Tulipanes rojos y amarillos en un mitin del PP

La política, y más aún las campañas electorales, están cargadas de simbolismo. Es sabido que una imagen vale más que mil discursos, más todavía en las campañas de baja intensidad como estas de las Europeas, únicamente avivadas por el fuego prendido por el candidato popular Arias Cañete con sus declaraciones sobre el debate con su rival Elena Valenciano, por un lado, y la aparición del exsocialista Pasqual Maragall, enfermo de Alzheimer, en uno de ERC.

Y los colores que forman las banderas, todo el mundo lo sabe, son símbolos de extraordinaria fuerza. De ello se ha hablado en las últimas semanas en Vitoria, después de que se conociera, a través de este artículo de elcorreo.com, que el consejero de Salud del Gobierno vasco, Jon Darpón, del PNV, ordenó arrancar los bulbos de tulipanes amarillos de un jardín de su departamento (en la Avenida de Santiago de la capital vasca) porque en su esplendor primaveral combinaban de forma flagrante con otros de tulipanes rojos. Darpón ordenó retirarlos y cambiarlos por flores de color blanco, que junto al rojo de los bulbos preexistentes y el verde del césped formarían en su efímera floración primaveral los colores de la bandera vasca, la ikurriña.

El PP, que ya trasladó este asunto al Parlamento vasco al considerar fuera de lugar la preocupación floral del máximo responsable de la Sanidad vasca, llevó la simbología colorista este fin de semana a sus mítines de campaña. El diputado general de Álava, Javier de Andrés, subió al atril con un ramo de tulipanes rojos y amarillos, la combinación 'maldita' para el nacionalista consejero de Salud, y otro de tulipanes rojos y blancos, que también formaban los colores de la ikurriña junto a las ramas verdes que los acompañaban. Símbolos por todos lados.