Paz Velasco | Criminóloga
«La sociedad necesita psicópatas integrados para determinados trabajos»La experta pronunciará mañana una conferencia en 'La Bilbaína' sobre las motivaciones de los asesinos
«La sociedad puede necesitar a los psicópatas integrados para determinados trabajos», explica Paz Velasco de la Fuente, jurista, criminóloga, escritora, divulgadora y una de ... las mayores autoridades a la hora de explicar el comportamiento criminal de los psicópatas en el mundo. «Una persona con esas características, en determinados grados, puede ser alguien capaz de resistir el estrés y de manejar su empatía para convertirse, por ejemplo, en un desactivador de bombas o en un cirujano. ¿Quién fue la primera persona que abrió un cadáver para ver qué tenía dentro? Sin duda, tendría algún grado de psicopatía», afirma la experta.
Paz Velasco estará este miércoles en La Bilbaína para dar una conferencia (19.00) titulada 'Diez motivaciones para matar'. «La gran pregunta es por qué ellos terminan matando y nosotros no», reza el subtítulo de su charla. La respuesta no es sencilla. «El crimen siempre tiene causas multifactoriales y en el caso de las psicopatías, interviene el entorno, las pautas de crianza en la infancia, factores sociales e incluso la biopsicología». En este último aspecto, uno de los puntos claves que ha encontrado la ciencia es el gen MAOA, descubierto por el neuroanatomista James Fallon. «Es un gen que se ha bautizado como el 'gen guerrero', que puede inhibir determinadas emociones, activar comportamientos agresivos y provocar la atracción por el riesgo».
'La tríada oscura'
Según Velasco, el poseer este gen no implica que una persona se vaya a convertir de manera irremediable en un asesino. «Una infancia con estímulos positivos, puede actuar como inhibidor. Así surgirá el psicópata prosocial, completamente integrado y que jamás intentará matar a otra persona. Lo que sí puede suceder es que sea una persona con unos muy destacados rasgos de liderazgo, que le pueden permitir llegar a altos puestos de poder. Además, aguantan la tensión mucho mejor que la media y controlan su empatía». Estas personas son las que pueden asumir este tipo de roles que necesita la sociedad como cirujanos, artificieros o « tiburones de las finanzas».
La autora, en este sentido, es la prologuista de uno de los libros canónicos sobre este tema: 'La sabiduría de los psicópatas', de Kevin Dutton. «Un psicópata no es alguien que tenga un botón de apagado y encendido y que por tanto puede decidir cuándo actúa o cuándo no. Lo que hay son grados de esa afección, de tal forma que su relación con la sociedad sea perfecta o, por el contrario, se convierta en un elemento criminal muy peligroso».
El caso más problemático, sin embargo, son los portadores del gen que, además, han tenido una infancia complicada, en entornos violentos, y que «lo que buscan es el placer, satisfacer sus fantasías o humillar a sus víctimas». Aunque para la experta, todavía hay casos más complicados, como aquellos a quienes caracteriza la bautizada como 'tríada oscura' por reunir tres características: maquiavelismo, narcisismo y psicopatía. «Pueden ser ese tipo de criminales capaces de convencer a alguien de que mate con la frialdad más extrema», asegura. En la historia criminal, uno de los primeros casos de este tipo es el de Jacques Algarron, un psicópata francés que consiguió que en los años 50 su novia, Dennis Labbé, matase a su hija para satisfacerle. Algarrón era un psicópata que había leído a Nietzsche y que, en vez del superhombre, quería crear la superpareja. En España, un caso similar fue el de 'Maje' -la enfermera María Jesús Moreno, conocida como 'la viuda negra de Patraix'-, quien convenció a su amante para que asesinara a su esposo. En 2020 fue condenada a 22 años de prisión.
«La explotación del morbo puede llevar a normalizar la violencia extrema»
Paz Velasco de la Fuente
Jurista, criminóloga y escritora
La autora, a la hora de citar casos reales, es cuidadosa ya que considera que el morbo puede ser un factor peligroso. «En todas las sociedades existe una fascinación con la muerte, pero su exhibición, cuando se trata de hechos violentos, puede llevar a lo que Hannah Arendt consideró la banalización del mal», indica. En su opinión, determinadas imágenes a la hora de tratar a las víctimas «no solo están causando un daño terrible a las familias, que tienen que pasar una y otra vez por ese trauma. El morbo también puede llevar a una aceptación de la tortura y el sadismo. Y supone una normalización de la violencia extrema». En su opinión, uno de los ejemplos de esta banalización del mal se encuentra en el 'true crime' mal entendido, la conversión de un crimen en espectáculo sin consideraciones éticas.
El caso de Gabriel Cruz
«Yo no soy de manifestaciones, pero si se hiciera una para mostrar el rechazo a la serie que quieren hacer sobre el asesinato de Gabriel Cruz, sin dudarlo saldría a la calle para participar en la protesta». Velasco se refiere al caso de Ana Julia Quezada, quien mató al niño de ocho años Gabriel Cruz en Almería y fue condenada a prisión permanente revisable por estos hechos. La pasada semana, la madre de la víctima denunció que Quezada estaba participando en un documental sobre el asesinato que llevó a cabo en 2018, lo que levantó una ola de protestas y obligó a aislar a Quezada en una celda de la prisión de Ávila en la que cumple condena. «Existe el derecho a informar sobre este caso que ya ha sido juzgado, y del que poseemos todos los datos. Por eso, la familia no se merece que hagan una serie sobre cómo matan a ese niño», sostiene.
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