Las imágenes inéditas de un Bilbao que ya no existe
El historiador Iñigo López Simón recupera de los archivos descriptivas fotografías que reflejan la profunda transformación que vivió la capital vizcaína desde finales del siglo XIX hasta 1937
Al volver a Bilbao después de vivir quince años en Londres, el escritor, periodista y empresario Alejandro de la Sota y Aburto (1891-1965) fundó ... el periódico 'Excelsior' y colaboró en otras publicaciones, entre ellas 'Hermes'. En esta publicación recogió en una serie de artículos, que después reuniría en el volumen 'Divagaciones de un transeúnte', «las impresiones que recibía de sus paseos por la villa embutido en un gabán verde». Aquellos textos, escribe el historiador basauritarra Iñigo López Simón, «nos sirven para comprobar como Bilbao era una ciudad en profunda transformación», propulsada por un espectacular florecimiento económico durante el último cuarto del siglo XIX, que cambió «para siempre la villa y a quienes la habitaban».
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Un paseo como los del 'flaneur' De la Sota, pero diacrónico y a través de fotografías es lo que ofrece López Simón en el libro 'Bilbao desaparecido' / 'Desagertutako Bilbo', editado en castellano y en euskera por la casa catalana Efadós como parte de la colección 'Desagertutako Euskal Herria'. El libro es una colección espectacular de 165 fotografías históricas, muchas de ellas inéditas hasta ahora y otras ya conocidas pero que nunca se habían publicado con esta calidad.
«Cubren un arco cronológico que va de mediados del siglo XIX hasta la entrada de las tropas golpistas en junio de 1937, en la guerra civil», precisa el autor. «Son unos límites que me tuve que marcar, porque llegó un momento en el que el material gráfico disponible era inabarcable». Tanto que es posible que el libro acabe teniendo una segunda parte.
En ese lapso Bilbao pasó de ser una villa comercial, vertebrada en torno a un puerto fluvial, a una ciudad industrial. Solo «entre 1860 y 1887, la población se dobló. Para el año 1900, Bilbao tenía 90.000 habitantes». El periodo coincide más o menos con el de la llegada y la popularización de la fotografía, lo que ha favorecido que exista un registro gráfico de todo el proceso, que se conserva repartido en varios archivos, en los que López Simón ha 'buceado'.
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«El Archivo Municipal de Bilbao tiene una colección increíble. También el Euskal Museoa». Pero también ha explorado otros menos evidentes, «como el de la Fundación Sancho El Sabio, en Gasteiz, e incluso en el Archivo Municipal de Burgos, donde tambien he dado con alguna imagen interesante», añade López Simón.
«En muchas de estas imágenes reconocemos muchos rincones de la ciudad actual», comenta el historiador. Pero en otras el cambio es tan radical que solo el pie explicativo permite reconocer el lugar.
Ahora se alzan rascacielos donde en su día había prados y campas.
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Una foto sacada durante el Sitio de 1874 frente a Bidebarrieta recuerda más a la Comuna de París (1871) con sus barricadas levantadas con adoquines para contener a los versalleses de Thiers que a Bilbao resistiendo al asedio carlista, porque ni siquiera el teatro que se ve en ella es el actual, el Arriaga, sino el anterior, el viejo, que en su día se llamó el Nuevo, curiosamente, porque también sustituyó a una anterior. En otra, el campo de San Mamés aparece en 1917, cuatro años después de su construcción, rodeada de huertos.
Aquel 'Bilbao desaparecido' fue una ciudad «en constante conflicto», porque estos cambios «no se realizan así como así. Siempre generan choques sociales, económicos y políticos», apunta López Simón. Un elemento común de muchas de estas fotos, «el eje de todo este crecimiento», es la ría.
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Donde ahora solo los puntos de amarre recuerdan que los muelles de Ripa o La Sendeja fueron eso, muelles, en las fotos antiguas se ven amarrados los barcos, grandes veleros en las más antiguas. Están las grúas, los puentes ya desaparecidos, los primeros tranvías predecesores del actual y la llegada del ferrocarril.
Pero sobre todo, está la gente. En estas fotos salen «bilbaínas y bilbaínos de todas clases», que en muchas de las imágenes antiguas miran a la cámara con la misma curiosidad con la que nosotros les miramos a ellos ahora. Hay viandantes trajeados con chistera, otros con ropas humildes, criadas, niños, muchos de ellos trabajadores, militares, religiosos, pescateras, lavanderas, obreros, un grupo de cargadoras que descansan para almorzar junto a una grúa, con el palacio Olabarri al fondo, retratadas por Eulalia de Abaitua y que nos miran desde el pasado.
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«La historia urbana, la de una ciudad, también tiene ese componente social y personal», destaca López Simón. «No puedes hacer una historia urbana centrándote solo en la arquitectura, en los edificios, en que primero se construye esto y luego lo otro. Tiene que aparecer la gente. En el caso de Bilbao, la que vivió esta transformación».
Por salir, en 'Bilbao desaparecido' salen hasta los muertos, en sus moradas últimas. Una foto recupera la memoria del desaparecido cementerio de Mallona, en otra se ve el cementerio británico, en la Campa de los ingleses, trasladado a Loiu en 1929 ante la necesidad de ampliar los muelles. Vistas de Doña Casilda como la que sigue, de la ría y de la casa natal de Sabino Arana, donde ahora se yergue Sabin Etxea, la sede del PNV, el partido que fundó, completan esta selección.
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