La canción inesperada de David Bowie
En el día de su 66 cumpleaños, el cantante sorprende al mundo con un tema nuevo y anuncia su primer álbum en una década
CARLOS BENITO
Miércoles, 9 de enero 2013, 16:45
En los últimos años, David Bowie ha generado más rumores que noticias. La suerte de su carrera se torció en 2004: primero hubo una especie de aviso con aquel incidente ridículo del concierto de Noruega, cuando un palo de piruleta le dio en un ojo, y después tuvo que someterse a una angioplastia de urgencia por una obstrucción arterial. Se suspendió el resto de la gira, incluido el esperadísimo concierto en la plaza de toros de Bilbao, y sobrevino el misterio. Desde aquello, David Bowie ha tenido un puñado de apariciones públicas con Arcade Fire, con David Gilmour, con Alicia Keys y ha grabado algunas cosas colaboraciones y temas para películas, pero se ha mantenido fundamentalmente oculto, refugiado en su apartamento de Manhattan y en su vida privada y cómoda de millonario. Y, mientras tanto, se multiplicaban las murmuraciones sobre su estado de salud: a David Bowie muchos le veían ya como un morituri, una de esas estrellas condenadas, de quienes no se espera más novedad que su fallecimiento más o menos inminente.
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Videoclip: Where Are We Now?
Y, de pronto, ha dado la sorpresa. Hoy, justo el día en el que cumple 66 años, David Bowie ha desconcertado al mundo desvelando una canción nueva de la que nadie tenía noticia. Colgó el vídeo poco antes de la medianoche de ayer y el sencillo está disponible para precompra en iTunes: se titula Where Are We Now? (¿Dónde estamos ahora?) y lo ha grabado en Nueva York con Tony Visconti, su productor de cabecera, su amigo desde hace casi medio siglo. Se trata de una hermosa pieza de música que, desde luego, nadie podrá calificar de alegre: con ambiente melancólico, crepuscular, la voz dramática de David Bowie va evocando rincones de Berlín, la ciudad en la que grabó su magistral trilogía de la segunda mitad de los 70, y también donde atravesó su periodo más paranoico, cuando se convenció de que unas fans querían su esperma para engendrar hijos de Satán. El vídeo está firmado por el artista Tony Oursler, que somete a Bowie a la particular receta que le ha dado fama en el mundo de la vanguardia: proyecta su rostro sobre la cabeza de una marioneta, junto al de una mujer, y acompaña la enigmática escena con viejo metraje de la capital alemana (incluido el taller de automóviles que había debajo del apartamento berlinés del cantante) y con unas imágenes del artista en camiseta. Estos últimos fotogramas de un Bowie sin aderezos, que acepta sin velos ni ocultaciones la huella que le van dejando los años, subrayan el mensaje de la canción sobre el paso del tiempo y hacen pensar en una nueva reinvención: el eterno camaleón es ahora un señor mayor, vulnerable pero sabio, parecido por fin a sí mismo.
«Proyectar sombras y evitar la rueda de la industria es muy propio de David Bowie, a pesar de ese extraordinario currículo que incluye más de 130 millones de discos vendidos», ha comentado su sello, Columbia. Desde luego, no le ha hecho falta la habitual fanfarria de promoción para inflamar las redes sociales, donde la noticia de su nuevo lanzamiento se ha propagado como fuego en hierba seca. Lo mejor, además, es que el sencillo es solo un avance de algo más ambicioso: un álbum de catorce canciones titulado The Next Day (El día siguiente), cuyo lanzamiento está previsto para el 12 de marzo. Será el primero que edita desde 2003, y prácticamente coincidirá con la inauguración de la retrospectiva sobre su figura que va a acoger el Victoria & Albert Museum de Londres. Habrá que repetirlo para acabar de creérselo: Bowie ha vuelto, Bowie ha vuelto...
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