Un millón de euros para cortafuegos en Álava

2,8 millones de euros. Esa es la cifra que la Diputación alavesa destina al mantenimiento, la repoblación y la prevención de incendios en los montes del territorio durante este ejercicio que, tras los fuegos registrados en las últimas semanas, arroja uno de los peores balances en años. Más de 300 hectáreas se han visto calcinadas este 2022, con un verano marcado por dos importantes episodios de calor -y otro a finales de la pasada primavera- y las sucesivas alertas por riesgo de incendios. La institución foral se ha visto por ello obligada a tomar medidas extra a lo largo de la temporada estival, como el cierre de barbacoas en áreas forestales o la recomendación a los agricultores de limitar la cosecha a las horas menos calurosas.

Álava casi se había olvidado de estas magnitudes de terreno quemado tras varias temporadas sin apenas sobresaltos. Desde 2012 no se superaban las 100 hectáreas arrasadas por las llamas en la provincia en un año. En 1994, por ejemplo, con un verano catastrófico, ardieron hasta 622. El fuego declarado a principios de este mes en Zambrana, que movilizó a efectivos y medios de cuatro comunidades autónomas, se ha convertido con 190 hectáreas calcinadas en el suceso de este tipo más grave ocurrido en Álava desde el incendio que sufrió Villamaderne (Valdegovía) en 2001.

En la Diputación, eso sí, inciden en que «los incendios se apagan en invierno». Del total de su partida destinada al Servicio de Montes, 1,7 millones -aprobados en junio- se dedican a la gestión y conservación de bosques, con el fin de mantenerlos en buen estado y reducir su material combustible. Y otro millón está presupuestado para la construcción de abrevaderos, desbroces de matorral y también la apertura de pistas forestales y cortafuegos, unas infraestructuras imprescindibles para la penetración en zonas de escasa accesibilidad que, en incendios como el que cercó hace una semana Santa Cruz del Fierro y Ocio, se echaron en falta. La partida más pequeña de esta cuantía (102.022 euros) va para la siembra y repoblación en áreas degradadas al tiempo que, aseguran, el Departamento foral de Agricultura trata de fomentar el pastoreo extensivo como otra medida complementaria para la reducción de la materia seca, propagadora del fuego.

La polémica sobre la lucha del territorio contra el fuego, sin embargo, está servida, sobre todo, por la falta de equipos aéreos de extinción propios. En los últimos sucesos han llegado, por ejemplo, desde La Rioja y Navarra. De hecho, EH Bildu ha presentado una moción en Juntas Generales al respecto con la intención de nutrir de más recursos a los 181 profesionales que conforman el cuerpo de Bomberos de Álava.

La institución foral se defiende y recuerda que hay convocada desde junio una OPE -con 46 nuevas plazas- y que este año, antes de que comenzaran las llamas, ya se adquirió una nueva autobomba forestal, además de impartir cursillos sobre su conducción, el acceso a fincas de cereal, el análisis y la planificación de incendios forestales e incluso se realizó un simulacro de fuego el pasado 24 de junio. Las medidas no convencen en los pueblos afectados por estos sucesos, que califican de «excelente» la coordinación interautonómica pero acusan a la Diputación de levantar «una cortina de humo» sobre la presunta falta de medios. Las partidas presupuestarias son, a su juicio, «ridículas». «Si hubiera medios aéreos, esa ayuda no se habría necesitado», denuncia el alcalde de Zambrana, Aitor Abecia.

El regidor de Berantevilla, Mario Perea, también se muestra crítico: «No se hizo mantenimiento en treinta años del cortafuegos que se realizó tras el incendio en el Txulato de 1994». Abecia cree que «la prueba es que se mandó un bulldozer» y pide «más brigadistas con formación en gestión forestal» así como la creación de anillos perimetrales en pueblos como Ocio o Berganzo, «donde el bosque llega hasta las puertas de las casas».

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