1905, las mujeres se rebelan en Barakaldo: «Somos el océano que lo inunda todo»
Un grupo de vecinas lideró una protesta contra los alquileres abusivos que acabó con la declaración del estado de guerra en Bizkaia
Al principio el movimiento no parecía gran cosa. 'El Noticiero Bilbaíno' lo recogió así el 8 de mayo de 1905: «Numerosas mujeres que residen en ... la anteiglesia de Baracaldo han celebrado un mitin preparatorio de protesta contra los altos precios de los alquileres de las casas, y se proponen organizar otra reunión más nutrida con igual objeto, confiando en que asistirán a ella importantes elementos feministas de los pueblos de las zonas fabril y obrera». Pero aquella protesta fue a mayores. Tanto que acabaría llevando a las autoridades a declarar el estado de guerra.
Aunque la prensa no lo vio venir. El 22 de mayo el periódico tuvo que refrescar la memoria de sus lectores: «Recordarán que hace algunos días dimos cuenta de que varias mujeres habían celebrado un mitin, en el que acordaron solicitar de los propietarios de los edificios donde habitan, que rebajasen el cincuenta por ciento de lo que actualmente pagan por renta, y en caso de que no aceptasen declararse en huelga de pago todos los inquilinos».
Como era previsible, los dueños de las casas no tomaron en consideración la solicitud. Algunos vecinos se negaron a pagar el alquiler, «por lo que se formularon contra ellos los correspondientes juicios de desahucio». El primer inquilino que iba a ser desalojado era Policarpo Barrio, que vivía en una habitación de la calle San Juan e iba a ser desalojado el martes 16 de mayo. Pero sus vecinas lo impidieron, desencadenando una rebelión popular en toda regla. «Tan pronto como las autoridades judiciales entraron en la casa, rodearon ésta gran número de personas, en su mayoría mujeres con criaturas en brazos, que empezaron a dar voces y a protestar». Cuando sacaron a la calle los muebles y enseres del primer inquilino desahuciado, «la muchedumbre silbó y arrojó una lluvia de piedras contra el edificio primero y contra los guardias y autoridades después».
Se formó una manifestación, «dando voces de ¡abajo los caseros! y ¡vivan los pobres obreros! Las mujeres eran las que más se distinguen en el alboroto», decía el periódico. Dada la presencia de muchas madres «sin dejar de los brazos a sus hijos», el mando de la Guardia Civil decidió no cargar contra los manifestantes. «Después de saber lo que ocurre en Baracaldo le dan a cualquiera ganas de ser casero. Los vecinos de aquella anteiglesia han constituido una Asociación para defenderse, según dicen, contra los caseros», escribió un articulista con ironía pero también con temor. «Durante cinco o seis días las mujeres han sido dueñas de la situación, expulsando a los hombres de la calle donde está la habitación cuyos vecinos fueron desahuciados».
Estallido
Los sucesos de Barakaldo «adquirieron ayer –martes 23 de mayo– caracteres mucho más graves que el día anterior, pues en los desórdenes tomaron parte, además de las mujeres, muchos hombres que militan en los partidos avanzados», decía alarmado 'El Noticiero Bilbaíno'. Las mujeres cortaron la circulación de trenes y tranvías formando barricadas con muebles de sus casas. «Ningún coche-motor del tranvía eléctrico llegó a la calle de Réqueta –hoy Erreketa– por haberlo impedido las mujeres que al pasar los tranvías se ponían delante de ellos, tumbándose sobre la vía». Los hombres interrumpieron el trabajo en talleres y fábricas de Barakaldo, también de Sestao y hasta Erandio, porque la protesta cruzó la ría en botes. «También se paralizaron las circulaciones de los trenes de las líneas de Sestao a Galdames, de Bilbao a Santander y de Luchana a la Robla y Valmaseda». Se cerraron los comercios y el mercado. En Altos Hornos por la tarde, «después de hacerse unas coladas de acero Bessemer, se ordenó a los pocos obreros que había dentro que marchasen a sus casas y así lo hicieron».
Bromistas y comedores en la calle
Como se usaron muebles de todo tipo para cortar la línea del tranvía, en Sestao «algunos vecinos bromistas habían colocado muñecos de trapo sentados a las mesas y otros metidos en las camas». Además, en toda la zona fabril, «en las calles se improvisaron comedores con mesas y sillas que sacaron de sus casas los inquilinos disgustados».
Las autoridades hicieron venir tropas y refuerzos para la Guardia Civil de Gernika, Amorebieta, Orduña, Santoña y Burgos. Tras una reunión de urgencia en el Gobierno civil, también decidieron «ceder el mando al general Soler, el gobernador militar», medida que se hizo pública mediante dos bandos, uno de cada autoridad, civil y militar. El segundo declaraba «el estado de guerra en esta plaza y pueblos de las dos márgenes del Nervión y Zona minera hasta el mar». «Reprimiré enérgicamente por medio de la fuerza, sin contemplación alguna, cualquiera perturbación del orden», aseguraba el general.
Hubo amagos de resistencia, alguna carga y detenciones. También se hizo público un manifiesto llamando a los inquilinos a la lucha: «El mundo entero está con nosotros (...) somos el océano que lo inunda todo. ¡Nuestros muebles en la calle, porque el desahucio es inicuo! (...) ¡Abajo el robo legalizado! ¡Viva la unión y el apoyo mutuo!» Algunas fábricas continuaron paradas.
Pero la presencia de soldados a caballo apagó el motín. «Los grupos de hombres y mujeres se disolvían sin oponer resistencia». «Ayer reinó la tranquilidad absoluta –decía 'El Noticiero' el día 28–, no solo en Baracaldo y Sestao, sino en toda la provincia. La situación anormal que ha reinado en la vecina anteiglesia a causa del litigio sostenido entre inquilinos y propietarios puede darse por terminada. Por ahora».
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.