La voz de 2014

Sam Smith tiene uno de esos nombres discretos, un poco anodinos, que a menudo se nos escapan por los huecos de la memoria sin dejar recuerdo. Pero su voz es otra cosa, una materia prima maleable, con alto contenido en soul, capaz de descender en graves acariciadores y elevarse con seguridad hasta agudos improbables. La voz sí se ha quedado en la memoria de muchos, aunque sea a través de las dos colaboraciones estelares de Sam con otros artistas: él era quien cantaba en el La La La de Naughty Boy, uno de los grandes éxitos de 2013, y también, unos meses antes, en el Latch de Disclosure. Pero parece que a este joven británico de 21 años le ha llegado ya la hora de triunfar en solitario. Su cambio de año no ha podido ser más prometedor, gracias a esa curiosa afición de los británicos por hacer vaticinios responsables: en diciembre recibió el premio de los críticos del Reino Unido, que aspira a "identificar el talento futuro", y el viernes pasado se erigió en ganador del Sound Of 2014 de la BBC, en el que un panel de 170 expertos elige al artista más prometedor de cara al ejercicio que comienza. Adele, por poner un ejemplo ilustrativo, también ganó ambos, en las semanas previas a lanzar su álbum de debut.

Sam procede de Great Chishill, un pueblecito de unos 600 habitantes en el este de Inglaterra, y se obsesionó con cantar desde pequeño. La culpa fue de la distancia que había desde su casa al colegio: su madre tenía que llevarle en coche y, aficionada a la música negra, amenizaba el viaje con discos de artistas como Chaka Khan, Aretha Franklin, Dionne Warwick o Whitney Houston. El chaval se empeñó en hacer lo mismo que ellas, entablando una especie de competición de voz con las grabaciones: "Todo el tiempo, todos los días, estaba cantando aquellas canciones de grandes divas», recuerda. De aquella época le viene su enganche a las vocalistas femeninas -«en realidad, no he escuchado a vocalistas masculinos hasta hace dos años», ha explicado a la BBC- y también, al menos en su opinión, su amplio espectro vocal: «Siempre he podido cantar agudo. Practiqué muy duro con un entrenador cuando me cambió la voz, pero, para mí, siempre ha sido lo normal: creo que es por haber replicado aquellas voces femeninas desde tan pequeño. Quería alcanzar las notas altas igual que ellas».

Los padres se dieron cuenta de que los gorgoritos del niño tenían bastante fundamento y decidieron ponerle a dar clases con una vocalista de jazz. Con diez años, escribió su primera canción propia, un villancico para un concurso en el que fracasó estrepitosamente. Intervino en musicales -"siempre en el coro»", se quita importancia- y, con 16 años, empezó a componer en serio. "Lo primero fue una canción que se llamaba Yellow Hat, y era sobre alguien de mi escuela que llevaba un sombrero amarillo", relata en la BBC. Porque, al parecer, Sam Smith es algo así como un hiperrealista de la composición, que siempre habla en sus canciones sobre sí mismo y sus sentimientos, a corazón abierto. "Todas y cada una de mis canciones es sobre algo muy personal. Es, básicamente, como un diario. Voy al estudio y cuento a los desconocidos mis emociones más profunda y más oscuras", resumía en una conversación con la revista Interview.

Su primer álbum, In The Lonely Hour, que saldrá en mayo, se ajusta a ese patrón. Sam Smith, defensor convencido de "la honestidad en la música pop", ha decidido que todo su debut gire en torno a un mismo tema: "Me he pasado toda la vida escuchando canciones sobre enamoramientos y rupturas, pero nunca he tenido pareja. Nunca he estado enamorado de alguien que me quisiera. Así que quería escribir un álbum sobre el amor no correspondido, un álbum para gente que está sola".

Vídeo: Sam Smith - Nirvana (en acústico)