus derechos laborales», señaló la consejera.

Por segundo año, después de que en 2024 por primera vez acudiese de un ministro, el Gobierno central tributó homenaje a las víctimas con la presencia de Fernando Martínez López, secretario de Estado de Memoria Democrática. «Estos horribles sucesos simbolizan las legítimas luchas por la conquista de mayor bienestar social y mejoras en las condiciones de trabajo y la represión por parte de las fuerzas policiales. Esta iglesia es un lugar de memoria y de recuerdo», reflejó el secretario de Estado, quien estuvo acompañado por la alcaldesa de Vitoria, Maider Etxebarria: «Rendimos homenaje a las personas que murieron defendiendo los derechos laborales».

Por parte del PNV, fue la presidenta del Araba buru batzar, Jone Berriozabal, quien señaló que «es una fecha guardada en la memoria colectiva vitoriana y alavesa porque cinco personas fallecieron víctimas de los disparos de la Policía Armada». Por parte de EH Bildu, su secretario general, Arnaldo Otegi, remarcó que «ninguno de los derechos que hoy disfrutamos serían posibles sin la lucha de los pueblos y del movimiento obrero. Estamos aquí para seguir su ejemplo».