Álava recomienda el juego para mejorar la relación de los padres con sus hijos.

«Las vacaciones son para los niños, no hay excusa para no estar con ellos»

Silvia Álava | Psicóloga infantil ·

La experta advierte que no debemos alterar los ritmos de nuestros hijos en verano. «Luego es difícil controlarles»

Con más de 20 años de experiencia, Silvia Álava es psicóloga sanitaria y experta en infancia. Estas son algunas de sus reflexiones para hacer más llevadero el reencuentro con nuestros hijos en vacaciones.

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- ¿Cómo debemos afrontar las vacaciones con nuestros hijos?

- Todos estamos deseando tener vacaciones. ¿Qué ocurre? Que cuando los adultos podemos cogerlas, en julio o agosto habitualmente, llegamos con un extra de cansancio. Los niños llevan sin colegio desde junio y conciliar la vida familiar con el trabajo es un estrés más. ¿Y qué pasa? Que los niños en vacaciones se ponen especialmente demandantes, saben que es su momento y lo reclaman. 'Ahora que no estás trabajando, es mi momento. No voy a entender que no me lo dediques'. Llevan mucho tiempo esperando que les hagas caso y ya no hay excusa. A partir de ahí es bueno proponer horarios y rutinas.

- En vacaciones tendemos a imponerles los nuestros.

- No hay que ser presas del reloj, pero lo que no tiene mucho sentido es romper, por ejemplo, los ritmos de sueño y vigilia, niños muy pequeñitos que siguen despiertos a las doce de la noche, incluso a las dos. y lo único que conseguimos es que luego estén más irascibles. A lo mejor ahora te viene bien comer más tarde, porque se aprovecha la playa, la piscina... Pero no nos damos cuenta de que cuando a un niño le alteras esos ritmos luego va a ser muy difícil controlarle.

- ¿Es bueno jugar con nuestros hijos?

- El juego es fundamental porque no sólo es un momento divertido. Muchos de los procesos de aprendizaje básicos se pueden adquirir a través del juego. Y con las actividades cotidianas. Vamos a planificar. Por ejemplo, si vamos a ir a la piscina, ¿qué tenemos que llevar? Si nos paramos a pensar en nuestras vacaciones de críos lo que más recordamos son esos ratos de juegos que pasábamos con amigos y con tus padres.

- También en vacaciones muchos padres siguen tirando de los abuelos. ¿Eso puede generar frustración en los niños?

- Los abuelos suelen ser una figura fundamental durante la infancia, no son sólo alguien que me cuida. Hay un apego seguro y bueno. ¿Cuándo hay un problema? Cuando los padres no aparecen y el niño siente que le han aparcado porque sobra. Puede sufrir abandono.

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- ¿Hay que cargar a los niños de deberes en vacaciones?

- No, pero hay que valorar. Primero vamos a pensar cómo ha terminado el niño el curso, si necesita reforzar algún área o no. Si no necesita, ¿para qué va a hacer fichas? Y si tiene que reforzar algo se puede hacer de una forma más lúdica y seguir aprendiendo. El cerebro no distingue si estamos de vacaciones o no.

- Hemos cambiado las chuches para entretener al niño por el móvil, ¿qué está pasando?

- El móvil es algo que ha llegado para quedarse. La tecnología está aquí, lo malo es cuando se convierte en un problema.

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- ¿Cuándo ocurre eso?

- Cuando invade el espacio de otro tipo de actividades, de juegos, de comunicación en familia. Entonces se produce un desplazamiento digital. El móvil, la pantalla... está desplazando otras cosas necesarias. Hay que ver para cada edad cuánto tiempo se recomienda. Antes de los dos años, cero pantallas. Cuando un bebé nace, la mente está en blanco, debe procesar toda la información, y lo debe hacer de forma analógica. Tiene que coger las cosas, tiene que chuparlas, tener un montón de estímulos. De 2 a 5 años con media horita al día sería suficiente. ya de 6 a 8 puede ser una hora. Hay que evitar que el ocio 'online' sea superior al 'offline'.

- El 'online' es más cómodo.

- Sí, para el niño y para el adulto. Al final, la pantalla es un aparato que hace el proceso de atención sostenida, son estímulos que cambian muy rápido, a nivel visual y auditivo. El niño no tiene que hacer nada y el adulto tampoco. Pero cuando le ofreces otro tipo de juegos, una excursión, un parchís... ahí el proceso de atención sostenida lo hace el propio niño y se lo suele pasar muy bien.

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Educar en valores

- Las alertas están encendidas y ya se reclama un menor uso de los medios digitales en las aulas.

- Cada vez somos más conscientes de que todo el tema digital necesita una educación. Ha habido un término que ha hecho mucho daño, el de nativos digitales. Significa que cuando han nacido las tecnologías ya estaban aquí. Y su uso es muy fácil, pero hay que enseñarles a utilizarlas correctamente. El objetivo es que tú utilices las nuevas tecnologías, no que las nuevas tecnologías te utilicen a ti. Los adultos a cargo de ese niño o adolescente, padre, madre, profesores..., debemos ir en equipo para enseñarles a usarlas de una forma consciente.

- En una sociedad como la actual, ¿qué valores estamos transmitiendo a nuestros menores?

- Los valores los tiene que elegir cada familia, y eso no se hace diciendo vamos a hacer una clase y hablar de confianza, mañana de respeto, pasado... Los niños copian a sus adultos de referencia y esto en el caso de los valores es fundamental. Los valores son como las balizas que vamos poniendo en nuestro camino. De hecho, una de las cosas que más nos aleja de la felicidad y del bienestar emocional es cuando vivimos alejados de nuestros valores y nuestros principios.

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- ¿Con qué problemas acuden los niños a su consulta?

- El mayor error que estamos cometiendo hoy en día es la sobreprotección. Estamos haciéndoles las cosas para las que sí están preparados. Intentando evitar que sufran, que lo pasen mal, que sientan cualquier tipo de emoción desagradable, y no les estamos dando herramientas para gestionar su propia frustración. Además, la pandemia ha pasado muchísima factura a nivel de salud mental y los problemas en la población infanto juvenil se han disparado.

- 'Queremos hijos felices'. Es el título de uno sus libros. ¿Cómo pueden serlo?

- Si queremos que los niños sean realmente felices deben ser seguros y autónomos. No podemos asociar la felicidad a estar todo el día haciendo cosas divertidas, porque sería una falacia.

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