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Cearsolo, delante del Guggenheim. / MITXEL ATRIO
CULTURA

El camino de Cearsolo hacia la cárcel

El juicio por su desfalco en el Guggenheim se celebrará en dos meses tras aceptar ir tres años y medio a prisión Sólo se revocará el acuerdo si es contrario a derecho

JON FERNÁNDEZ

Domingo, 4 de octubre 2009, 04:57

La suerte de Roberto Cearsolo ya está echada. Salvo que su caso dé un inesperado giro de 180º, es una cuestión de tiempo que el autor confeso del desfalco de 556.482,06 euros en el Guggenheim Bilbao ingrese en prisión. Una vez aceptada la pena de tres meses y medio solicitada por el fiscal y la acusación particular, al ex director financiero del prestigioso museo bilbaíno tan sólo le queda aguardar a que los trámites judiciales toquen a su fin. ¿Cuándo ocurrirá eso? Establecer una fecha exacta es una misión imposible cuando se trata de un tribunal porque depende en gran medida de su volumen de trabajo, pero fuentes jurídicas consultadas por este periódico calculan que en alrededor de «dos meses» se puede celebrar el juicio oral. Apenas unos días después se comunicaría la sentencia.

La maquinaria de la Audiencia Provincial para la vista se puso en marcha el pasado viernes 25 de septiembre con el registro del escrito de acusación. El hecho de que el propio Cearsolo haya dado su conformidad a la pena y asuma la autoría de los delitos que se le imputan -apropiación indebida y falsificación de documento mercantil- va a permitir acelerar el proceso. De entrada, el Juzgado de Instrucción número 1 de Bilbao acabará su labor y el caso será adjudicado «seguramente la próxima semana» a una sala de lo Penal. El titular de ese tribunal deberá fijar después día y hora para un encuentro que, en realidad, no pasará de una mera formalidad.

Cuentan los expertos que un juicio de estas características, con acuerdo previo entre las partes, puede llegar a durar «dos o tres minutos». El juez se limitará a levantar acta de que las partes expresan su conformidad en acto público. Entonces, únicamente deberá comprobar que el escrito de acusación se ajusta a derecho, algo que «en el 99,9% de los casos» ocurre cuando viene avalado por el Ministerio Público. Si es así, declarará la conclusión del procedimiento y publicará el veredicto «en los mismos términos de la conformidad». Es decir, sin tocar ni una coma. «A lo largo de mi carrera no he visto nunca que se haya tumbado un pacto por ser contrario a las leyes establecidas, ni siquiera que el juez haya decidido cambiar sustancialmente algún punto», explica un magistrado.

«Devolverlo todo»

El ex director financiero del museo haría frente a partir de ese instante a la condena: tres años y medio de cárcel, una multa de 2.556 euros y el abono de las costas procesales. Todo ello no le exime de pagar el dinero que durante ocho años se llevó ilegítimamente de las sociedades Tenedora e Inmobiliaria de la flor de titanio -donde el capital es íntegramente público-, siempre mediante transferencias vía Internet donde operaba con claves logradas ilegalmente y la falsificación de la firma del apoderado de dichas empresas, Juan Ignacio Vidarte, en diversos cheques y talones bancarios.

A Cearsolo aún le quedan por devolver 118.582,06 euros -un 22% del montante total- y el Guggenheim se ha reservado la posibilidad de acudir a la vía civil para reclamar esa cantidad si no le es reintegrada. Fuentes cercanas a la defensa sostienen que, aconsejado por el letrado Javier Beramendi, la voluntad del encausado «siempre ha sido devolverlo todo». Si no lo ha hecho, insisten, es porque sus posibilidades económicas se lo han impedido. El hecho de haber restituido parate de lo que se apropió, así como el haber confesado la falta, le ha librado seguramente de una pena mayor.

A estas alturas del culebrón, todos los detalles del 'caso Cearsolo' parecen aclarados tanto en la fase de instrucción como en la Comisión de Investigación desarrollada en 2008 en el Parlamento vasco, donde el protagonista de la historia se negó a declarar por consejo de su abogado. El propio economista de Elgoibar, eso sí, se declaró desde el principio autor del desfalco. Lo hizo en abril de 2008 y desde entonces han ido saliendo a luz aquellos pormenores del fraude que él no confesaba. La novedad del escrito de acusación presentado el viernes es que está redactado en los mismos términos reflejados en un informe pericial encargado por Vidarte a una firma especializada; auqnue dicha auditoría refleja un desfase de 69.502 euros respecto a la cifra que el priopio Cearsolo reconocía en su primera autoinculpación. Al parecer, los distintos cálculos se debieron a una simple «confusión» a la hora de hacer las cuentas, aunque en un principio se creyera que era un intento de quedarse con dinero.

Hay que tener en cuenta que Cearsolo se deshizo de gran parte de las pruebas. Para intentar ocultar el millonario desfalco, el ejecutivo procedió en 2005 a «sustituir y arrancar» diversas hojas de los libros contables de las compañías en cinco de los ejercicios comprendidos entre los años 1998 y 2006. En algunos casos, llegó a «eliminar» datos y pasó a transcribir otros en su lugar mediante un programa informático. Todo porque la ruinosa operación de compra de dólares iba a hacer que el Tribunal Vasco de Cuentas Públicas (TVCP) analizara los números de la Tenedora y la Inmobiliaria, que hasta entonces no se habían sometido a control del ente fiscalizador al no estar consideradas por ley sociedades públicas. Lo malo es que, al cogerse la baja, su sustituto descubrió el 'pastel'. Cearsolo fue entonces despedido y denunciado con todo tipo de pruebas.

No dañar la imagen

Una vez cerrado el acuerdo sobre la condena, la brevedad de la vista oral permitirá ahora no dañar todavía más la imagen del Guggenheim bilbaíno. A pesar de todo, Vidarte no podrá ahorrarse el trago de sentarse cara a cara frente al hombre que traicionó su confianza. Será un encuentro fugaz. Y seguramente donde, con un escueto 'sí', ambos se limitarán a sellar el certificado que unos días después enviará a la cárcel al mismo hombre que daba lecciones en público sobre la gestión de museos.

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