La muerte de un guardia civil que ha unido a las policías vascas
Surgió de una reacción espontánea. Conmovido por el fallecimiento, un ertzaina animó a siete compañeros a ir al cuartel de Sansomendi. Ese gesto prendió la mecha de la solidaridad
Esa llamada de teléfono lo cambió todo. Un patrullero de la Ertzaintza de servicio llevaba horas rumiando la muerte por coronavirus de un guardia ... civil anunciada ese viernes 20 de marzo. La mala nueva le tocó la fibra. Aún no nos habíamos acostumbrado a las actuales cifras de fallecimientos. Faltaban poco más de diez minutos para los aplausos de las ocho de la tarde. Tras consultárselo a su compañero, telefoneó a otros veteranos de su turno.
«Tenemos que ir a mostrar nuestros respetos», sugirió. Tres patrullas respondieron. Solicitaron permiso a base. El salvoconducto no terminó de llegar pero alguien decidió tirar para adelante. «Dijimos 'vamos allá y que sea lo que Dios quiera'», desgrana uno de esos ocho pioneros muy a su pesar. Su aplomo cambió una regla no escrita; la de la falta de gestos de complicidad entre los cuatro cuerpos de seguridad operativos en el País Vasco.
Su aparición descolocó a los habitantes de la comandancia de Sansomendi. «Varios nos aplaudían entre lágrimas», evoca. Uno a uno, estos ocho ertzainas se cuadraron ante un mando de la Guardia Civil y hasta le estrecharon la mano. «No había nada planeado. El saludo militar es tan frío, ellos estaban tan hechos polvo que salió así».
Aquella secuencia se hizo viral en horas. «No lo hicimos pensando en la repercusión, sino por sentimiento». Al día siguiente hasta el presidente Pedro Sánchez alabó su gesto en su comparecencia al país. Días después, a preguntas de este periódico, la consejera de Seguridad, Estefanía Beltrán de Heredia, lo calificó de «gesto de solidaridad, de los muchos que estamos viendo y viviendo en esta situación inédita y excepcional». La cantante Vanesa Martín incluyó uno de estos saludos en su último videoclip, llamado 'Un canto a la vida'.
El espontáneo guiño solidario, jamás visto por estos lares, abrió la senda a una ristra de homenajes que traspasó el término municipal hasta expandirse por todo el País Vasco; Bilbao, San Sebastián... Aún continúa. Policías locales, guardias civiles y ertzainas arroparon el pasado martes a sus compañeros de la Policía Nacional de la comisaría de Betoño.
Dos días después del homenaje de Sansomendi, ertzainas y policías locales de Vitoria apalabraron rodear Txagorritxu para insuflar ánimos a los sanitarios y pacientes. De ahí marcharon en caravana a Santiago. A medio camino, muchos encendieron sus sirenas ante el júbilo de cientos de vitorianos, que inmortalizaron con sus smartphones la sorprendente imagen. Ahí nació el primer y, hasta la fecha, único, choque de esta historia.
El tirón de orejas
La 'nagusi' de Vitoria, Victoria Landa, autoproclamada aspirante a la dirección de la Ertzaintza, llamó al orden a sus subordinados. Fuentes internas aseguran que tildó el acto de «mamarrachada». Al jefe de ese turno le tocó redactar un informe ya en poder de la unidad de asuntos internos. Se expone a una sanción. Seguridad dijo públicamente que sólo se le requirió su versión por el ruido que «molestó a los vecinos». Curiosamente, el miércoles 8, este departamento alentó una visita similar al barrio bilbaíno de Otxarkoaga para honrar el día del pueblo gitano. Las sirenas sonaron sin problema.
El 'briefing' (pase de lista) de la tarde del miércoles 1 de abril también fue especial. «Compañeros solicitaron permiso oficial para plantarse ante la oficina de la Policía Nacional en la calle Olaguíbel para honrar el fallecimiento por el Covid-19 de un agente de ese cuerpo», ilustra otro agente. Cuatro patrullas acudieron. La muesca definitiva que agitó al 'otro' bando.
«Ambos gestos nos llegaron al corazón», coinciden policias nacionales y guardias civiles. Los siguientes días, deslizan medios internos del instituto armado, se intensificaron los contactos con un único fin: escenificar una comparecencia conjunta de los cuatro cuerpos. «Policía Local dijo que sí a la primera. Costó más con la Ertzaintza».
Se eligió el viernes 3. ¿La excusa? Alentar a sanitarios y pacientes de los dos grandes hospitales públicos de Vitoria. Policías nacionales, guardias civiles y policías locales quedaron en puntos cercanos y aparecer juntos. «Hasta el último segundo temimos que no viniera la Ertzaintza», admiten los medios consultados. Al final sí lo hizo. En Txagorritxu, con la patrulla de custodia en ese punto. Regalaron así una instantánea única. Los cuatro uniformes a una, con el añadido de los bomberos de Vitoria.
«Demasiado hemos tardado en agradecerles que estén aquí. Cuando ETA y su entorno impusieron la dictadura del miedo, se les dejó de lado», argumenta un ertzaina perteneciente a esa generación que vio arder a Jon Ruiz Sagarna en una emboscada de la kale borroka, que perdió a Jorge Díez, que cada mañana miraba debajo del coche, y que el coronavirus les ha hecho estrechar unos lazos inimaginables.
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