La media de edad del parque inmobiliario del Ensanche ronda los 53,8 años. IGOR MARTÍN

El riesgo de que el centro urbano pierda vitalidad

Los pisos del Ensanche son grandes y donde antes residían varias personas, ahora queda una. O dos. Sin una buena densidad de población, las tiendas tienen menos clientes y la prestación de servicios es más ineficiente

Domingo, 24 de octubre 2021, 01:27

Es muy frecuente que las zonas más céntricas de las ciudades sean las que tienen un parque inmobiliario más antiguo y, por lo tanto, menos ... actualizado a las nuevas necesidades. En Vitoria, por ejemplo. La edad media de las viviendas que se levantan en el Ensanche ronda los 53,8 años, diez más que las edificaciones de Txagorritxu o veinte por encima que en San Martín. Ahí, en el centro, los pisos son grandes, y donde antes residían varias personas, ahora queda una. O dos. «Cuando eso ocurre la ciudad pierde vitalidad», expone el urbanista Juan Alayo. Las tiendas a pie de calle tienen menos clientes y la prestación de servicios públicos es más ineficiente al faltar una buena densidad de población.

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Lo que se plantea ahora es un «reto fascinante a escala urbana» que, lamenta, no se tiene muy en cuenta por parte de las administraciones cuando se hace la planificación. ¿Qué se puede hacer? Los edificios residenciales han de adaptarse «a unas unidades familiares cada vez más pequeñas». Es decir, hay que hacer los pisos más reducidos para «sostener los niveles de población en rangos razonables». Para las nuevas promociones propone Alayo requerir unas construcciones «suficientemente flexibles para que se puedan hacer cambios con cierta facilidad y bajo coste». Para las viejas, como en el Ensanche, «tener un marco jurídico y fiscal que incentive esa adaptación a las nuevas necesidades». Esto viene a ser facilitar la división de pisos grandes en otros más pequeños.

Aunque también advierte de que hay ciertos límites autoimpuestos por la propia mentalidad de la gente. La «rigidez emocional» que hace que muchas personas mayores se aferren a su piso, innecesariamente grande, porque es su entorno conocido, el lugar donde están los recuerdos, la zona de confort.

Junto a pisos más pequeños, el investigador de Deusto Roberto San Salvador del Valle apunta que debe ganar protagonismo el alquiler. «Vivimos en un entorno cambiante: no hay empleo estable, ni parejas estables...». En esta situación, el arrendamiento es la fórmula que permite con más facilidad adaptar el lugar de residencia a la situación de cada momento.

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