Jonathan Herrero, 'frontman' de Rambalaya. El Correo
Jonathan Herrero | Vocalista en A Contra Blues y Rambalaya

«Tengo la sensación de que el festival de jazz es más un evento social que musical»

El artista vitoriano vuelve a Vitoria para hacer 'doblete' hoy en el Prado con Rambalaya y el jueves en el café Dublín

Jon Casanova

Sábado, 12 de julio 2025, 01:04

Melómano por encima de músico. Jonathan Herrero (Vitoria, 1980) vuelve este sábado a la que es su casa para cantar al frente de Rambalaya en ... el parque de El Prado (22.30 horas). Es una de las actividades paralelas que lleva a cabo el Festival de Jazz de Vitoria, certamen que cuenta con la colaboración de ELCORREO. Residente en la ciudad condal desde los 23 años –estos últimos en Badalona–, ahora le da la «vuelta al calcetín», dice, y cumple más años viviendo en Cataluña que en Vitoria. Es una de las voces más prestigiosas del R&B y pertenece a A Contra Blues –ganadores del European Blues Challenge de 2014– además de Rambalaya, que publicaron su tercer disco, 'Plays For The Brokenhearted' en marzo de este año. Aprovecha esta visita a Vitoria para hacer 'doblete'. El jueves 17 actuará junto a su amigo Paquito Sex Machine en la terraza del Café Dublín dentro del programa 'Clubes de Jazz', también asociado al festival.

Publicidad

– ¿Qué supone para usted cantgar en Vitoria. ¿Siente algo de nostalgia? Será algo distinto.

– Sí, mola mucho. Venir para casa siempre es guay. Un poco tópico, pero es la verdad. Además, casi siempre que vengo, no es el caso de ahora, suelo tocar en la sala Hell Dorado, que está al lado de casa, yo me criaba ahí. Vivía ahí, básicamente. Llevamos años viniendo al Festival de Jazz a tocar en la Virgen Blanca. Siempre vienen todos; la jefa –su madre–, el hermano, el abuelo, el papá… Y los colegas, que a veces no te tienen tan ubicado en lo que estás haciendo en Barcelona. Ahora    ahora ya sí, claro, pero igual están hasta algo aburridos todos de verme cantar –risas–.

– Este sábado canta con Rambalaya con el que hace pocas semanas publicó el videoclip del single 'Telephone'. ¿Qué recibimiento ha tenido?

– Pues la verdad es que muy buenmo. Este último disco y el anterior en general, a nivel crítica, prensa están funcionando muy bien. Tanto este tema como el álbum. Ha generado un poco de atención de alguna forma. Son discos, estos dos últimos sobre todo, en los que hemos hecho un poco de producción grande desde la humildad. En el último álbum tenemos a 25 personas tocando entre cuerdas y coros. Encima, lo grabamos todo en una semana, mientras que algunas grabaciones se van hasta los seis meses.    Pero nosotros no tenemos ese presupuesto ni de lejos. 'Telephone' es más garaje, tiene un sonido más crudo. El videoclip también es fruto de las circunstancias. El hijo de Anton–batería de Los Mambo Jambo– es actor y tiene colegas trabajando en la escuela de cine. De repente todo cuadró y fuimos a la escuela donde yo trabajo. En el patio hicimos el vídeo, que es todo como en Cataluña dicen muy 'casolà', como casero. Tampoco es que haya unos presupuestos gigantes, así que se van haciendo las cosas con cariño.

Desconocimiento

«Cuando te ponen algo rico en la mesa dices 'hostia puta'. Solo que esta música no está en el menú»

– ¿Cree que el Festival de Jazz ayuda a darle más visibilidad al género?

– Claro. Esto es un privilegio para una ciudad. Todos los músicos de jazz que he conocido en mi vida en Barcelona, que son muchos, y de muchos países, conocen el festival. Aparte de que los hoteles se llenan, el turismo llega a la ciudad... Siempre he tenido la sensación de que es más un evento social que musical. Todos los jazzeros saben dónde está Vitoria, seguro. Eso es importante. Pero no creo que tenga un reflejo real en la gente.

Publicidad

– ¿Por qué no?

– Cuando vivía en Vitoria teníamos la sensación de que salvo el Gaztetxe y otros cuatro sitios, no había nada más. De repente, la venía el Festival de jazz y la ciudad se animaba. En esos años tocar en los bares estaba prohibido, te ponían multas, podías tocar en el 'Acid jazz', en el Río, pero no había una escena estructurada. Creo que ahora es un poco mejor. Mira, en todas las ciudades hay campos de fútbol, porterías... ¿Cómo vas a tener a un Messi o a Cristiano Ronaldo si los chavales no pueden jugar en un campo? Pues si no hay locales para tocar es lo mismo. En Barcelona viene gente de todo el mundo a estudiar jazz pero luego tiene problemas para desarrollar una carrera. Es muy difícil empezar. Tocar con una batería en Barcelona es una utopía si no pagas 800 pavos    por una sala.

– ¿Cree que el festival atrae gente joven?

– Sí. Me acuerdo de una anécdota. Un chaval    que después de un concierto nos vino a hablar. '¡Cómo ha molado, tío! ¿Quiénes sois?' Y dijo, 'es que cuando tu batería tocaba, se escuchaba'. Claro, es Anton Yall. Es uno de los mejores baterías de rhythm and blues de Europa. No somos tontos. Cuando a ti te ponen algo que está rico en la mesa, tú dices, 'hostia puta'. Lo que pasa es que esta música no está en el menú.

Publicidad

Futuro

«¿Cómo vas a tener un Messi si los chavales no pueden jugar a fútbol? Sin locales para tocar es lo mismo»

–Da clases de música en Badalona a adolescentes, ¿cómo ve el acceso a este mundo? ¿Es tan complicado como parece?

– Voy a llorar –bromea–. La música, que está enmarcada en lo que llamamos arte, a veces también hay que tener cuidado con esa palabra, creo que se ha devaluado mucho. Es arte y entretenimiento, viven dos mundos que a veces no tendrían por qué estar unidos, y sí lo están. Pero si solo te enseñan que eso vale para una cosa, que solo hay una forma de consumirla. Y que las canciones tienen que durar tres minutos y la voz tiene que entrar a los tres segundos porque sino tú no la escuchas... Mira, si coges una canción de Yes –rock progresivo– y oyes la intro entera, que es instrumental, no empiezan a cantar hasta que han pasado tres minutos . Y no te importa, porque tú estás en un viaje y entiendes que hay un desarrollo. Y lo mejor es que ese viaje te gusta y mañana dices, yo quiero volver a pasar por esa autopista. Eso ahora no existe en los niños y en los chavales. Necesitan un 'input' que sea inmediato. Si una canción no te puede enganchar en 20 segundos, estás muerto.

– ¿Y cómo se adapta a esa norma?

– Por muy 'boomer' que sea, tampoco les engaño. La pregunta que les hago es, ¿tú dónde quieres estar? La mayoría quieren ser Aitana, o Rosalía y me parece genial. Pero en esos casos no me hagas un tema de cuatro minutos donde la voz entra en el segundo 45 y no tiene estribillo. Si no, la gente no te va a prestar atención.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad