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Paper Mario: The Origami King
Análisis Paper Mario: The Origami King: papiroflexia en Nintendo Switch
Análisis

'Paper Mario: The Origami King': Papiroflexia hilarante en Nintendo Switch

Sistema de combate a un lado, Intelligent Systems recupera las bondades de la franquicia

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Jueves, 30 de julio 2020, 11:02

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Todo parece indicar que la pandemia ha pillado de improviso a Nintendo, multinacional que apenas suma lanzamientos este año y cuyo catálogo a futuro se antoja (cuanto menos) una incógnita. Esto no le ha impedido vender a espuertas, hablemos de su consola híbrida o 'Animal Crossing: New Horizons', título que consoló a muchos durante la etapa más restrictiva del confinamiento.

Meses después y a tan solo ocho semanas de su irrupción comercial, los nipones sorprendieron con el anuncio de una nueva entrega de 'Paper Mario', serie caracterizada por una estética colorida, abundantes líneas de diálogo y combates por turnos en el Reino Champiñón.

'The Origami King' supone la sexta iteración principal (si obviamos el precedente de 'Super Mario RPG' para Super Nintendo), con la que Intelligent Systems busca redimirse de las dos anteriores. Esto es así por las críticas de los seguidores más incondicionales, quienes no casaron con los particulares sistemas de combate de 'Sticker Star' (Nintendo 3DS) y 'Color Splash' (Wii U). Pues bien, tenemos buenas y malas noticias para ellos: por un lado, The Origami King retorna a un esquema de mundos interconectados y libremente transitables; por otro, volvemos a topar con una mecánica de combate alejada de los cánones.

Quienes busquen una experiencia de juego de rol 'puro', con estadísticas de personaje que incrementar a cada paso, se sentirán decepcionados. Tal vez haya llegado el momento de asumir que la esencia de Paper Mario no se halla en los pilares de 'La puerta milenaria' (GameCube), sino en su capacidad de metamorfosis a cada nuevo capítulo.

Sea como fuere, el guion de The Origami King nos deja instantes impagables, que nos devuelven a los gags más hilarantes de la saga. La acción comienza cuando Olly, un misterioso villano confeccionado según el arte del origami, invade el Reino Champiñón. Su ejército pliega a todo ser viviente (princesa Peach incluida) y envuelve el mítico castillo con cinco serpentinas de colores, cada cual anclada en un mundo diametralmente opuesto al anterior.

Nuestro cometido será liberar el palacio y hacer frente al villano de turno, aunque acompañados de su mismísima hermana (Olivia). Ésta hace las veces de ayudante, arrojándonos pistas cuando no sepamos continuar y sacándonos más de una carcajada con sus ingeniosos comentarios (el fontanero sigue mudo, por lo que alguien debe entablar diálogo con los muchos secundarios que encontraremos por el camino).

Amén del humor, otra baza del juego es su variedad de ambientaciones: lo mismo transitamos un bosque encantado que un parque de atracciones ambientado en el Japón feudal; un desierto en noche perpetua que un spa menos relajante de lo que nos gustaría. En cada mundo debemos recopilar pistas e ítems que nos ayuden a continuar, deshaciendo nuestros pasos según convenga. Además, Intelligent Systems consigue 'picarnos' para completar los escenarios al 100%, al coparlos de tareas secundarias como encontrar y rescatar a Toads camuflados; agenciarnos tesoros en miniatura; golpear todos los bloques de interrogación y reparar los numerosos agujeros diseminados. Para esto último recurriremos a nuestra bolsa de confeti, que propicia algunos rompecabezas ligeros (completar la sección ausente de un puente para seguir nuestro camino, por ejemplo).

Todo lo anterior se integra de forma orgánica en el gameplay, por lo que nunca nos pesará alternar líneas de diálogo con tales menesteres. El problema llega más bien con las secciones de combate. Aunque siguen disputándose por turnos, en esta ocasión se apuesta por un tablero circular cuyos segmentos rotamos antes de atacar. La idea es alinear a los enemigos dispuestos sobre éste, de forma que acabemos con el mayor número a un solo movimiento. Suena ingenioso (especialmente si somos amantes del género puzle), pero a la hora de la verdad no existe verdadera progresión en su planteamiento. Las horas finales de la aventura deparan, la mayoría de veces, disposiciones idénticas a las resueltas en sus primeros compases. Si a esto sumamos que combatir no tiene impacto alguno en el poderío de Mario, pronto terminamos rehuyendo las refriegas. El único aliciente de acometerlas es engordar nuestras arcas (el dinero nos permite solicitar ayuda a los Toads previamente rescatados y agenciarnos nuevos ítems), pero esto también puede hacerse rompiendo bloques y reparando los mentados agujeros.

Entonces, ¿cómo mejora Mario sus habilidades? Disponemos de armas caducas (a lo Breath of the Wild) e incrementos de vitalidad que recolectamos durante la exploración. Algunos comerciantes también nos ofrecen 'accesorios', con los que obtener pluses de salud o tiempo para alinear a los secuaces de Olly, entre otras ventajas.

Donde sí brillan las contiendas es al encarar enemigos finales. Encontramos dos por mundo: un 'papelemental' que imbuye a Olivia de su respectivo poder (agua, fuego, aire...) y el jefe propiamente dicho, a quien castigar con tales habilidades según sus propios patrones. Descubrirlos supone el verdadero reto de estos enfrentamientos, que algunos podrían tildar de injustos: albergan al menos una rutina del todo inesperada, precisamente por lo cual morderemos el polvo al primer intento. Además, la efectividad de los ataques está supeditada a nuestro desplazamiento por la 'arena', plagada de flechas que debemos alinear para evitar obstáculos, activar ciertas casillas y acercarnos lo máximo posible al 'boss'.

La mayoría de veces, estos conflictos se resuelven con otra mecánica fundamental del juego: unos brazos extensibles que nos permiten golpear a los malos donde más les duele. Durante la exploración en sí también los usamos para 'desplegar' partes del escenario que oculten secretos o nos permitan avanzar. Para ello recurrimos a los sensores por movimiento de sendos joy-con, que en cualquier caso podemos desactivar (en favor de los sticks analógicos) desde el menú de opciones.

Sin querer revelar más de la cuenta, la guinda del pastel la ponen fases tan variopintas como un concurso televisivo con pruebas de mnemotécnica (ya tradición de la franquicia), disparos subjetivos, travesías en alta mar (al más puro estilo 'The Wind Waker') e incluso un homenaje a los duelos de 'Wild Gunman'. A fin de cuentas, sorpresas que impiden cualquier atisbo de monotonía. Los más entendidos también identificarán guiños a clásicos como 'Resident Evil' o 'Final Fantasy VII'.

En cuanto a lo técnico, estamos ante uno de los juegos más vistosos para Nintendo Switch. No hablamos ya de la paleta multicolor a que acostumbran los Paper Mario; también de las fantásticas y laboriosas formas de origami recreadas (por no hablar de sus animaciones). Sin duda, un título que entra por los ojos y al que acompañan melodías notables, bajo los efectos de sonido característicos de las aventuras del fontanero. Dada la cantidad de texto, los soniquetes de los personajes en lugar de voces sí que pueden incordiar, aunque la traducción al castellano es tan sobresaliente (localiza bromas que de otro modo nos dejarían indiferentes) que pronto se nos olvida.

Nuestra valoración

Paper Mario: The Origami King es una aventura vistosa y variada, a la que tan solo podemos achacar un esquema de combate desaprovechado. Su premisa es buena, pero deja de sorprender a los pocos enfrentamientos y uno termina por evitar los consiguientes. Esto, que podría ser un problema en un RPG como el que nos ocupa, se compensa por las hilarantes situaciones que nos aguardan y la necesidad imperiosa de escudriñar los escenarios al 100%.

Puede que no sea la secuela directa de 'La puerta milenaria' exigida por muchos, pero The Origami King remonta a las dos entregas anteriores.

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