Pedro Piqueras, de 58 años.
TELEVISIÓN

El manchego discreto

Pedro Piqueras renunció al negocio familiar de alpargatas por la radio. Acaba de recoger el Premio Ondas al mejor presentador por su trabajo en los informativos de Telecinco

YOLANDA VEIGA

Domingo, 24 de noviembre 2013, 10:51

Pedro Piqueras (Albacete, 1955) tenía el destino «escrito» en la tienda de alpargatas de su padre. Pero él se empeñó en buscar su sitio fuera de aquel mostrador. «De niño soñaba con ser periodista, me gustaba escribir relatos, hacía los periódicos del colegio. Imagino que eso ya quería decir algo».

Publicidad

Sigue haciéndolo todavía. Piqueras escribe un relato cada noche, el de las noticias de las nueve de Telecinco. Lidera los informativos de la hora de la cena, por delante de Matías Prats (Antena 3) y a Ana Blanco (TVE). «Tengo un sentido aprecio por ellos, son fantásticos. Y esto es como una noria. Un día suben unos y otros bajan».

A él, ahora, le toca estar arriba, con una media de 2,3 millones de espectadores y un generoso 14,4% de 'share'. La guinda a estos números ha sido el Premio Ondas al mejor presentador que le dieron el jueves. Galardón que ha tenido que compartir con El Gran Wyoming (La Sexta), competencia y algo más. «Nos conocemos hace tiempo y tenemos amigos comunes. Compartimos premio y seguro que televidentes», cuenta Piqueras en una de las poquísimas entrevistas que concede.

Esta vez no le ha quedado más remedio, aunque parece un poco incómodo con los halagos. «Ni los busco ni los esquivo, no me siento muy afectado por eso. Llevo en televisión desde 1988 y he conocido situaciones de liderazgo y otras mucho peores. Pero agradezco los parabienes de la gente buena que me rodea».

Esta es la historia conocida, la de la tele, pero existe otra anterior, que empieza en sus años mozos. En aquel colegio donde firmó sus primeros artículos en cuanto aprendió a escribir. «Fui un buen estudiante, aunque repetí cuarto de Bachillerato. Me gustaba una niña de otro colegio y hacíamos novillos, o pellas o como se diga por estos lugares. Al final suspendimos casi todo y repetimos». Aquello sucedía a comienzos de los años 70 y Piqueras, entonces solo un adolescente, ya se había olvidado del negocio de las alpargatas. Tal vez nunca llegara a considerarlo. O quizá tuvo que ver aquella televisión que llegó para instalarse en su casa y revolucionar, no solo la vida familiar, sino la de todo el barrio.

Publicidad

«Torcer el gesto»

«Era una Werner color, una televisión alemana que aunque tuviera el pretencioso sobrenombre de 'color', se veía solo en blanco y negro, como todas. Fue la primera tele del barrio en una calle de casas bajas y sin asfaltar... Así que mi padre, que era un tipo muy generoso, la socializó. La sacaba por la ventana para que todos vieran los partidos de fútbol, a 'Rin Tin Tin' o las corridas de 'El Cordobés'. El ambiente era fantástico... En verano la gente venía con sus sillas de enea y con los bocadillos. En invierno, como en La Mancha hace un frío tremendo y en casa no cabían todos, la gente fue comprando sus propios televisores».

Y él, aficionándose más y más al arte de contar historias. En 1977 le tocó la puesta de largo, unas prácticas de verano en RNE. «Un compañero me engañó. Me pidió que le cambiara el turno porque su madre estaba enferma, así que me quedé con el horario nocturno que nadie quería. Pero bueno, gracias a eso me hice más necesario de lo que habría sido por la mañana y me hicieron un contrato». Once años en la radio... Hasta que en 1988 le ficharon como director del Telediario de TVE. «Entonces supe lo que era el pánico. Pasé unos días fatales pensado que no debía haber aceptado el encargo de Pilar Miró», confiesa.

Publicidad

También ha presentado las noticias en Antena 3. Y en 2006 fichó por Telecinco, donde dirige y conduce el informativo de noche junto a J. J. Santos, que se encarga de los deportes. «Pedro es un profesional muy responsable, tiene el guión en la cabeza y nunca falla», le aplaude el compañero. Y da fe del «carácter afable» de Piqueras, un tipo que «nunca se enfada», aunque alguna vez se le ha visto «torcer el gesto». «En el plató no le gusta que la gente hable, que le distraigan... Llega siempre cinco o seis minutos antes para probar, así que los de realización y sonido están encantados con él. Los demás llegamos sin margen casi, un minuto antes de salir al aire».

Un picoteo de queso

Y esa autoexigencia que muestra en el trabajo se ha visto recompensado ahora con el Ondas. «Pocas veces le he visto tan emocionado como con el premio. No se lo esperaba. Su informativo lleva líder seis o siete años y ha acaparado muchos galardones, pero el Ondas era una pequeña espinita clavada que tenía el equipo».

Publicidad

El periodista manchego seguro que lo ha celebrado con discrección. Quizá con un picoteo de buen queso a media tarde, una costumbre que ha instaurado en la redacción. «A eso de las seis o las siete, saca algo para comer. Así que cuando alguien del equipo se va al pueblo o de vacaciones, es normal que traiga chorizo de la matanza de su madre o cualquier otra cosa para merendar». Al menos, que las malas noticias, que de esas le toca dar unas cuantas todos los días, le pillen con el estómago lleno.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Accede todo un mes por solo 0,99€

Publicidad