El jurado condena «por unanimidad» a los cuatro acusados de matar a Ardines

La lectura del acta por parte del presidente del tribunal popular se prolongó durante una hora, un hecho pocas veces visto con anterioridad en un juicio de la ley del jurado a nivel nacional. Esa larga argumentación prolongó la deliberación desde el lunes al mediodía hasta las cinco de la tarde de ayer.

Los cuatro acusados escucharon el veredicto en la propia sala de vistas de la Sección Segunda de la Audiencia Provincial, en Oviedo. Lo hicieron con actitud hierática y sin realizar gesto alguno durante la lectura del acta. También se encontraban en la sala, sentados entre el público, la viuda y los dos hijos de Ardines, que hasta ayer sólo habían acudido al juzgado el día en el que estaban citados como testigos. Se emocionaron, y la viuda, Nuria Blanco, no pudo contener el llanto al escuchar la condena de quien había sido su amigo, además del marido de su prima, y quien encargó la muerte de su esposo a dos sicarios.

El magistrado Francisco Iriarte Ruiz será quien emita la sentencia en los próximos días, siempre ajustándose al veredicto de culpabilidad que emana del jurado popular y ateniéndose al delito de asesinato, tipificado en el Código Penal con penas de entre 20 y 25 años de cárcel. La fiscal Belén Rico y el abogado de la acusación particular, Antonio Pineda, mantuvieron la solicitud de los 25 años de prisión para cada uno de los acusados.

El veredicto del jurado corroboró punto por punto el argumento de la acusación pública y la particular, así como la investigación realizada por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil y de la Policía Judicial de la Comandancia de Gijón. A la vista del fallo del tribunal popular, los letrados de las defensas pidieron 20 años de cárcel para sus clientes, la pena mínima para el delito de asesinato. Hasta ayer pedían la absolución.

El jurado consideró probados por unanimidad los 28 puntos del objeto del veredicto, demostrando la participación activa de los cuatro procesados en el crimen de Javier Ardines, cometido la madrugada del 16 de agosto de 2018 en Belmonte de Pría. No dejaron lugar a dudas con su contundencia y sin que ninguno de los nueve miembros discrepase sobre ninguno de los apartados.

En su argumentación hablaron «del punto de inflexión» de Pedro Nieva al enterarse de la infidelidad «por la grabación voluntaria de una conversación» entre su mujer, Katia Blanco, y Ardines. Y «de su comportamiento errático y contradictorio, pasando del amor al odio. Se mostraba frustrado y superado por la situación» y, por ese motivo, explicaron, «de forma impulsiva envió la grabación» a la viuda y la hija del edil de IU, «sin pensar que luego eso acabaría por delatarle». «En julio de 2018 Pedro Nieva tomó la decisión de acabar con la vida de Javier Ardines y, a tal fin, encargó a Jesús Muguruza que buscase a alguien que pudiera ejecutar su muerte», consideraron probado.

Fue ese mediador, según el tribunal popular, «quien contactó con Djillali Benatia para pagarle la cantidad que quisiera para matar a Ardines, actuó de forma activa para organizar la emboscada, llegando a viajar a Belmonte de Pría para dar las indicaciones». Sobre ese viaje preparatorio y la excusa que aportaron Nieva y Muguruza en el juicio de que habían viajado «con un tal Julián para reparar el tejado», el jurado manifestó: «No queda acreditada la existencia del tal Julián». «Se trata de una estrategia de la defensa para ocultar que esa tercera persona con la que viajaron era Benatia», concluyó.

Respecto al sicario abundaron en que el cambio de una versión inculpatoria -«con detalles que solo quien hubiese participado los podía conocer»- a otra negando su implicación y culpando a las presiones de la Guardia Civil, era también «una estrategia».