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Iruña-Veleia quiere mostrar su «verdadera» historia
El objetivo es que, además de atraer turistas, se convierta en escuela y laboratorio de la arqueología
Los restos más antiguos documentados en Iruña-Veleia se retrotraen entre las edades del Bronce y del Hierro, aunque su época de mayor esplendor llegó ... en la época romana. Sin embargo, su enorme valor histórico quedó ensombrecido cuando en 2006 comenzaron a aparecer en las excavaciones dirigidas por Eliseo Gil unos elementos cerámicos con sospechosas inscripciones en euskera que la Justicia declaró falsas en junio de 2020. Ese importante borrón en su milenaria historia siempre le perseguirá, pero el yacimiento quiere abrir «un nuevo tiempo» para destacar la parte «verdadera» de su historia.
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Su importancia es inmensa. En la Vasconia antigua hubo tres importantes ciudades en época del Imperio Romano, las tres 'iruñas': Pompaelo (Pamplona), Oiasso (Irún) y Veleia. La última, situada en el actual municipio de Iruña de Oca, rebosa de historia. «En una excavación de dos metros cuadrados hemos sido capaces de encontrar el taller de un herrero con su fragua, su zona para enfriar el material y un sótano», evidenció este viernes uno de los arqueólogos que guiaba a las distintas autoridades vascas que acudieron para descubrir los últimos avances en las labores de recuperación que se han sufragado.
Pero queda mucho, muchísimo terreno por explorar. Apenas se ha actuado sobre una de las once hectáreas del antiguo recinto amurallado. Porque, más allá de un interés turístico, aspira a ser una enorme fuente de conocimiento histórico con «rigor científico» y recursos tecnológicos adecuados. De ahí que en los dos últimos ejercicios se hayan inyectado 1,5 millones entre los Fondos Next Generation de la Unión Europea y las partidas presupuestarias del Gobierno vasco y de la Diputación.
«Vivimos en un momento para resurgir y renacer porque hay elementos, voluntades y coyunturas. Ya no hay nada que lo manche y podemos hacerlo sin complejos. Hemos dejado atrás los problemas en los que se vio envuelto este yacimiento y sabemos la verdad sobre lo que aquí ocurrió», destacó el diputado general de Álava, Ramiro González. «Es un elemento que queremos lucir y que se conozca más. Hay que aprovechar todo el potencial que tiene, que es inmenso. Queda mucho por descubrir y divulgar», confió.
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El dinero de los últimos años se ha aprovechado para consolidar el tramo suroeste de la muralla y restaurar los mosaicos y cisternas de las domus de 'los Rosetones' y de Pompeya-Valentina, a la vez que se han reparado caminos a pie y los accesos. Elementos que, en algunos casos, no se habían 'tocado' desde la década de los cincuenta, cuando Gratiniano Nieto dirigió cuatro campañas de excavaciones. También se han impulsado actuaciones de investigación, divulgación e interpretación, como visitas virtuales con tecnologías de tres dimensiones.
«Nuestro objetivo es conocer cómo vivieron las personas de este entorno y cómo pudieron influir sobre aspectos como la toponimia, además de registrar aspectos de la historia», consideró Javier Fernández Bordegarai, jefe del Servicio foral de Museos y Arqueología que actuó como guía de las instituciones entre las que se encontraba Ramiro González; el consejero de Cultura, Bingen Zupiria, y la diputada foral del mismo ramo, Ana del Val. «Hemos empezado a realizar prospecciones aéreas y por georradar que nos empiezan a dar resultados muy sugerentes. La cantidad de restos arquitectónicos en este entorno es inmenso», reivindicó.
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«No se trata de remover tierras, sino de buscar indicios de otras épocas y entender cómo vivían los que estuvieron aquí antes que nosotros», señaló Zupiria. «Estamos asentando las bases para el proyecto que tiene la Diputación de cara al próximo decenio», afirmó el consejero y es que la idea es convertir Iruña-Veleia en «escuela y laboratorio en prácticas de investigación» en patrimonio cultural. Para eso, se va a intentar atraer a instituciones de carácter académico que se dedican a la arqueología para que desarrollen en Álava sus programas de prospección.
Entre Iruña-Veleia, el Valle Salado de Añana y el Jardín Monumental de Santa Catalina se dibuja «un triángulo privilegiado fundamental para conocer la historia de nuestro país y plantear el crecimiento en las próximas décadas del conocimiento y del turismo sostenible», apostó Bingen Zupiria.
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