A navajazos en el matadero y otras historias del viejo Bilbao

Reyerta sangrienta. Sobre las cinco de ayer tarde, se suscitó en una de las cuadras del matadero del Tívoli acalorada reyerta entre varios individuos que se dedican a la conducción de ganado a dicho matadero. La causa fue, según se dijo, una discusión sobre la forma de llevar por las calles el ganado. Agotadas las razones y después de los insultos, empezaron las obras a bofetadas y los belicosos se acometieron con denuedo, viéndose que uno de estos esgrimía una navaja, con la que asestó a su contrincante tres golpes, uno en el cuello y dos en un brazo. El municipal acudió enseguida y socorrió al herido, que fue trasladado al cuarto de socorro, llevando también detenido a la prevención al agresor. El herido dijo llamarse José Hernández Izquierdo, de 34 años de edad, natural de Irún y hospedado en la plaza de Moraza, en un establecimiento. El agresor, que fue llevado desde la prevención a disposición del juzgado de instrucción con la navaja que empleó para agredir al José, manifestó que se llamaba Miguel Gutiérrez Hernández, de 44 años, natural de Ávila y sin domicilio en Bilbao. Parece dijo que había obrado en defensa propia, ya que antes había sido abofeteado.

Un atropello en la calle de la Amistad. Sobre las ocho y media de anoche, ocurrió un suceso en la calle de la Amistad que fue muy comentado. A dicha hora se hallaba parado a la entrada de dicha calle, esquina a la calle de la Estación, el automóvil O-686, cuando alguna persona desconocida, desde la acera, soltó el freno, marchando el auto solo y atropellando a un señor que cruzaba la calle. Un dependiente del Garaje Arturo, llamado Antonio Díaz, que se enteró de lo que ocurría, exponiéndose a un percance logró subirse al auto y echar el freno (...). El auto quedó incautado por la Policía hasta averiguar quién era el dueño. Como tal fue detenido un joven llamado don Juan Muñiz Valli, de 24 años de edad, soltero, natural y vecino de Oviedo, a cuya matrícula pertenece el auto causante del atropello. Dicho señor parece declaró que dejó el auto en la puerta de la Hostería del Laurel mientras penetró a tomar un refresco y que, al salir, se sorprendió de ver que había desaparecido, ignorando las causas hasta que se enteró de lo que había sucedido. Por cierto que el señor Muñiz, ya en la madrugada del mismo día, fue detenido en un restaurant nocturno de los barrios altos por haber hecho, con tres mujeres, un consumo de 78,50 pesetas, negándose a abonar el importe, alegando no tener dinero. La Policía busca a la persona que puso en marcha el auto y se fugó.

Travesura que se paga. En un solar de la Alameda San Mamés penetró el muchacho de 11 años José Arzuaga y se puso a torear a un perro que estaba atado. No fue muy diestro en el lance, pues el can le enganchó por la parte posterior y le tiró un buen mordisco en la región lumbar.

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Los ciclistas siguen atropellando. En el camino de Elejabarri, un ciclista atropelló al niño José María Landa, causándole una herida leve. Otro atropello ciclista se registró en el puente de Burceña, resultando herida una mujer llamada Bernardina Trigueros. Además, de resultas del encontronazo, pasó a mejor vida un pollo que Bernardina llevaba en un cesto y quedaron destrozadas dos docenas y media de huevos.

Niño desaparecido. Del caserío Erreche de Llodio ha desaparecido un pobre niño, idiota. El suceso es el tema de todas las hablillas en aquella localidad y en torno a él la imaginación popular ha tejido un amaño de fantasías que no hemos de recoger.

Denunciados a la Alcaldía. Lo han sido: el dueño de un establecimiento, por tener funcionando una pianola a las siete de la mañana; el de un automóvil, por dejarlo abandonado en la vía pública; dos jóvenes, por molestar a los transeúntes tirándoles inmundicias, y dos sujetos, por 'orfeonizar' a deshora de la noche.

El autor de un robo. La guardia municipal ha detenido a Pedro Alonso, convicto y confeso del robo perpetrado en la habitación de la cigarrera Juan Bilbao en Bilbao la Vieja. Con gran cinismo confesó que se valía de una llave falsa y que en diferentes ocasiones hacía las sustracciones, añadiendo que el dinero se lo gastó en juergas.

