"Me presento al Senado para suprimirlo"
Francisco Nicolás Gómez Iglesias, 'el pequeño Nicolás', anuncia su carrera política como independiente. "Mi familia se sorprendió, pero quiero ser firme en mis valores"
rodrigo ponce de león
Jueves, 10 de septiembre 2015, 00:04
Entrar en política puede ser peligroso. El profesor de Harvard Michael Ignatieff cuenta en su libro Fuego y cenizas que su aventura como candidato a ... la presidencia de Canadá fue un fracaso cocinado a fuego lento, salpimentado por traiciones, y trufado de encontronazos entre las necesidades del partido y la realidad que le exigían los ciudadanos. El intelectual sentencia: «Perseguí el fuego del poder y contemplé cómo la esperanza quedaba reducida a cenizas». Hay pocos personajes en España como Francisco Nicolás Gómez Iglesias, más conocido como el pequeño Nicolás, que con solo 21 años hayan experimentado el calor que desprende estar cerca del poder. Y pese a que su relación con el mundo de los poderosos se truncó violentamente con su detención hace poco menos de un año, este joven quiere volver a codearse con la élite lanzando su carrera política como independiente.
«Voy a hacer algo que nadie ha hecho en la historia de nuestro país a nivel político: voy a presentarme como candidato al Senado con el objetivo principal de suprimirlo. Es una institución que no sirve para nada. Es un cementerio de elefantes como hemos comprobado en estos últimos días con la entrada de expresidentes autonómicos, y una vía para financiar a los partidos políticos. Pero legislativamente no sirve para nada, no tiene la última palabra», explica Gómez Iglesias a las puertas de la Cámara alta mientras señala a los coches oficiales que van entrando en el garaje de la institución.
El Senado español tiene dos fórmulas para elegir a sus miembros. Por un lado, las asambleas autonómicas designan a un senador inicial y otro más por cada millón de habitantes de su respectivo territorio; por otro lado, los ciudadanos nombran por sufragio universal, libre, igual y directo a cuatro senadores por cada provincia. Esta es la grieta que ha encontrado este antihéroe para tratar de convertirse en una pieza incómoda para el sistema.
A pesar de su juventud, el pequeño Nicolás demuestra que domina bastantes claves de la comunicación política. A la entrevista con este periódico se presenta con un traje a medida de color gris oscuro, camisa blanca, corbata azul de Loewe y mucho más delgado que hace unos meses. Admite que lleva tiempo cuidando su imagen para dar el salto a la política. Con una habilidad innata para la comunicación y una telegenia natural, lanza frases cortas y claras, demuestra que tiene el discurso muy aprendido y no solo no esquiva el contacto con las personas sino que lo fomenta y cuida que los futuros votantes se lleven la mejor impresión posible.
Francisco Nicolás Gómez Iglesias conjuga un discurso donde mezcla el fin de las ideologías con el nihilismo de las nuevas generaciones y su desafección por la clase política. «Ya no estamos para ideologías, en todo caso yo quiero una ideología de hacer bien las cosas. Mi ideología es lo que funciona. Hay mucha gente que está a favor de cerrar el Senado, que está cansada de que se gaste el dinero en tonterías. Llevamos 20 años hablando de reformar el Senado pero nadie lo hace. No es ideología de derechas o de izquierdas sino de utilidad, esto sirve o no sirve».
Entre sus referentes políticos destaca a John F. Kennedy. «Es un político admirable, que hizo una labor estupenda cuando fue presidente de Estados Unidos. Me gusta sobre todo su ambición por ser el mejor», explica. Entre los españoles duda al señalar un ejemplo a seguir y se decanta finalmente por Adolfo Suárez.
Apenas discurren unos minutos desde que comenzó la entrevista y los transeúntes se agolpan para saludar o hacerse un selfi con el futuro candidato. El pequeño Nicolás testa sus propuestas y pregunta con naturalidad la opinión a todo el que se acerca. Sorprende el apoyo que suscita una persona que ha sido acusado por el Gobierno de farsante y que está pendiente de un juicio acusado de varios delitos.
Ante la imposibilidad de que una persona, sea o no senador, acabe con una institución como la Cámara alta, Gómez Iglesias señala el segundo de sus objetivos si consigue los votos necesarios: «Suprimir el Senado es una ambición difícil de conseguir por lo que, hasta que lo consiga, me convertiré en una especie de departamento de Asuntos Internos que vigile a los senadores: voy a fiscalizar lo que allí ocurra, controlar cómo se gasta el dinero, voy a pasar lista cada día para saber quién viene a trabajar y si Rita Barberá no viene, lo haré público, y si José Antonio Monago se va a Canarias a ver a la amiga también lo haré público».
El pequeño Nicolás inició su relación con la política cuando solo tenía 15 años. Con don de gentes y facilidad de palabra, el Partido Popular y su fundación FAES le abrieron las puertas tras comprobar que les llenaba los mítines y las salas con jóvenes. Posteriormente, Gómez Iglesias asegura que el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) le pidió que colaborase porque tenía fácil acceso a empresarios y políticos. El sueño de espía acabó con su detención. «A mí me detuvo ilegalmente el departamento de Asuntos Internos de la Policía, aunque soy un civil. Ahora les respondo con la misma moneda, voy a ser el Asuntos Internos del Senado, les voy a hacer la vida imposible para que tengan que trabajar», añade. Todavía está por ver en qué parte del espejo está el pequeño Nicolás en este esperpento donde el Gobierno del PP, y otras instituciones del Estado, no han aclarado muchos aspectos.
Ante la pregunta de si su aventura política responde a una artimaña para evitar sus problemas judiciales, explica: «Se puede confiar en mí, no soy un político al uso, me votan a mí como persona. No tengo problemas jdiciales, no tengo ningún juicio abierto, ahora mismo me enfrento a una investigación pero que es ilegal. Sé cómo funcionan las cloacas, pero además de saberlo, que hay muchos políticos que lo saben, soy el que estoy dispuesto a limpiarlas».
De todas maneras, su causa no se cerraría al convertirse en aforado en caso de ser elegido. No lo va a tener fácil. En las pasadas elecciones de 2011 los cuatro senadores por Madrid que consiguieron un asiento en la Cámara alta obtuvieron entre 832.952 votos (el candidato por el PSOE Enrique Cascallana) y 1.642.269 votos (el popular Pío García-Escudero). Pero no se desanima. «En las próximas elecciones habrá más partidos políticos en liza por lo que el voto se va a dispersar mucho, lo puedo conseguir», insiste.
A pesar de su entrega, el joven sabe que se va a meter en más problemas. «Al principio mi familia se sorprendió y se mostró reacia a que me metiera en política porque puedo tener bastantes problemas pero quiero ser firme con mis principios y mis valores», incide. Nadie sabe cómo va a acabar esta nueva aventura, si será la segunda parte de un sainete más propio de la picaresca española o un nuevo capítulo de una novela dickensiana.
Selfi tras selfi, los ciudadanos comparten un momento de gloria con Francisco Nicolás Gómez. Una mujer de edad avanzada se le acerca y le pregunta: «¿Es usted un actor?». Él responde: «No, señora, soy Francisco Nicolás». La señora le dice: «Ah, sí, que sepa que he rezado mucho por usted». El pequeño Nicolás se lo agradece y le explica sus planes políticos y tras un titubeo la anciana le responde: «Me parece muy bien pero voy a seguir rezando por ti».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión