Borrar
Urgente La Bonoloto del jueves deja miles de euros en Bermeo: comprobar resultados del 10 de julio

El tiempo detenido en Kamurocho: redescubrir 'Yakuza 0 Director's Cut' en Switch 2

La edición defintiva de esta historia de orígenes acompaña a la nueva consola de Nintendo en su lanzamiento

Martes, 24 de junio 2025, 09:41

Una noche cualquiera, de esas en las que el reloj pierde su autoridad y la madrugada parece estirarse con indulgencia, la Switch 2 ilumina suavemente la habitación con el reflejo artificial de Kamurocho. No son los neones reales de Shinjuku, pero la imitación es casi tan reconfortante como el original. Aquí estoy, una vez más, parado en medio de calles que he recorrido tantas veces, preguntándome por qué, ante la promesa del futuro que una nueva consola lleva implícita, prefiero, sin embargo, refugiarme en lo que ya conozco. Hay algo irremediablemente humano en este ciclo continuo de lo viejo y lo nuevo, de abrazar la nostalgia como una reacción casi instintiva frente al avance imparable del tiempo.

Cuando apareció Yakuza 0 en su versión original, ya era en sí mismo una paradoja: una precuela que llegaba después de que su historia estuviese bien asentada. Era un salto atrás calculado, una manera de revisitar el origen de Kiryu Kazuma y Goro Majima, de verlos en sus días más vulnerables, más humanos. Este viaje al pasado evoca, sin pretenderlo, algo de la melancolía punzante que Proust nos dejó al describir su búsqueda del tiempo perdido. Igual que la magdalena evocaba recuerdos profundos, aquí los golpes, las peleas en los callejones y las conversaciones susurradas en bares clandestinos abren también una ventana hacia la memoria de los personajes, y en cierta medida, hacia mi propia memoria como jugador.

A estas alturas, regresar a Kamurocho en Switch 2 implica algo más que una simple repetición: la portabilidad absoluta de la consola recontextualiza la experiencia, fragmentándola, volviéndola líquida. Ahora Kamurocho no es sólo un destino fijo al que viajar frente a la pantalla grande del salón, sino un compañero de bolsillo que me sigue a todas partes. La experiencia se vuelve caprichosa, marcada por los huecos y los tiempos muertos del día. Es en los trayectos en metro o en las pausas del café donde el juego adquiere una cualidad casi onírica: me sumerjo brevemente en su universo antes de que la realidad vuelva a reclamar mi atención. En esta fragmentación, Kamurocho parece volverse más impredecible, más confusa, como una ciudad que siempre intuyes conocer, pero que nunca logras dominar del todo.

Quizás la razón más poderosa para volver a Yakuza 0 en Switch 2 sea justamente su capacidad para convertirse en refugio. En un presente saturado de novedades constantes, donde cada día se nos exige adaptarnos a nuevas mecánicas, nuevos mundos, nuevas historias, hay algo reconfortante en volver a lo ya conocido. Los minijuegos absurdos, las tareas aparentemente banales y las subtramas exageradas crean una especie de epopeya de lo cotidiano, donde lo más trivial acaba por adquirir tintes de grandeza. Como regresar a esa cafetería de barrio donde el camarero conoce tu pedido antes de que abras la boca, Kamurocho se siente familiar en su exceso. No es la repetición tediosa, sino una reafirmación del confort que reside en lo conocido, en lo transitado una y otra vez, como si esa reiteración fuese en realidad el núcleo mismo del placer.

Pero no todo retorno es un reencuentro perfecto. La nueva traducción, por ejemplo, introduce pequeñas grietas en la experiencia. Lejos de ser un detalle menor, estos fallos de maquetación o de terminología adquieren un valor simbólico: son un recordatorio tangible de que, por mucho que intentemos revivir el pasado, siempre habrá algo distinto, alguna imperfección que se infiltre y altere el recuerdo. Estos errores, más que un inconveniente, se parecen a las marcas en un viejo vinilo: lejos de arruinarlo, le añaden una textura, un carácter único. Como si la memoria misma, imperfecta y a menudo caprichosa, estuviese reflejada en estos tropiezos.

En realidad, si decido regresar, no es por pereza ni por falta de interés hacia lo nuevo. Es más bien una respuesta ante la ansiedad que provoca el cambio perpetuo. En este sentido, volver a Yakuza 0 es, en cierta manera, un gesto casi revolucionario frente al vértigo del presente continuo. Pienso en la música repetitiva de Ryuichi Sakamoto, donde el mismo tema, escuchado varias veces, revela matices distintos cada vez, o en el cine pausado de Koreeda, que encuentra belleza en lo cotidiano precisamente porque nos invita a observar lo mismo desde diferentes ángulos. De igual forma, Kamurocho cambia conmigo, no porque el juego sea distinto, sino porque yo lo soy. Volver es descubrir algo nuevo en lo ya vivido, no solo sobre el juego, sino sobre mí mismo como jugador.

Y así, al final de otra sesión nocturna, la Switch 2 reposa ya en silencio, la pantalla ahora negra devuelve débilmente mi reflejo cansado. En el fondo, todavía escucho el eco de una pelea lejana, los murmullos nocturnos, el bullicio de calles que jamás se apagan del todo. La consola se enfría lentamente sobre la mesa, pero en mi mente, la ciudad sigue viva, vibrante. Quizás, después de todo, el único camino posible para avanzar de verdad sea regresar, aunque sea brevemente, a lugares donde creímos haber dejado ya todas nuestras huellas. Kamurocho me espera, paciente, eterna, recordándome que a veces, para seguir adelante, primero hay que retroceder.

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

elcorreo El tiempo detenido en Kamurocho: redescubrir 'Yakuza 0 Director's Cut' en Switch 2

El tiempo detenido en Kamurocho: redescubrir 'Yakuza 0 Director's Cut' en Switch 2