«¿Es normal que un masajista te toque los pechos y te meta los dedos en la vagina?»
El juicio al masajista de Altza acusado de agresión sexual ha contado con el testimonio de las tres amigas que animaron a una de las víctimas a denunciar los hechos
Oskar Ortiz de Guinea
Martes, 16 de septiembre 2025, 17:10
«¿Es normal que un masajista te toque los pechos y te meta los dedos en la vagina?». Esta fue la pregunta que cuatro alumnas ... de 2º de ESO, de 13 y 14 años, formularon a la directora y jefa de estudios de un colegio donostiarra. Eran una presunta víctima y las tres amigas a las que unas horas antes había confesado los supuestos hechos. Las tres le animaron a comentarlo con la dirección del colegio, lo que terminó destapando las presuntas agresiones sexuales sufridas por tres menores y por las que la Fiscalía de Gipuzkoa reclama penas que suman 45 años de cárcel para un terapeuta del barrio de Altza, en Donostia.
El testimonio de esas tres amigas, la directora y la jefa de estudios ha sido lo más relevante de la segunda sesión de este juicio que se celebra hasta el jueves en la Audiencia Provincial de Gipuzkoa. Según han coincidido las tres chicas, su amiga «lo estaba pasando mal» y «necesitaba contar» el motivo que le impedía «dormir por las noches». Así que en el recreo les relató que «el padre de una amiga» y «de un amigo» -hija de la pareja del procesado y el hijo biológico de él- le hacía «unos masajes como para quitar la ansiedad» y que al final «le tocaba los pechos y le metía los dedos en la vagina». «Yo le dije que había que contárselo a alguien más mayor para que nos ayudara», ha recordado una de ellas.
Es así como las tres acompañaron a su amiga a hablar con la dirección de su colegio. De entrada, la presunta víctima «no quería que se supiera que era ella» ni que «se enteraran sus padres», así que las cuatro acordaron señalar que los hechos le habían ocurrido «a una de nosotras». Al reunirse con la directora y la jefa de estudios, estas las encontraron «nerviosas, algunas llorando…». «Estaban pasadas». Ya dentro del despacho, comenzaron su exposición con la pregunta que abre estas líneas: «¿Es normal que un masajista te toque los pechos y te meta los dedos en la vagina?». «Les dijimos que para nada», ha afirmado la directora, «que eso era algo muy grave y les dijimos que nos tenían que decir a quién le había ocurrido porque teníamos que contactar con sus padres o tutores legales». Al principio las chavalas se mostraron reacias, pero una de ellas terminó admitiendo que le había sucedido a ella, aunque «nos dijo que había más chicas a las que (el masajista) también daba masajes, cuatro o seis más, no lo recuerdo», ha apostillado la jefa de estudios.
Las dos docentes le dieron credibilidad a la menor, quien también les mostró mensajes que había compartido en redes sociales tanto con el encausado como con su hijo, a quien en uno de los escritos le dijo que su padre le había introducido los dedos en sus partes íntimas. La dirección del centro educativo contactó con el progenitor para citarle ese mismo día a una reunión urgente en la que le expusieron los hechos, luego denunciados ante la Ertzaintza.
Amenazas al masajista
Durante su declaración ante la sala, y a preguntas del abogado de la defensa, una de esas tres amigas ha confesado que, con anterioridad, esta presunta víctima le había revelado la supuesta agresión sexual a un amigo, quien llegó a verter después amenazas contra el encausado. Este joven, que estaba citado para declarar este martes, no se ha personado, aunque el tribunal confía en poder localizarlo y citarlo nuevamente entre el miércoles o el jueves.
En la vista oral también ha declarado la madre de otra de las tres víctimas. Curiosamente, ha relatado que dos años antes de las supuestas agresiones sexuales, en un sorteo de Facebook, le había tocado a ella un masaje al que nunca acudió. Pero, casualmente, su hija «se hizo amiga» de la hijastra del procesado, y al caer en la cuenta de que se trataba del masajista con el que le había tocado un amasamiento en aquel sorteo, a través de su hija le preguntó si podía recibir el masaje. Ante la respuesta afirmativa, fue un día a pedir la vez y otro a recibir la sesión. Aun vio al acusado una tercera vez y fue para mostrarle su malestar. Todo partió de un día que la mujer descubrió unas bandas autoadhesivas que se aplican en determinados tratamientos de fisioterapia en el cubo de la basura. Según ha explicado, las había arrojado su hija, a quien el masajista se las había puesto «en la parte baja del abdomen». Su pareja, al parecer, llegó a verlas puestas. La madre entonces acudió al local de masajes para afearle que «no le parecía adecuado, que era algo ilegal sin el consentimiento de un adulto y que no volviera a tener contacto con ella». El masajista le respondió que lo había hecho «un día que la niña fue a dormir a su casa», porque era amiga de su hija, y la menor le había dicho que «le dolía la regla y le puso esas tiras porque a su hija le funcionaban».
En la sesión han comparecido asimismo tres testigos propuestos por la defensa. Eran los responsables de tres clubes deportivos, entre ellos la Real Sociedad, con los que el masajista había trabajado o colaborado durante varios años, en algún caso con menores. Los tres han manifestado que la actuación del terapeuta fue correcta.
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