Internos del Centro Penitenciario Álava preparan parte del menú que se servirá esta noche en la prisión. blanca castillo

Cuando la mesa de Navidad está fuera del hogar

Por obligación o por pura devoción así se pasa la Nochebuena en prisión, en un convento, en un hospital y en un camión

Sábado, 24 de diciembre 2022, 00:31

Puede que usted lleve días, incluso semanas, mentalizándose para lo de esta noche, para la cena más familiar. En un ejercicio de resignación se habrá ... dicho que no, que no le queda otra, que no tiene otro remedio que sentarse a la mesa con esos primos a los que solo ve una vez al año, con esas tías, más que carnales descarnadas, que le harán ver, sin contemplaciones, que desde la última vez ha cogido unos cuantos kilos. La mera idea de compartir mantel con su cuñado seguramente le provocará una sensación de extremo agobio, de asfixia, como de estar encadenado con oropel y espumillón en estas fechas tan señaladas. No está solo. Hay más gente como usted. Y piense que, en el fondo, sí puede elegir con quién y, sobre todo, dónde pasar esta estas fechas. Hay quien no, quien pasará estos días sentándose a una mesa navideña lejos de un hogar. Así se pasa la Nochebuena en lugares tan dispares como una prisión, un convento, un hospital... o la cabina de un camión.

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En su casa se ha quedado más de una vez su sitio vacío. Su familia está más que acostumbrada a sus ausencias, incluso en días tan señalados como el de Nochebuena. «Siempre he intentado que me cuadrara para pasar la Navidad con la familia, pero hay muchos años que es imposible porque tienes que cubrir a un compañero o que, directamente, no puedes llegar a tiempo», cuenta el vitoriano Alfonso Martínez de Heredia, transportista internacional de 61 años.

«Nunca le he dado mucha importancia a estos días, pero es verdad que cuesta mucho estar lejos, sobre todo antes, cuando mis hijos eran pequeños, que entonces no había videollamadas como ahora», reconoce el hombre, que ha pasado días de Navidad en Dusseldorf y en Bonn y en Lyon y en Milán. Suena mucho más cosmopolita, más glamuroso de lo que en realidad es. Mientras su familia se juntaba en el comedor de casa, con ese belén «con fuente y todo» que acostumbran a montar, a él le tocaba cenar en áreas de servicio de carretera o, incluso, en la cabina del camión. «Siempre te encuentras con que esos días sirven algo especial y yo me he intentado dar un capricho: nunca me falta un paquete de jamón de jabugo al vacío», revela. «Ese es el mejor bocata navideño que te puedas imaginar», ríe.

Bastante más elaborado es el menú que se encontrarán esta noche los internos del centro penitenciario de Álava, donde además de asomar los bigotes algún que otro langostino cocido no falta una reconfortante sopa de pescado y un pollo asado relleno. El menú se prepara en las cocinas de la propia prisión, donde cada día se guisa el rancho que después se reparte en los 15 módulos de la cárcel.

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«Un paréntesis»

Tanto la carta que se ha previsto para esta noche como la que se servirá en Nochevieja contempla opciones para diabéticos, para vegetarianos y también para la población reclusa de credo musulmán con dulces navideños sin grasas de origen animal. Y, sí, para el último día del año se servirá un surtido de embutidos en el que, además de jamón de bodega no faltará el -ejem- chorizo a la mesa.

«Se trata de compartir una cena especial para establecer un paréntesis estos días», destaca el director del centro, Benito Aguirre, que explica que la monótona rutina presidiaria se ve estos días alterada con distintas actividades. El pasado jueves se celebró un concierto de la banda de rock vasco Esne Beltza y hay programadas para estos días exhibiciones de herri kirolak, 'pasacalles' organizados por los propios reclusos. Todo eso para los que se quedan estos días, porque los responsables de la prisión calculan que desde el 15 de diciembre hasta el 15 enero unos 150 reclusos (del total de 800) disfrutarán de permisos y podrán pasar estas fechas señaladísimas más allá de los barrotes, al calor del hogar y llenándose los pulmones de libertad.

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Su cautiverio es radicalmente distinto. Responde a la pura devoción. Y su mesa navideña también es infinitamente más frugal que la de cualquier hogar. La cena que han preparado para esta noche las hermanas Salesas en las cocinas del convento de la Vistiación, en Vitoria, se limita a una ligerísima sopa de arroz que de forma extraordinaria acompañarán con un asado de carne con puré de patatas y unos turrones como único exceso navideño. «Para nosotras lo importante es lo espirititual y para todos nos debería importar mucho más con quién que qué cenar», incide la hermana Angélica, la superiora de una comunidad, que esta noche, seguro, también rezará por todos los que pasarán este día postrados en la cama de un hospital. Los pacientes de Txagorritxu y Santiago recobrarán fuerzas con un consomé (mano de santo) y hasta se darán una pequeña alegría con unos dulces navideños.

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