El 'hombre mosca' que escaló el Ayuntamiento de Bilbao
Poco éxito. ·
Al portugués Néstor Lopes le costó lo suyo que le permitiesen trepar por alguna fachada de la capital vizcaína y, cuando por fin lo logró, dejó insatisfecho al públicoNéstor Lopes solía presentarse como 'el hombre mosca', aunque a veces su publicidad cambiaba el animal de referencia por el mono. El audaz portugués sirve ... como demostración de que hay pocas cosas nuevas bajo el sol: hoy en día, a esos temerarios que trepan por las fachadas y cuelgan sus vídeos en las redes los denominan 'rooftoppers', pero, hace un siglo, Néstor y otros artistas sin vértigo ya se dedicaban a despreciar de idéntica manera la fuerza de la gravedad, sin necesidad de ningún nombre pomposo en inglés. Les decían –¡mucho mejor!– 'escalatorres'. Compartían también con sus herederos actuales cierto enfrentamiento con las autoridades, que no solían contemplar con buenos ojos la perspectiva de que uno de estos «arribistas», como los llamó irónicamente 'El Pueblo Vasco', acabase su carrera estampándose contra el suelo de su ciudad.
Nuestro hombre era un tipo alto y elegante, de aspecto cosmopolita, que dominaba varios idiomas y había participado en algunas películas. Según explicó en 'El Norte de Castilla' durante uno de sus pasos por Valladolid, había descubierto sus habilidades de adolescente en su Oporto natal, gracias a una huerta que poseía su madre al lado de un abrupto tajo de diez metros sobre el Duero: «Desde esa altura nos tirábamos al río varios muchachos, siendo luego la segunda diversión el subir por las paredes agarrándonos como y donde podíamos», relató. Acabó en el circo como acróbata y escapista (con «ejercicios de evasión de ligaduras y esposas»), además de realizar «la más perfecta imitación del mono», pero pronto se dio cuenta de que, en términos de fama y dinero, le resultaba más rentable recorrer el mundo y dedicarse a escalar edificios. En una de aquellas visitas a Valladolid, por cierto, llegó a lo más alto de la catedral y el cabildo decidió contratarle para limpiar tejados y cornisas.
En sus idas y venidas, el 'hombre mosca' recaló un par de veces en Bilbao. La primera fue en agosto de 1924 y generó gran expectación. Un periodista de 'El Nervión' se fijó en su mirada: «Los ojos alegres, vivaces, que va clavando en todas las fachadas, como si las quisiera horadar e ir formando en ellas agujeritos que le sirvan después para escalarlas». Pero, en aquella ocasión, sus propósitos chocaron de frente con la falta de entusiasmo de las autoridades: el presidente de la Diputación le dijo que ni soñase con trepar el Palacio Foral, como era su intención, y el alcalde, Federico Moyúa, le negó los permisos «estimando que no es este espectáculo adecuado a Bilbao, donde no puede obstruirse la circulación sin que con ello se arrogue grave daño a tercero». Se habló de ascender por la fachada del Arriaga y también por la del Hotel Inglaterra, donde llegó a congregarse una multitud, pero el anunciado espectáculo se canceló. Los periódicos eran muy dados a bromear sobre las ocurrencias del portugués: «Suponiéndole desorientado, le indicamos: Néstor, el hotel tiene una escalera suficientemente cómoda y hasta un ascensor. Aquí somos así. No conseguimos disuadirle. Estimaba que subir por tramos o encerrado en una cabina ni era bonito ni tenía mérito», comentaba 'El Pueblo Vasco'.
Sin embargo, un año más tarde, Moyúa cambió de parecer y, contra todo pronóstico, dio carta blanca para que el insistente personaje escalase la Casa Consistorial. El domingo 18 de octubre de 1925, a mediodía, un «inmenso gentío» se congregó en los alrededores del Ayuntamiento para presenciar la ascensión, pero las crónicas de lo que ocurrió aquel día no suenan nada elogiosas. Lopes subió por la fachada lateral y, ay, se ayudó de una soga: «La gente fue injusta con él al mostrársele decepcionada porque se valió de una cuerda para escalar las alturas del Palacio Municipal. Pues qué, ¿no han escalado otros los sitios preeminentes de aquella Casa asidos a la soga que les han echado por no poder subir de otra manera?», hacía sátira política 'El Liberal'.
Anuncios de queso
El portugués se paraba a descansar en las cornisas del edificio y aprovechaba para arrojar desde allí, como si fuese confeti, hojitas publicitarias del queso La Bernoise. Una vez arriba, y también durante el descenso por la cuerda, protagonizó notables ejercicios acrobáticos, pero ni aun así consiguió ganarse a los espectadores. «El público aplaudió muy poco al trepador, sin duda por creer que el escalo lo efectuaría como lo hacen los gatos, es decir, sin cuerdas», concluía 'El Liberal', que también apuntaba que las carteras «se cerraron herméticamente» y la recaudación fue escasa.
Quizá por esos magros beneficios, la jornada concluyó con un desenlace inesperado. La propietaria del hotel Euskalduna denunció que el portugués pretendía largarse sin abonar la cuenta y Néstor acabó pasando la noche en el calabozo. La prensa local no desaprovechó la ocasión. Para 'El Liberal', el «paso de lo alto de la torre consistorial al sótano de la Comisaría de Vigilancia» constituía «un símbolo de lo efímeras que son las grandezas humanas». Por su parte, 'El Nervión' apuntaba que «la Policía, sabiendo que se trataba de un 'hombre mosca', adoptó las convenientes medidas y no le dejó emprender el vuelo».
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