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Uri Caine ‘improvisa’ en una visita a San Sebastián./ Lozano
Concierto mañana en bilbao

Un pianista de estilo libre

No llega a tocar en las jardineras como muestra la foto, pero desde luego el pianista Uri Caine no sabe lo que son los prejuicios

CARLOS BENITO

Lunes, 1 de octubre 2012, 19:04

Seguramente Barón Rojo simplificaban mucho las cosas cuando cantaban aquello de que «el gran Beethoven hoy tocaríaaaaa rooooock», pero sí es cierto que, si hacemos la pirueta mental de trasladar hasta nuestros días a los grandes compositores, su música sale del túnel del tiempo inevitablemente contaminada de ritmos distintos, armonías sorprendentes y sonoridades contemporáneas. El increíble talento para transformar la música clásica sin que parezca un absurdo disfraz y, sobre todo, sin tirar su esencia por el desagüe es lo que ha dado más fama a Uri Caine, un pianista de Filadelfia que ha sabido inyectar sangre nueva a obras maestras de Mahler, Bach, Verdi, Schumann, Wagner o el propio Beethoven. Caine introduce nuevos desarrollos, suprime o añade compases, revoluciona la instrumentación e incluso pone a cantantes de música negra a interpretar lieder y arias de ópera, con un atrevimiento que a unos pocos les parece blasfemo y a la mayoría, simplemente pasmoso y revelador.

Sin embargo, el Uri Caine con el que arranca la temporada de otoño-invierno del ciclo 365 Jazz Bilbao no es exactamente ese, aunque nadie puede descartar que en algún momento empiece a sonar una pieza de Mahler metamorfoseada en klezmer judío o en cualquier otra cosa. Caine nos visita con su trío Bedrock, compuesto actualmente por Clarence Penn a la batería y Tim Lefebvre al bajo: se trata del más iconoclasta de sus múltiples proyectos, que ya es decir, con un uso generoso de la informática y cierta propensión a incluir elementos humorísticos en su música. Pero, además, estará con ellos en el escenario del Teatro Campos la poderosa vocalista Barbara Walker, que lo mismo ha cantado sobre letras del alfabeto en Barrio Sésamo que ha acompañado a estrellas variopintas como Patty LaBelle, Gladys Knight, Herbie hancock, Diana Krall, Al Jarreau, Celine Dion o Michael Bolton. Junto a esta mujer arrolladora, los conciertos de Bedrock escoran hacia el gospel, el funk, el soul y la música de baile que Uri Caine, nacido en el 56, escuchaba en la fecunda Filadelfia de los 70. El Fender Rhodes del pianista, de hecho, suele retrotraer directamente a aquella escena de ritmo imparable.

«Al público se le exige que sea como un dependiente de una tienda de música, que ha de saber catalogar cada obra para colocarla en un estante determinado», se ha quejado en alguna ocasión el músico, que al menos comprueba que esta obsesión por aislar unos sonidos de otros va a menos: «Hay más tolerancia, se permite que distintos estilos coexistan. Actualmente hay una sobrecarga informativa: puedes sentarte y escuchar música de Bali, después Beethoven y a continuación lo que antaño era oscura música contemporánea o electrónica poco conocida. Puedes encontrarlo todo y eso tiende a nivelar las cosas».

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