Sombras en el corazón
The Raveonettes presentan este viernes en Bilbao su nuevo disco, «un sueño celestial que transcurre en el infierno»
CARLOS BENITO
Jueves, 21 de febrero 2013, 07:11
The Raveonettes son daneses, pero han hecho del rock and roll una segunda nacionalidad, que les vincula sentimentalmente a lugares muy alejados de su país de origen. Sune Rose Wagner, el chico del dúo, ha relatado alguna vez su peculiar formación musical en Sønderborg, un pueblo del sureste de Dinamarca: a falta de tiendas de discos y de amigos o parientes que le sirviesen de guía, solo tenía a su disposición la colección fonográfica de la biblioteca, centrada en las décadas de los 50 y los 60. «Si tuviese que citar un artista por el que sería capaz de morir, ese tiene que ser Buddy Holly», ha dicho alguna vez. La chica, Sharin Foo (el apellido viene de su abuelo chino), lo tuvo más fácil: creció en una familia hippie y estudió música clásica, jazz e incluso estilos tradicionales de la India antes de engancharse al ambiente punk de Copenhague. Hoy, los dos viven en Estados Unidos (ella lleva bastantes años en Los Ángeles, él ha pasado una década en Nueva York y acaba de mudarse también a California) y rastrean en su tierra adoptiva los ecos de su mitología personal. Al fin y al cabo, llevan las referencias hasta en el nombre: lo de Raveonettes es el extraño resultado de combinar dos homenajes, a las Ronettes y a la canción Rave On, de Buddy Holly.
El propio Sune ha explicado que su último álbum, el sexto, es el intento de hacer un disco al estilo de Los Ángeles, impulsado por un periodo de escucha continuada de The Doors. «Puedes oír Los Ángeles en todo lo que hicieron», asegura. Además de impregnarse del ambiente que respiró Jim Morrison, el cantante y guitarrista decidió viajar a California para airearse, después de que los médicos le diagnosticasen una depresión y le prohibiesen beber alcohol, pero parece que los atardeceres de Venice Beach no le sirvieron de mucha ayuda: «Allí sentí miedo y desesperación, una soledad maligna que llevó más allá mi consumo de sustancias», relata en las notas del álbum. Se cambió de barrio, a Hollywood, y aplicó sin éxito su peculiar método creativo: «Me emborracho y tengo momentos de lucidez en los que garabateo notas y pensamientos. Al día siguiente, empiezo a canalizar las ideas que he tenido la noche anterior». Al final, Sune acabó componiendo su álbum californiano de vuelta en su casa de entonces, en Nueva York, aunque regresó a California para grabarlo con Sharin en los estudios Sunset Sound, los mismos que utilizaron a menudo Morrison y compañía. Y, al final de todo este mareo de costa a costa, ha decidido asentarse allí, junto al Pacífico.
«Observator tiene un sonido suntuoso y bello, pero su corazón es sombrío y triste. Es como tener un sueño celestial y darse cuenta poco a poco de que transcurre en el infierno», describe Sune. A The Raveonettes siempre se les explica con una receta muy socorrida: melodías clásicas con armonías vocales a lo Everly Brothers y envueltas en guitarras desmadradas a lo Jesus & Mary Chain. Pero, en realidad, no hay muchas canciones en Observator que se ajusten a ese patrón, así que a lo mejor convendría ir cambiando de recurso. «Tenemos muchos elementos diferentes. Sí, hay cosas de los 50 y los 60, pero yo también escucho influencias de los 80 y más modernas. Creo que lo que ocurrió con nosotros, cuando empezamos, fue que la gente vio fotos nuestras con aire retro, de cine negro, y empezó a escribir que éramos un grupo de garaje y parte de un revival», se quejaba recientemente Sune en una entrevista con The VPME, donde también reivindicaba su pasión por el hip hop y el papel de la electrónica en The Raveonettes. La telonera en la gira española, por cierto, no tiene nada que ver con el rock añejo: Lowell es una prometedora artista canadiense que tiene editado un miniálbum junto a Apparatjik, el grupo en el que militan el bajista de Coldplay y uno de los miembros de A-ha.
Vídeo: She Owns The Streets