La Diputación multa al gaztetxe de Galdakao con 3.000 euros por criar cerdos sin permisos

Los cinco cerdos que ante el asombro de los vecinos se escaparon del gaztetxe el pasado martes por la tarde para darse un paseo por la calle principal de Galdakao van a acarrear un grave problema administrativo y económico a los responsables del centro juvenil. Según informaron ayer responsables forales, la Diputación les impondrá una multa que rondará los «3.000 euros» por haber cometido tres faltas graves: tener a los animales en instalaciones «no adecuadas» y sin registrar, carecer de cualquier tipo de documentación «porque el dueño no ha sabido concretar su origen» y trasladarlos de forma ilegal al no haber pedido ningún permiso.

«Por lo anormal de la situación», ya que los gorrinos deambularon media hora por la calle Lehendakari Agirre sin causar daños hasta que fueron apresados -incluso uno tuvo que ser custodiado más tiempo en la comisaría municipal-, el Ayuntamiento notificó el mismo martes lo ocurrido al Departamento foral de Ganadería. Uno de sus veterinarios visitó ayer por la mañana el gaztetxe para comprobar las instalaciones tras lo que, según las propias fuentes forales, «hemos instado a uno de los responsables, que se ha identificado como familiar de los propietarios del edificio y dueño de los gorrinos, a que los traslade lo antes posible a un lugar que cumpla todos los requisitos legales». Los jóvenes se han comprometido a llevarlos en 24 horas a una explotación de Larrabetzu.

Desde el propio gaztetxe confirmaba Gorka Menéndez que el técnico foral «ya nos adelantó que tendremos que hacer frente a una multa por no tener las licencias necesarias». Menéndez aclaraba que los cerdos se escaparon por una verja, si bien no quiso dar mucho más datos «porque estamos hablando con la Diputación para solucionarlo y no queremos meternos en más problemas».

Según los vecinos de la calle Nafarroa, en la que se ubica el gaztetxe, «es la primera vez que ocurre algo así, si bien no teníamos ni idea de que tenían esos cerdos allí. Y, según las dependientas de la pastelería Urrestarazu, un comercio ubicado a escasos diez metros, «los chavales son muy tranquilos y nunca ha habido ningún problema con ellos». No solo eso, para ellas «el edificio que han ocupado estaba en ruinas y lleno de ratas, y ellos lo han limpiado y rehabilitado. Ahora presenta un mejor aspecto».