Un ladrón durante una de sus incursiones en locales de Murgia.

Los ladrones se ceban con los bares de Murgia

Hosteleros y el Ayuntamiento exigen «mayor presencia de la Ertzaintza a las noches» ante las «continuas oleadas» de saqueos

David González

Miércoles, 5 de abril 2017, 22:28

«Estamos tan desesperados que la mayoría de los bares del pueblo quitamos las máquinas de tabaco con la esperanza de perder atractivo para estos ... ladrones». Murgia y los pueblos cercanos padecen «desde hace meses» una epidemia sin visos de solución. Desconocidos, al parecer adscritos a una misma banda, saquean periódicamente los locales hosteleros de esta localidad ubicada en las faldas del Gorbea.

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Fuerzan las entradas a golpe de martillo o incluso a hachazo limpio. Su objetivo son las máquinas tragaperras y, hasta su reciente retirada generalizada, las de paquetes de cigarrillos. Su última razzia ocurrió hace seis días. De madrugada asaltaron un par de locales y también se pasearon por el txoko de la cercana Sarria. Se quedaron con las ganas de abrir su caja fuerte con una rotaflex robada en una vivienda cercana.

Preguntar en ambos pueblos equivale a recibir una sobredosis de inquietud, preocupación y enojo. El alcalde del municipio de Zuia, al que pertenecen, es Unai Gutiérrez Urquiza. El regidor, de EH Bildu, no se muerde la lengua hastiado ante semejante sangría. «En reiteradas ocasiones he trasladado a la comisaría las quejas de los ciudadanos que, día sí y día también, tenemos controles de alcoholemia, velocidad, seguridad o drogas durante mañanas y tardes. Pero a las noches, que es cuando se producen los robos, no sé si hay alguna patrulla», reprueba. «Algunos locales ya han tenido hasta seis entradas», prosigue inquieto. «Vienen aquí y no se contentan con uno. Hacen sus rutas».

«Hartos de ir a comisaría»

En uno de los negocios más afectados enumeran sus desgracias. «Nos han entrado al apalancar la puerta del almacén o tras romper un cristal de la entrada principal. Ha habido veces que se han llevado cerca de 1.800 euros entre el dinero de la tragaperras y el tabaco. Estamos hartos de bajar a la comisaría de Lakua a poner denuncias», comparten quejosos. En los dos últimos meses han puesto dos.

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La práctica totalidad de los negocios hosteleros de esta localidad de 2.400 habitantes ha experimentado la agria sensación de descubrir su local violentado. «Resulta frustrante», se sincera otro tasquero. En las últimas incursiones de este grupo delictivo no siempre han funcionado las alarmas. «Seguro que saben cómo desactivarlas», agrega.

Las cámaras de seguridad con que cuentan estos establecimientos revelan siempre la misma secuencia. Uno o dos encapuchados andan por la estancia con una indiferencia increíble. Van pertrechados con pequeñas linternas y, a veces, armados con un hacha, de la que se sirven para romper las tragaperras y extraer los cajetines con las recaudaciones.

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«Es escandaloso lo que está ocurriendo. Esta gente actúa con una impunidad absoluta. ¿Tan complicado resulta que la Ertzaintza tenga patrullas en la zona de dos a seis de la mañana durante un tiempo? Sólo así les van a pillar porque si se les llama tardan muchísimo en acudir», conjetura otro hostelero. Fuentes de la plantilla de la Policía autonómica reconocen que sólo suele haber «una patrulla» en esa zona y ésta «no da para todo».

Tragaperras a la vista

«Hace más de veinte años que abrimos y nunca había pasado nada hasta estos últimos meses», aclaran en otro negocio afectado. A principios de otoño retiraron la expendedora de tabaco. Cada noche vacían la tragaperras. La dejan «abierta y a la vista», a modo de vacuna ante estos cacos de apetito insaciable.

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«Sus visitas no siguen un patrón, aparecen varias veces en un corto espacio de tiempo para desaparecer durante semanas y vuelta a empezar», ilustra otra víctima. Todo indica que tienen bien estudiado el terreno. «Nos han entrado por detrás, conocen bien el sitio. Sólo nos han venido cuando el piso que tenemos encima muestra el cartel de Se alquila», informan desde otro establecimiento. «Nos han asaltado varias veces, casi siempre son más cuantiosos los desperfectos que generan que la cuantía del botín».

La semana pasada, estos ladrones dieron un giro de tuerca. En la cercana Sarria entraron en la casa de un vecino. Se llevaron una rotaflex, que utilizaron para tratar de abrir la caja fuerte del txoko del pueblo. Juan Carlos Alonso Moraza, presidente del concejo, subraya que «desmontaron un banco de la parte de atrás, cogieron un madero y forzaron la verja lo suficiente para entrar. Ya dentro se les resistió la caja. Me sorprende su frialdad, pero lo que realmente me preocupa es que pasen a entrar a las casas».

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