Navajas en Euskadi
Multan con 5.000 euros al veinteañero que apuñaló en Vitoria a otro joven y se refugió en un narcopisoUna noche de fiesta abordó a la víctima en la calle y le clavó una navaja en el pecho. Fue localizado por la Policía Local en una vivienda que ocultaba una plantación de marihuana
Otra noche de fiesta finalizada en urgencias. Como recuerdo, la víctima luce una cicatriz de cuatro centímetros en el pectoral. Mientras que su agresor, otro ... veinteañero vecino de la capital alavesa, ha empezado a abonarle 200 euros mensuales hasta alcanzar una indemnización de 5.000 euros. Tampoco podrá acercarse ni comunicarse con él hasta 2027. Ni saltarse de nuevo la ley. Al mínimo resbalón legal irá «dos años» a la cárcel alavesa de Zaballa.
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Estos son los términos del acuerdo suscrito entre Roberto Gutiérrez y Oskar de la Fuente, los abogados de agresor, de 23 años, y apuñalado respectivamente. Con el aval del Juzgado de lo Penal número 1 de Vitoria se cierra la sorprendente agresión con arma blanca registrada la madrugada del 20 de septiembre de 2021.
Porque aquel «intento de homicidio» –como lo calificó la Policía Local en un primer momento, aunque finalmente ha quedado en «un delito de lesiones agravadas por utilización de instrumento peligroso»– permitió otro descubrimiento. El atacante se refugió en un piso en el barrio vitoriano de Judimendi. Un narcopiso para ser más precisos.
«Palabras desafiantes»
Minutos antes y «por motivos que se desconocen» siguió por la calle José Mardones a su víctima y a dos amigos. Cuando estos se percataron de su presencia frenaron su marcha, ante lo que el ahora condenado les dedicó «unas breves palabras desafiantes», según reza la sentencia por conformidad rubricada por la jueza de refuerzo Beatriz Ledo. La discusión duró apenas un suspiro. Lo que tardó el procesado en sacar «una navaja de siete centímetros» y clavársela en el pecho a su interpelado. Le dejó desangrándose y «huyó del lugar». El reloj marcaba las 3.40 horas.
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El acuchillado se presentó por su propio pie en las urgencias de Santiago, desde donde alertaron al 092. Las pesquisas de la Policía Local pronto dieron fruto. El sospechoso se había refugiado en un edificio cercano. Hasta allí acudió una decena de agentes municipales pertrechados con escudos, cascos y porras extensibles.
No les hizo falta debido a que el titular del domicilio les abrió la puerta al primer timbrazo. «El chico al que buscan está en el dormitorio», les indicó. En efecto, y con «rastros de sangre en su camiseta». Éste, en un primer momento contó que se había «defendido de una agresión». Para su desgracia, durante el registro de la estancia localizaron «sobre la cama» una navaja con una hoja de 7 centímetros y restos de sangre. Fue trasladado a un calabozo de la comisaría de Aguirrelanda.
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Instalación «sofisticada»
No quedó ahí la cosa. En el ir y venir de uniformados por las distintas habitaciones encontraron «dos instalaciones preparadas como sofisticados invernaderos para el cultivo de marihuana, con sus correspondientes sistemas de ventilación e iluminación». Las plantas habían sido podadas horas antes.
Bajo la encimera de la cocina descubrieron «varios recipientes de plástico de grandes dimensiones con diferente material para el cultivo, y en la entrada de la vivienda una caja que desprendía un fuerte olor a marihuana». Contenía 700 gramos de cogollos de esta droga, más 24 monodosis de dos gramos cada una, envueltas en papel de aluminio, preparadas para su venta al por menor.
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Aparte, sacaron del piso «luminarias, extractores de ventilación, filtros de carbono activo, humidificadores, higrómetros y un medidor. De esta manera el chico que abrió la puerta, que en la actualidad cuenta 22 años, fue imputado por «un delito contra la salud pública». Esta causa penal se tramita en otro juzgado vitoriano.
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