La Fiesta de los Noveles en Vista Alegre. Muy pocas líneas, porque, además de que el festejo celebrado el domingo no merece los honores de una reseña minuciosa, estas mamarrachadas no sirven nada más que para que unos cuantos infelices hagan el ridículo de una manera espantosa... Van estas fiestas perdiendo carácter. Antes servían para que se revelaran muchachos que sabían pisar el ruedo y hacían cosas de torero; ahora salen unos cuantos 'chalaos' que no saben ni colocarse la montera ni ceñirse la faja. El domingo les echaron becerros demasiado grandes (hubo uno, el tercero, que pesó 17 arrobas) y a los cuales les cortaron los pitones, y lo mejor que pudo suceder fue que salieran mansos, pues, si llegan a ser bravos, todos, o por lo menos cuatro, vuelven al corral. De los matadores, el único que demostró estar algo enteradito, y el jurado le entregó el premio de 400 pesetas, fue Clemente Moret, de Baracaldo (...). De los banderilleros se destacaron, por lo mucho que hicieron reír al público, dos pollos más largos que la cuaresma y más delgados que un fideo. El público llenó la plaza como no la llenará el domingo en que se celebra una novillada de postín (firmado: Don Justito).

Gitanos expulsados. En un terreno existente en Elejabarri, fue el domingo levantado por los municipales un campamento de 13 familias de gitanos húngaros con 18 carros. Una de las familias pidió se la permitiese seguir acampando, alegando que en el hospital de Basurto hay una niña hospitalizada, hija del jefe de esa familia, con lesiones causadas por un automóvil en Dos Caminos. Prometió esa familia marcharse en cuanto la niña sea dada de alta.

Un crimen en Orduña. Ayer por la mañana ocurrió un crimen en Orduña. La víctima es el dueño de una casa de la calle de Vizcaya, don Félix Durana Prada, propietario y labrador, y el agresor un inquilino de don Félix llamado Eugenio Ramírez, que ya estuvo procesado por atentado y se le considera poco recomendable. Según informes, este sujeto hace unas semanas agredió a la esposa de don Félix, la cual, por estar enferma, falleció después, si bien no se cree fuera por la materialidad de los golpes. Además, amenazaba a don Félix, todo porque el hombre le reclamaba la renta de la habitación, que no le pagaba desde hacía diez meses. Por tal causa, le invitaba a que dejara el piso. Ayer mañana, cuando don Félix disponía el ganado para venir después a Bilbao a realizar compras, el Ramírez, que por lo visto le acechaba, le asestó con un cuchillo grande de mesa, punzante, varios golpes, hiréndole gravemente. Dos de las heridas dadas en el lado izquierdo del pecho le interesan el pulmón (...). Un testigo apellidado Santamaría, a los gritos de la víctima, acudió, quitando al Ramírez una azada que había cogido, sin duda, para rematar a Durana.

En el garlito. En un tranvía de la línea de Durango detuvo la Policía la noche anterior a los conocidos carteristas Julián Villar 'El Maño', Manuel Sobrevila 'El Cabrero', Francisco García 'El Rubio', Eleuterio Ruiz 'El Rioja' y Cayetano Eguren.

Pérdida. En Archanda un imperdible de oro con tres brillantes. Será gratificado quien entregue en 'El Noticiero'.

Después del suceso de Arrigorriaga. Conducida por la Guardia Civil, llegó ayer al Juzgado del Ensanche la guardabarrera de Arrigorriaga Segunda Orive, que dejó pasar el camión de José Goitia, que fue arrastrado por el tren del Norte, resultando dos muertos -entre ellos el dueño- y tres heridos graves. La mujer compareció ante el juez. Acerca de sus manifestaciones, se guarda reserva. Pero se le atribuyen las manifestaciones siguientes: «No me explico cómo ha podido ocurrir el hecho. La guardabarrera efectiva, que se llama Clara Gay Vergara, haciendo uso del permiso que todos los miércoles tiene de la compañía, se trasladó a Bilbao. Como el paso a nivel no podía dejarlo abandonado, me rogó a mí que quedase a 'hacerle' unos trenes, que ella volvería en el de las tres y media de la tarde. Yo, como es vecina y amiga, accedí y me quedé, y ¡mire usted qué desgracia!». Añadió que el tren venía algo adelantado: «Yo, al sentirlo, procedí a cerrar las barreras. Cerré primero la de abajo, la de la parte de la Casa de Patiño, cuando apareció el tren por la curva de ese sitio que llaman El Lombo. Fui a cerrar la otra, o sea, en la que venía el camión, cuando vi que este se me echaba encima. Yo grité: '¡Por Dios, que viene el tren, paren ustedes!'. Pero, como venía a tanta velocidad, no lo pudo hacer (...)».