La Diputación quitará más algas de las playas del pantano tras la muerte del joven ahogado

La acumulación de los vegetales fluviales se observa en áreas cercanas a las propias zonas de baño según pudo constatar este periódico y los bañistas que se acercaron, sin llegar a provocar aglomeraciones y colas. «Se ven zonas de algas a simple vista y hay que llevar cuidado. Nos solemos confiar en los pantanos, pero hay algas, fango, corrientes...», indicaba David, que ayer acudió desde Bilbao para juntarse con Fran, de Vitoria, y reunir a los pequeños Julen, Markel y Aritz, que chapoteaban en la orilla de la película de agua.

¿La estampa es la habitual o hay más algas? «Este año haymás», respondía el bilbaíno. «Te confías, porque lo ves como una piscina, pero nosotros nos solemos meter hasta la cintura solamente», apostillaba antes de hacer notar que viene con frecuencia a la playa de Garaio.

Sandra Pipaón y Raúl Acedo también tomaron sus medidas de precaución con sus hijos Sein y Oihan. «Hemos visto las algas y como se querían poner en labarca hinchable los hemos metido en esta zona acordonada, que no tiene algas», relataba Raúl. Sandra, por su parte, todavía seguía incrédula por lo ocurrido el jueves. «Es una tragedia. Te vas a la playa, te bañas en mitad del mar, en un barco... y te pasa aquí», apuntaba. Ambos se vieron «sorprendidos» por la presencia de estos organismos.

En el mismo sentido se pronunciaba Susana, residente de Zarautz, pero que frecuenta las playas alavesas porque están «menos masificadas y son más tranquilas». Ayer se trajo a Olatz, la pequeña de la casa, «a ver pájaros». Ella advertía la presencia de «bastantes más algas que otros años; se ven las manchas» y lo achacaba a «estos meses de sequía, quizás».

Vigilancia y lanchas

Beatriz y José Luis llevan «30 años viniendo: primero con los hijos y los amigos; ahora con sus novias», en este caso Lorena yUxue, que acompañan a Marcos y a Asier. Ellos, vecinos de Beasain, quitaban hierro al trágico suceso y preferían centrarse en lo importante: «Vamos a disfrutar», dice Beatriz mientras José Luis empezaba a disponer los víveres sobre la mesita. Ellos lo traían todo: cartas, libros, comida, cascos, una barca hinchable, un balón...

«Antes hacíamos barbacoas cuando se podía hacer fuego y hasta hacíamos las chuletas; ahora ya no», añadía José Luis en medio de un tenderete que, por tener, contaba hasta con una hamaca dispuesta para descansar entre los dos árboles que dan algo de sombra al puesto de los socorristas.

Por lo pronto, los socorristas cuentan enfrente de su puesto de vigilancia con una lancha preparada para salir a atender cualquier emergencia en caso de que se produjese. En el caso de la playa de Garaio Norte, son tres los profesionales dispuestos para atender las incidencias. Pese a que el suceso del pasado jueves no deja de ser aislado, en el pantano de Ullíbarri-Gamboa se han ahogado más de 70 bañistas y navegantes en las últimas seis décadas.